El famoso escritor Stephen King continúa escribiendo novelas y relatos breves que cada año se posicionan entre lo más leído.
Stephen King no necesita muchas presentaciones, pero por rigor diremos que es uno de los grandes maestros de su género, un autor consumado e importantísimo para la cultura popular y, como diría él, un “lector constante”. Este hombre suma ya 78 años. Sigue activo en lo suyo y no planea parar por el momento, según ha declarado en varias entrevistas.
De conocer bien su obra y al humano tras ella, sabrás que este escritor estadounidense ha llegado casi al octavo escalón de la vida con sus hábitos de siempre, mismos que hasta la fecha lo sostienen y le permiten continuar haciendo lo que más disfruta.
Los secretos de Stephen King
El autor de It, Carrie y The Shining, por mencionar algo, tiene un talento enorme, que no solo descansa en una prodigiosa imaginación, sino también en la forma que posee de contar todo aquello que germina en su mente.
En varias ocasiones el escritor ha dado a entender que la disciplina, en sus principales hábitos, es clave para seguir caminando física y mentalmente. ¿Qué ha hace para ambas dimensiones de su salud?
En cuanto a lo físico
Stephen King demuestra que ser una persona consciente de la salud es tener una visión integral, en la que se dé espacio al cuerpo y a la mente. Para lo primero considera que lo importantes es la constancia del movimiento físico. Por eso, cada día camina, después de desayunar, 3.5 kilómetros. La idea no es llegar extenuado a tirar la toalla, es más bien la de vivir una transición diaria que lo lleve a mantener el hábito.
En a cuanto a lo mental
El escritor más famoso de Maine nunca para de leer. Si bien no se fija una cantidad de libros para terminar cada año, se calcula que la lectura es su principal consumo, lo que hace que su mente se ejercite y que no agote su combustible: la imaginación.
Y claro, la escritura. En numerosas ocasiones Stephen King ha dicho que escribe entre mil y 2 mil palabras diarias, que son las que generalmente alcanza en las cuatro horas diarias que dedica a esta actividad. Para el autor, la escritura se basa en su “musculo”, al que todos los días se le debe de mover.
En conclusión, Stephen King sugiere deberse más a la disciplina que al talento.