Hongos mágicos para sanar

¿Cuántas veces en tu vida te has enfrentado a la depresión? ¿Por cuánto tiempo? Hay gente que está acostumbrada a vivir así

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Columna de Genaro Lozano

Esquire

La depresión es una condición de salud mental para la cual hay múltiples tratamientos psiquiátricos y de acompañamiento psicológico.

Yo la he experimentado profundamente varias veces en mi vida y es un sentimiento desolador. La primera vez que la sentí acudí a una terapia tradicional, fui con un psicólogo de manera frecuente y durante un largo tiempo. A la depresión se le sumó la ansiedad y los ataques de pánico, de los cuales ya he escrito en estas páginas. Con los años, del psicólogo pasé a un psiquiatra y a pesar de resistirme a tomar fármacos, durante algún tiempo tomé uno que me permitió salir adelante. Sin embargo, mucho después, la depresión y la ansiedad volvieron a juntarse y en su más reciente irrupción lo que más me ha ayudado ha sido la microdosis de psilocibina.

Siempre he sido muy tímido con las drogas

De hecho, soy bastante conservador en mis experiencias con ellas. Realmente solo he consumido hashish y mariguana. En el Liceo en el que estudié probé el hashish, pero nunca me gustó. A mis compañeros les gustaba consumirlo siempre mezclado con tabaco, pero a mí nunca me llamó. La única vez que lo probé fue una tarde en una plaza del Trastevere romano y sentía que la Basílica de Santa Maria Maggiore se me caía encima. No lo disfruté y no fue sino hasta la universidad que probé la mariguana. Tuve un amante, que no era novio, “muy pacheco” y que me inducía a fumarla más de lo que a mí realmente me hubiera gustado. Recuerdo haberme saltado la reja del Espacio Escultórico de la UNAM para fumar una tarde noche en medio de las piedras volcánicas y ver el ocaso y la ciudad a lo lejos. Recuerdo esa experiencia como el día que realmente disfruté el uso lúdico de la mariguana. Después de la universidad, dejé de fumar muchos años hasta que empecé a defender la regulación del mercado y probé el cannabis ahora con dispositivos que la quemaban sin combustión. Volvió a gustarme y desde entonces soy un consumidor ocasional de la mariguana. Salí del closet canábico hace años durante una presentación del “Diccionario de drogas” de Zara Snapp.

Nunca he experimentado otras drogas

Nunca me he dado un viaje de MDMA, o éxtasis, ni de Ketamina, ni de LSD ni de ninguna otra sustancia. Ni siquiera he probado los chocohongos tan de moda. La idea de consumirlos siempre me ha dado miedo. De adolescente y veinteañero fui epiléptico y un neurólogo militar me asustó cuando me sentenció que no probara drogas que “alteran mi percepción”. Sus palabras me ahuyentaron de explorar ese universo, pero no de la curiosidad. Hace algunos años leí “Cómo cambiar tu mente”, de Michael Pollan, y la idea de experimentar con otras drogas empezó a perseguirme. Pollan es un periodista, académico y activista que decidió ya entrado en sus 50 experimentar con varias drogas, escribir la historia de éstas y su propia experiencia. Su curiosidad lo llevó a escribir ese bestseller que menciono y otro bellísimo titulado “La botánica del deseo”. Ambos libros invitan a reflexionar sobre cómo hemos demonizado el consumo de las drogas ilícitas, mientras que somos muy permisivos con sustancias legales que son drogas altamente adictivas y nocivas para la salud, como el azúcar o el alcohol, y otras que no son nocivas, pero que también son adictivas, como el café.

Magic truffles mushrooms full of psilocybin in red hand with light background

Hongos mágicos para sanar

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Mi más reciente episodio de depresión y ansiedad combinadas me hizo quitarme el miedo y decidirme a experimentar con la psilocibina, la sustancia con efectos psicoactivos en ciertos hongos comestibles y de la cual Pollan habla sobre sus efectos medicinales para la ansiedad y depresión. Discutí con mi doctor y una opción era volver a los antidepresivos, pero hace años dejé de tomar escitalopram, uno de esos fármacos, porque me había quitado la sensibilidad. Me sentía un robot, así que quería probar algo distinto.

Las microdosis de sustancias psicotrópicas están viviendo un boom

Varios medios estadounidenses han reportado sobre cómo hay ensayos clínicos, hechos por universidades o por hospitales, usando sustancias como la psilocibina, el LSD y el MDMA para atender problemas de salud mental y cómo han sido muy eficaces, mucho más que los fármacos tradicionales. En México el uso de estas sustancias también está muy popularizado. Solo basta con buscar cualquier podcast sobre microdosis y oír lo que ahí dicen personas usuarias y expertas.

Y es que en las culturas originarias de México la medicina con estas sustancias es ampliamente usada desde hace siglos, pero la prohibición internacional las ha considerado como drogas ilegales. La medicina occidental empezó a experimentar con estos hongos en las décadas de los 50 y 60 del siglo pasado con buenos resultados para tratar depresión, alcoholismo y otras enfermedades. De hecho, el mismo Pollan narra cómo Bill Wilson, cofundador de Alcohólicos Anónimos, probó terapias con LSD para combatir su depresión y abuso de alcohol y cómo ahí se le ocurrió generar su exitoso programa de 12 pasos.

Bien administradas y con supervisión médica, las microdosis son seguras y no se sienten, por ello se llaman microdosis. No intervienen en el funcionamiento diario. A pesar de que a los hongos se les llama “Niños Santos”, no son soluciones mágicas. La medicina es solo una parte. La otra es el o la paciente y el trabajo diario con una persona profesional de la salud mental.

Salí de mi más reciente crisis de salud mental con ayuda de la psilocibina. En México hay hoy una iniciativa de ley que busca regular su uso terapéutico y su reclasificación en la Ley General de Salud para el acceso medicinal. La senadora Alejandra Lagunes ha realizado varios foros en el Senado y valientemente usa sus redes para hablar del tema, de su experiencia personal y de hablar con productores mexicanos. Mientras que en EU y en países como Colombia o Perú se regula el uso medicinal, aquí en México el prohibicionismo solo nos hace adictos a los fármacos comerciales. Urge avanzar en este tema, hablar de la experiencia personal con responsabilidad. El uso responsable y adulto de estas sustancias podrían ayudar a darle un alivio a los problemas de salud mental en el mundo, y en esto coinciden las voces expertas.

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