Cuando piensas en snacks energéticos que puedas llevar en la mochila del gimnasio o comer después de una buena sesión de pesas, probablemente no se te viene a la cabeza una palanqueta. Ese clásico dulce mexicano hecho de cacahuates (o nueces) y caramelo es más común en tianguis o fondas que en el pasillo fitness de tu tienda de suplementos. Sin embargo, hay más de una razón para darle una segunda mirada, sobre todo si eres un hombre activo que cuida lo que come pero también disfruta de un sabor auténtico, crujiente y lleno de energía.
La doble cara de la palanqueta
Empecemos por lo básico. La palanqueta tradicional está hecha con cacahuates, una leguminosa poderosa que ofrece grasas saludables, proteínas, fibra y micronutrientes como magnesio, potasio y fósforo. Este perfil nutricional convierte a los cacahuates en una excelente fuente de energía para quienes entrenan con regularidad. Su aporte de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas favorece la salud cardiovascular y ayuda a mantener niveles de colesterol en equilibrio. Además, son densos en calorías, lo que los convierte en un combustible ideal para ejercicios de resistencia o rutinas de fuerza.
Sin embargo, la palanqueta también tiene su lado oscuro: el caramelo. Este se elabora con azúcar refinada que, si bien le da ese sabor adictivo y textura pegajosa, dispara el índice glucémico y puede generar picos de insulina no deseados. Una sola porción puede aportar más azúcar de la que necesitas en todo un día. Si se suma a eso el hecho de que muchas versiones industriales llevan grasas saturadas o incluso parcialmente hidrogenadas (lo que se traduce en grasas trans), la palanqueta comercial puede convertirse rápidamente en un enemigo de tu cuerpo y tu rendimiento.
¿Entonces, hay forma de comerla sin sabotear tu progreso?
Sí, la clave está en el contexto, la cantidad y la calidad del producto que eliges. Como snack ocasional, sobre todo en días de entrenamiento pesado, la palanqueta puede ayudarte a reponer energía rápidamente. Su combinación de grasas y carbohidratos simples es ideal para consumir justo después de una sesión intensa, donde el cuerpo necesita reabastecer glucógeno muscular y comenzar la recuperación.
Además, su contenido en proteína vegetal (gracias al cacahuate) puede complementar el proceso anabólico cuando se acompaña de una fuente completa de proteína, como un batido de suero de leche. Y si eliges una palanqueta casera o artesanal, hecha con miel o azúcar moreno, con una mayor proporción de frutos secos y sin aditivos industriales, el beneficio es aún mayor.
Así te puede ayudar en tus entrenamientos
Pre-entrenamiento rápido: Si estás en apuros y necesitas energía antes de una rutina, media palanqueta puede darte el impulso necesario sin recurrir a productos ultra procesados.
Post-entrenamiento: Su carga energética puede ser útil para la recuperación inmediata, especialmente si no vas a comer una comida completa en las siguientes 1-2 horas.
En deportes de resistencia: En disciplinas como ciclismo o trail running, donde se requieren snacks portátiles y energéticos, una palanqueta puede funcionar al estilo de una barra energética natural.
Para ganar masa muscular: Si estás en fase de volumen, una palanqueta artesanal es una forma sabrosa de añadir calorías controladas sin romper la dieta.
Recomendaciones de experto
Opta por versiones hechas en casa o en tiendas de productos naturales. Busca ingredientes como miel, azúcar de coco o agave, y frutos secos sin sal ni aditivos.
Controla las porciones: una palanqueta entera puede tener entre 250 y 400 kcal. Divídela si solo necesitas un impulso pequeño.
Combínala con una fuente de proteína limpia, como un yogurt griego natural o un batido de proteína, para equilibrar el impacto glucémico y apoyar la recuperación muscular.
La palanqueta no es el villano que muchos creen, ni el superalimento que algunos venden. Pero sí puede ser un snack funcional si sabes cuándo y cómo comerlo. En lugar de demonizarla, dale un espacio estratégico en tu alimentación: úsala como lo harías con una barra energética, y evita caer en el exceso. Al final, se trata de entender tus necesidades y adaptar los sabores de siempre a un estilo de vida más fuerte, más consciente y más auténtico.