Este es un texto que tu yo del futuro agradecerá haber leído en este momento. Halemos sobre qué tipo de ejercicio tendrás que llevar a cabo cuando alcances la vejez. El envejecimiento saludable es más que una meta; es una posibilidad alcanzable mediante estrategias científicas comprobadas. Durante más de cinco décadas, se ha demostrado que el ejercicio regular juega un papel crucial en la prevención de enfermedades crónicas, pero el enfoque tradicional ya no es suficiente para los adultos mayores. En lugar de recomendaciones genéricas, como caminar 30 minutos al día, los expertos abogan por prescripciones personalizadas y adaptadas a las necesidades de cada individuo. La clave está en considerar el ejercicio no solo como prevención, sino también como tratamiento.
El poder del entrenamiento de fuerza
Desde hace varias décadas, la investigación ha respaldado el ejercicio físico como herramienta para reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares, diabetes y osteoporosis. Sin embargo, la simple recomendación de caminar o dar 10,000 pasos ha demostrado ser inadecuada, sobre todo para adultos mayores con condiciones de salud complejas. Hoy, los estudios más recientes destacan la importancia del entrenamiento de fuerza progresivo. Este tipo de ejercicio, que utiliza pesas o máquinas, es esencial para preservar la función muscular y prevenir la fragilidad que afecta a muchos en la vejez.
El problema es que muchos programas de ejercicio para adultos mayores no son lo suficientemente exigentes. Al igual que ocurre con los fármacos, si la dosis no es adecuada, el efecto no se logra. Un ejercicio demasiado liviano no solo es ineficaz, sino que podría considerarse un placebo en el ámbito de la salud. Por lo tanto, se propone que el ejercicio sea tratado como una “prescripción médica de precisión”, diseñada y ajustada específicamente para cada paciente.
Compresión de la morbilidad: ¿qué es esto?
Una de las ideas clave de los expertos es el concepto de compresión de la morbilidad, que consiste en acortar al máximo los años de discapacidad en la vejez y maximizar los años de vida saludable. La evidencia sugiere que programas de ejercicio bien estructurados pueden añadir hasta diez años de vida saludable, superando incluso los efectos de muchas intervenciones farmacológicas. Así, el ejercicio no solo previene, sino que puede alargar la vitalidad de quienes lo practican.
El ejercicio como tratamiento
Lo más innovador del consenso global es la visión del ejercicio como tratamiento. No solo previene enfermedades, sino que también puede tratar afecciones graves. En adultos mayores con fragilidad o sarcopenia (pérdida muscular severa), el entrenamiento de fuerza progresivo y el entrenamiento interválico de alta intensidad (HIIT) han mostrado ser efectivos para preservar la fuerza muscular y mejorar la resistencia cardiovascular.
Además, este tipo de ejercicio puede complementar los tratamientos farmacológicos en enfermedades como el párkinson o los trastornos cardiometabólicos, potenciando sus efectos y minimizando los efectos secundarios.
La ventaja de sustituir medicamentos por ejercicio
El consenso global sugiere que el ejercicio puede, en algunos casos, sustituir o reducir la necesidad de medicamentos. Esto no solo aliviaría la carga de fármacos, sino que reduciría los riesgos asociados con su uso prolongado, como efectos secundarios indeseados o interacciones entre diferentes medicamentos.
El gran desafío de integrar el ejercicio en los sistemas de salud
A pesar de la abrumadora evidencia científica a favor del ejercicio como parte fundamental del tratamiento médico, su integración en los sistemas de salud en varias partes del mundo sigue siendo limitada. En muchos hospitales, los programas de ejercicio se centran solo en la fase inicial del tratamiento y tienen un seguimiento mínimo. A pesar de sus beneficios comprobados, prescribir ejercicio es un proceso más complejo que recetar un medicamento.
Ejercicio como “signo vital”
El consenso global promueve una visión a largo plazo, en la que el ejercicio físico sea considerado un “signo vital”, al igual que la presión arterial o la frecuencia cardíaca. Iniciativas como Exercise is Medicine y programas respaldados por la OMS, como VIVIFRAIL, demuestran que el ejercicio grupal en comunidad no solo mejora la capacidad física, sino que también fortalece el bienestar emocional y social de los adultos mayores, combatiendo la soledad y promoviendo redes de apoyo.
Como concluye el informe: “Vivir más años no es suficiente si no podemos levantarnos cada mañana con ganas de vivirlos”. Es hora de que el ejercicio se convierta en una prioridad en la atención médica, no solo como una opción, sino como un componente esencial de la salud.