En la isla de O’ahu, famosa por ciudades como Honolulu y Waikiki, no todo el terreno cede ante las presiones del turismo. Equipada con parques estatales, olas retadoras y apenas un par de hoteles, North Shore muestra otra cara de Hawái.
Antes que una colección de playas paradisiacas en la que los estadounidenses se sienten como en casa, el archipiélago hawaiano es hogar de un pueblo y una naturaleza de espíritus resilientes. Aquí, resistir a las presiones del turismo extractivo y de la colonización es cosa de todos los días. Si bien no es cosa fácil, existen proyectos comunitarios que apuestan por un modelo de desarrollo distinto.
La costa norte de O’ahu, una región de tradición agrícola, es más conocida por sus granjas que por sus atractivos turísticos. Eso sí, la región resguarda tesoros que seducen a los devotos de la naturaleza menos domesticada. La lista está encabezada por un jardín botánico que lucha por conservar especies amenazadas y un área natural protegida en la que anidan albatros y petreles. Se suman, también, playas vírgenes y muchas macadamias.
A cambio de sacrificar los llamados destinos imperdibles y de recorrer caminos menos transitados, el norte de O’ahu revela bahías repletas de pulpos, bosques que derrochan verdor y playas en las que son más comunes las focas que los camastros. Este no es lugar para recrear fantasías al más puro estilo de The White Lotus. Por el contrario, es una oportunidad para acercarse al Hawái de los hawaianos.
Climb Works: agricultura y turismo en conjunto
Kaena Farms es una de muchas granjas que operan en North Shore, una de las contadas regiones en la isla de O’ahu donde la agricultura tiene mayor peso que el turismo. Si Kaena llama la atención de las visitas no es por su forma de hacer agricultura ni por la promesa de muestras gratis de macadamia, sino por la integración de la actividad turística.
Con la marca Climb Works, Kaena Farms ha montado un circuito de tirolesas acompañado de vistas al mar, turbinas eólicas y campos en los que conviven tomates, bananos y albahacas. El recorrido incluye puentes colgantes, rappel y ocho tirolesas, la más larga con una extensión que rebasa los 730 metros.
La actividad turística en Kaena Farms va muy de la mano de la agricultura. Por un lado, el circuito está acompañado de páneles explicativos que abordan temas como el ahupuaʻa, la división tradicional de territorio basada en la disponibilidad de recursos naturales. Por otro lado, los dólares que deja el turismo permiten mantener el costo de arriendo de los campos.
Ka’ena Point State Park: naturaleza y playas vírgenes
Uno de los secretos mejor guardados de O’ahu es Ka’ena Point, uno de cuatro parques estatales en la isla. Con acceso libre y gratuito, esta reserva reúne muchos de los pilares naturales de Hawái. ¿Algunos ejemplos? Playas vírgenes que no han sido tomadas por grandes resorts y bahías en las que se pueden ver especies endémicas como la foca monje hawaiana.
Ka’ena Point está en la punta noroccidental de O’ahu y cuenta con entradas en la costa occidente y la costa norte. Aunque no hay camino habilitado para coches, ambos accesos están conectados por un sendero de 4 km que presume la riqueza del parque. A cambio de cruzar bahías rocosas, el sendero Ka’ena Point revela playas paradisiacas, olas retadoras y escenas de documental dignas de la BBC.
La costa en las que reina el silencio es el principal atractivo del parque, pero no es el único. Ka’ena Point es ideal para observar fauna nativa. Además de ser uno de los mejores sitios en la isla para ver focas monje, el parque alberga una zona protegida de anidación de aves marinas. En primavera y en otoño no son raros los encuentros con albatros de Laysan y pardelas del Pacífico.
Waimea Valley: conservación tierra adentro
Waimea Valley es un jardín botánico que debe su fama a una cascada con una alberca natural de agua dulce. En términos de popularidad, ese es el principal atractivo del parque. Sin embargo, mucho tiempo antes de que Waimea se presentara como un atractivo turístico, el lugar ya era relevante en términos históricos.
Tanto por su rol espiritual como por sus suelos fértiles, Waimea es considerado un lugar sagrado en la cultura local. Tanto así, que el valle cobijó el más grande de los templos hawaianos en la isla de O’ahu. El contacto con los colonos occidentales y la anexión de Hawái por parte de los Estados Unidos condenaron al valle, que fue subastado varias veces a lo largo del siglo XX.
Entrado el nuevo milenio, Waimea Valley volvió a manos del pueblo hawaiano. Hoy, el lugar es un parque sin fines de lucro en el que conviven muestras de cultura hawaiana con exhibiciones de flora y fauna. Si bien muchas de las especies en el valle son introducidas, Waimea juega un papel fundamental en la conservación de variedades nativas de hibiscos y del ‘alae ‘ula, una subespecie de gallineta endémica de Hawái.
Guía Práctica
¿Cómo llegar?
El aeropuerto de Honolulu, 50 kilómetros al sur de North Shore, es la puerta de entrada a la isla de O’ahu. El transporte público es limitado en Hawái. La mejor alternativa para recorrer la costa norte es rentar coche.
¿Dónde dormir?
En la costa norte de O’ahu solamente hay dos hoteles. El Courtyard Oahu North Shore, remodelado en 2024, es ideal si el plan es explorar la isla. Ubicado en el pueblo de Laie, el hotel se encuentra frente a la playa Onini y ofrece renta de kayaks, tablas de stand up paddle, equipo de snorkel y tablas de surf.
El otro hotel, The Ritz-Carlton O’ahu Turtle Bay, ofrece club de playa y habitaciones con vista al mar. La bahía es también base de operaciones para Hawaii Night Divers, una compañía local que ofrece tours de snorkel nocturno. Con algo de suerte y linternas a prueba de agua, un rato en el mar suele bastar para ver pulpos, morenas y tortugas marinas.
¿Dónde comer?
North Shore es más conocido por sus playas vírgenes que por su oferta culinaria, pero eso no significa que no hay lugares memorables para comer rico. El más icónico de los productos de la costa norte de O’ahu se encuentra en Haleiwa, un pueblo devoto del surf y hogar de Matsumoto Shave Ice. Abierto en 1951, este local se especializa en raspados con más de 30 sabores diferentes.
En el mismo pueblo se encuentra Farm to Barn, una cafetería sin pretensiones que sirve comida nutritiva con productos locales orgánicos. El menú incluye bowls, ensaladas, sándwiches y burritos, además de café y jugos. De vuelta a Honolulu, ya sea en el aeropuerto o en camino, vale la pena probar las galletas en forma de piña de Honolulu Cookie Company. La lista de sabores incluye macadamia, guayaba y coco con chocolate.
Marck Guttman es fotógrafo, escritor y partidario del turismo sostenible y la conservación. Dirige el blog Don Viajes y ha publicado más de mil historias en medios como Esquire y National Geographic. Las montañas son su lugar feliz y el pan dulce su primer amor.