¿Qué pasa en tu cerebro cuando corres un maratón?

Si estás entrenando para tu primer (o décimo) maratón, sigue corriendo, pero recuerda: tu cerebro también necesita pausas, buena alimentación y descanso.

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Correr un maratón no solo pone a prueba tus piernas, tus pulmones y tu fuerza de voluntad. También pone a trabajar a fondo… ¡tu cerebro! Y no lo decimos solo por decir. Un reciente estudio liderado por el neurocientífico Carlos Matute, de la Universidad del País Vasco, y publicado en Nature Metabolism, reveló un dato sorprendente: tu cerebro quema grasa —literalmente— para ayudarte a llegar a la meta.

El cerebro también se agota (y se adapta)

Carlos Matute no estaba buscando una revelación científica cuando empezó a correr. Pero algo lo hizo pensar: si el cuerpo está al límite, ¿cómo es que el cerebro sigue funcionando? ¿De dónde saca energía cuando ya no queda nada en el tanque?

La respuesta: de la mielina, una especie de “cobertura grasa” que envuelve nuestras neuronas. Cuando ya no hay suficiente glucosa (el principal combustible del cuerpo), el cerebro echa mano de la mielina para mantenerse activo, al menos en situaciones extremas como una carrera de 42 kilómetros.

¿Se come a sí mismo el cerebro?

No exactamente. Aunque algunos titulares lo plantearon así, Matute lo aclara: es más bien un recurso de emergencia que demuestra lo adaptable que es nuestro cerebro. El estudio observó a corredores entre 45 y 73 años y descubrió que, justo después de correr un maratón, se reducía temporalmente la mielina en áreas del cerebro relacionadas con el movimiento, las emociones y la coordinación.

La buena noticia: dos meses después, la mielina volvió a la normalidad. Es decir, el cerebro se reorganiza, se cuida, se recupera. Y lo hace incluso en la edad adulta.

Beneficios cerebrales de correr

Correr tiene un efecto poderoso en tu mente. No es solo ese subidón emocional que muchos llaman “la euforia del corredor”, sino que está científicamente comprobado que correr:

  • Aumenta sustancias químicas como la dopamina y la serotonina, que mejoran el estado de ánimo.
  • Disminuye la ansiedad y los síntomas depresivos.
  • Estimula la formación de nuevas neuronas, especialmente en el hipocampo (clave para la memoria).
  • Fortalece la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y aprender.

Correr maratones en particular puede provocar cambios temporales en la actividad cerebral, pero lo interesante es que estos cambios reflejan un cerebro que se adapta, que responde, que crece con la experiencia.

Pero ojo: correr demasiado también tiene su riesgo

Aunque correr tiene mil beneficios, no todo es positivo si te pasas de la raya. El síndrome de sobreentrenamiento es real, y puede afectar tanto al cuerpo como al cerebro.

Según la investigadora Luana Main, cuando el entrenamiento es excesivo y no hay suficiente descanso, el estado de ánimo se vuelve inestable, disminuye el rendimiento y se afecta la función cognitiva (te vuelves más propenso a cometer errores y lesionarte).

¿La solución? Escuchar a tu cuerpo. Prestar atención a tu estado de ánimo, a tu nivel de fatiga y tomarte los descansos en serio. No se trata de correr más, sino de correr mejor.

Si estás entrenando para tu primer (o décimo) maratón, sigue corriendo, pero recuerda: tu cerebro también necesita pausas, buena alimentación y descanso. Entrena con inteligencia… y tu mente te llevará más lejos de lo que imaginas.

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