Expertos de una universidad mexicana explican por qué los días de diciembre llegan a polarizar tanto nuestro estado de ánimo.
La Navidad o, mejor dicho, la temporada navideña es una de las más esperadas por millones y millones de personas. Toda la atmósfera, temática y fiestas que llegan en la recta final del año están llenas de optimismo, esperanza e ilusión. Pero mentiríamos al decir que la alegría es el común denominador en estas fechas. Lo que es más, conforme las personas crecen pueden ir cambiando su manera de percibir esta época que casi nos exige estar felices durante su paso. En realidad, es normal que se nos acumulen diversas emociones a lo largo de estos días.
Lo que acabamos de decir es en serio; hasta podrías darnos la razón de acuerdo a tus propias observaciones. Los expertos en salud han notado que sí hay una propensión a caer en estados emocionales difíciles o que, por el contrario, todos los estímulos de la temporada nos acomoden en una de las versiones más positivas de nuestro estado de ánimo.
En un artículo reciente de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se habla de cómo la dicotomía de la época navideña parece ser esa que tiene por un lado a la felicidad y por el otro a la nostalgia.
Felicidad
Respecto a la felicidad, se nos comparte en el citado texto que el actuar de las familias, por lo general, no es el de siempre. Esto es que se crea un ambiente de calidez y compañía que muchas veces se echa de menos en otros escalones del año. En distintos casos, se suspenden las actividades laborales y académicas, lo que “genera un espacio que permite interacciones sin un componente estresante adicional”, se lee en el artículo.
De verse como poco, añadamos también, como se nos sigue explicando, que tantos estímulos visuales no dejan indiferente al cerebro. Todo lo contrario: las hormonas, como la dopamina y la oxitocina, se liberan en consecuencia a lo dicho mientras nos conducen a una sensación de bienestar.
Nostalgia y más abajo
Luego está la otra cara de la moneda: la nostalgia. “Los ganglios basales, la corteza prefrontal, el hipocampo, la amígdala y la corteza entorrinal interactúan para generar un estado de bienestar transitorio que trae de vuelta las memorias de las fiestas navideñas”, explica el texto.
Con lo que decíamos de la felicidad, no es raro que a lo largo de una vida empecemos a hacer nuestro acervo de buenas memorias de la época. Sin embargo, cuando los años empiezan a pasar, llega el dolor de las ausencias, los malos recuerdos o incluso de las tensiones familiares.
Existe del mismo modo algo llamado “Trastorno Afectivo Estacional” (TAE), un posible factor más en la ecuación que define a nuestro estado de ánimo en estos días. Sucede que durante los meses de invierno, que se acompañan por lo común con una reducción de la exposición a la luz solar, hay cierto influjo en los niveles de serotonina en el cerebro, lo que puede alterar los ritmos circadianos asociados al descanso y la recuperación. El resultado de esto es que se afecta la capacidad cerebral de regular el ánimo. Por estos motivos, mucha gente reporta síntomas de depresión en esta estación.
En fin, como puedes ver, lo raro sería que la temporada navideña nos pasara ante una genuina manifestación de nuestra indiferencia.