Si corres con frecuencia, sabes que tus tenis son mucho más que un accesorio deportivo: son la base de tu rendimiento, tu comodidad y tu seguridad. Pero incluso el mejor par tiene fecha de caducidad. Saber cuándo reemplazarlos puede ser la diferencia entre seguir disfrutando tus entrenamientos o terminar lidiando con una lesión evitable.
El kilometraje ideal: entre 700 y 900 kilómetros
La regla general dice que los tenis para correr deben renovarse cada 700 a 900 kilómetros. Si corres unos 30 km por semana, eso significa que te durarán entre 5 y 7 meses, aproximadamente. Sin embargo, no hay una cifra universal: depende del terreno, tu tipo de pisada, tu complexión y el modelo de tenis que uses.
Un corredor ligero y técnico que entrena sobre pista o cinta puede alargar su uso un poco más. En cambio, alguien con mayor peso corporal o que corre sobre asfalto o senderos irregulares puede necesitar reemplazarlos antes.
Señales claras de que tus tenis ya dieron todo
Aunque el kilometraje sirve como referencia, la verdadera clave está en observar los signos de desgaste físico y funcional. Si notas alguna de estas señales, es momento de ir pensando en tu próximo par:
- La suela de goma está tan gastada que se ve la espuma interna.
- La entresuela se siente blanda, sin rebote ni soporte, e incluso presenta pliegues visibles.
- El contrafuerte del talón pierde rigidez y ya no sujeta bien.
- Tus dedos desgarran la malla superior o la puntera.
- Una de las suelas se desgasta más que la otra (indicio de pisada irregular).
- Al ponerlos sobre una superficie plana, “cojean” o se balancean.
- Empiezas a sentir molestias musculares o articulares tras correr, especialmente en rodillas, tobillos o caderas.
Si marcas varias de esas casillas, no lo pienses demasiado: tus tenis ya cumplieron su ciclo.
Lo que no se ve también cuenta
Uno de los errores más comunes entre corredores es juzgar los tenis solo por su aspecto externo. Aunque luzcan bien, su estructura interna —esa que absorbe impactos y estabiliza cada zancada— puede estar deteriorada sin que lo notes. Con el tiempo, la espuma y los materiales pierden capacidad de amortiguación, y eso puede afectar tu postura, tu rendimiento y, sobre todo, tu salud articular.
Factores que aceleran (o alargan) su vida útil
1. Terreno:
En asfalto, los tenis sufren más impacto.
En senderos, el desgaste viene del roce y la abrasión.
En cinta, la fricción es menor y la vida útil se extiende un poco.
Usa siempre el modelo adecuado para el tipo de superficie que más recorres.
2. Estilo de pisada:
Taloneador: desgastas más la zona trasera, típica en corredores de fondo.
Metatarsiano o antepié: el desgaste se concentra en la parte delantera, común en corredores más técnicos o de montaña.
Si no sabes cuál es tu tipo de pisada, revisa la suela de tus tenis viejos: ahí está el mapa de tu zancada.
3. Constitución física:
Corredores más altos o con mayor masa corporal ejercen más presión sobre los materiales. En esos casos, elegir tenis con mayor amortiguación y soporte estructural puede extender su duración y mejorar la comodidad.
El truco del doble par
Una práctica que muchos corredores experimentados adoptan es alternar dos pares de tenis: uno para los entrenamientos largos o intensos, y otro para las sesiones más ligeras o los días de recuperación. Así distribuyes el desgaste y permites que la espuma de cada par recupere su forma original entre usos.