México por el Clima: Semana de Acción 2025, celebrada del 8 al 10 de octubre en la Ciudad de México, no fue un simple congreso ni una feria ambientalista; fue la consolidación de un movimiento regional que coloca a México como epicentro latinoamericano de innovación, liderazgo y acción climática.
Durante tres días, el Papalote Museo del Niño fue el punto de encuentro de más de 4,000 actores clave y 50,000 impactos indirectos: CEOs, ministros, activistas, emprendedores, artistas, académicos, líderes comunitarios y representantes de la sociedad civil que no llegaron a hablar de futuro, sino a diseñarlo. México se convirtió, por primera vez, en la sede de una conversación con implicaciones globales, al nivel de Climate Week NYC, y al estilo de lo que hoy exige la emergencia planetaria: diálogo, acuerdos concretos y acción inmediata.
La narrativa climática ha estado marcada por promesas, cifras proyectadas a 2050 y pactos firmados con tinta que rara vez se convierten en políticas públicas. Pero lo que vimos esta semana fue diferente. Aquí hubo plataformas lanzadas, rutas de acción consensuadas, diagnósticos duros sobre sectores como el textil, y un llamado colectivo a escalar soluciones accesibles para las MiPyMEs, verdaderas arterias de la economía regional.
El nacimiento de la Red de Acción por el Agua —con 22 organizaciones unidas por la protección hídrica— es solo un ejemplo. Lo mismo ocurrió con las propuestas en economía circular, políticas públicas colaborativas y turismo sostenible. Lo que hace diferente a México por el Clima no es el discurso, sino la forma de tejer alianzas para pasar del papel a la implementación.
Uno de los momentos más poderosos fue la intervención de Céline Cousteau, quien nos recordó que la crisis climática no es una tragedia ambiental abstracta, sino un desajuste emocional y social que nos afecta en cuerpo, mente y comunidad. Esta Semana de Acción no fue un espacio de tecnocracia fría, sino un laboratorio de empatía, conciencia y reconexión. “Cuidarnos a nosotros mismos es también cuidar del planeta”, dijo Cousteau. Palabras que, en su sencillez, resumen el espíritu de esta semana.
La presencia de figuras clave como Clara Brugada y Alicia Bárcena no fue decorativa. Ambas lideraron con propuestas, desde la ambiciosa meta de reducir 35% las emisiones de gases de efecto invernadero en CDMX hacia 2030, hasta el compromiso de presentar una NDC 3.0 con metas climáticas hacia 2035, México demostró que hay voluntad política para convertir urgencias ambientales en planes medibles.
Una de las grandes fortalezas de este evento fue la presencia estratégica del sector privado, empresas como CEMEX, L’Oréal, Bimbo, Nestlé, Uber, Schneider Electric y Banorte no solo patrocinaron, sino que enviaron a sus tomadores de decisiones para hablar de inversiones verdes, carbono neutro, energías limpias y cadenas de valor regenerativas. Cada intervención empresarial dejó claro que no hay plan B si el planeta colapsa, pero sí hay un plan A si se apuesta por la colaboración.
Con la promesa de una segunda edición ya en preparación para 2026, México por el Clima no es un evento, es una plataforma. Un nuevo nodo regional que articula soluciones desde lo local hacia lo global. Un espacio donde convergen lo técnico, lo humano, lo empresarial y lo comunitario. Y sobre todo, un recordatorio de que el tiempo para actuar no es mañana, es ahora.
Desde Esquire México, celebramos esta nueva era de liderazgo climático latinoamericano, con México al frente, porque hablar de clima no es hablar de árboles o glaciares lejanos, es hablar del presente y futuro de nuestra forma de vida.