La capital argentina tiene fama de glotona, noctámbula, digresiva y vanidosa. Todo a la vez. Una cuarta parte de la población del país está en la Gran Buenos Aires, una mancha urbana en la que cabe cualquier cosa: empedrados inmunes al paso del tiempo, obeliscos transformados en miradores y centros comerciales con delirio de Capilla Sixtina. Te hablan, Galerías Pacífico.
Volcada a la nostalgia y con hambre de futuro, Buenos Aires es experta en el arte de presumir contrastes. La ciudad se las arregla lo mismo con restaurantes de estrellas Michelin que con puestos de choripán. Este lugar es ideal tanto para perderse en viejos teatros convertidos en librerías como en fiestas que arrancan a las dos de la mañana y terminan cuando sale el sol.
La lista de cosas que hacer en Buenos Aires no se agota. Esta es la ciudad donde Borges escribió laberintos, Mafalda cuestionó al mundo, Maradona fue dios y Cerati nos enseñó que siempre es hoy. Sea la primera o la quinta vez, la ciudad de la furia seduce a las visitas con sus encantos. Algunos viven su momento de gloria. Otros nunca se fueron.
Comer en Buenos Aires: morfar como rey a cualquier hora
La cocina es razón suficiente para visitar Argentina y comerse el destino a mordidas. O, como dirían localmente, morfárselo. La disponibilidad de productos y las migraciones, tanto del interior del país como del extranjero, hacen de Buenos Aires un lugar delicioso. Aquí se encuentran asados, fugazzettas y medialunas, pero también platos de rincones lejanos.
La búsqueda de cocina porteña conduce a Palermo. Este barrio, epítome de la gentrificación, alberga dos parrillas míticas: La Cabrera, famosa por llevar el asado argentino a una decena de países, y Don Julio, presente en la guía Michelin y favorito de Messi. Ambos restaurantes ofrecen festines abundantes, capaces de tentar incluso a los comensales vegetarianos.
Los sabores porteños también se ofrecen en plan casual, sin necesidad de reservas ni cuentas intimidantes. El mercado de San Telmo, en el barrio homónimo, es ideal para probar empanadas y alfajores. También hay choripán, pero el lugar es descaradamente turístico. La versión callejera se encuentra en sitios como la Costanera Norte y la Costanera Sur.
Devoción porteña: mucho fútbol, mucho tenis, mucho rugby
En Buenos Aires no hace falta buscar fútbol para encontrarlo. El país hace de este deporte una suerte de religión que tiene sus templos más sagrados en Buenos Aires. Maradona y Messi aparecen, sin tregua, lo mismo en murales callejeros que en camisetas que se presentan como el sumun de los souvenirs.
Algunos visitan La Boca para ver Caminito, la calle de las casas de láminas de colores donde se enaltecen el tango y el fileteado porteños. Otros, en cambio, llegan al barrio para visitar La Bombonera. El estadio de fútbol, prácticamente blindado cuando hay juegos, atrae a fanáticos que se conforman con conocer la fachada y algo del interior en plan museo.
Sin ser socio de los clubes, ver un partido de Boca o de River es complicado. Por suerte, Buenos Aires es una ciudad entregada a otras disciplinas como el rugby, el polo y el tenis. Muchos grandes de estos deportes desfilan por las canchas porteñas y para verlos no hacen falta milagros. Algo de planeación basta para acceder a una final de rugby o del Argentina Open.
Arte aparte: del tingo al tango y de ahí al teatro
Quizás con menos fervor que en las canchas, pero también con pasión galopante, Buenos Aires envuelve a las visitas en el mundo del arte. Equipada con más de 30 centros culturales gratuitos, mercados artesanales como la feria de San Telmo y esculturas de flores metálicas que se han convertido en un estandarte porteño, la ciudad presume música, plástica y puestas en escena.
El encuentro de los barrios Recoleta, Palermo Chico y Barrio Grande reúne a muchos de los museos icónicos de la ciudad. Estos son los rumbos del Museo Nacional de Bellas Artes y del MALBA, pero también de joyitas menos conocidas como la Fundación Klemm. En esta galería, que peca de discreta, se puede ver obra de artistas como Basquiat, Richard Avedon e Yves Klein.
Cerca de Corrientes 348, dirección inmortalizada en un tango ya legendario, se concentran decenas de teatros. Musicales estilo Broadway y producciones en las que se pueden ver a actores de la talla de Ricardo Darín se dan cita en los escenarios de la capital. ¿Algo distinto? Microteatro cuenta con una sede porteña en la que se sirve vino, birra y sí, también Fernet.
Guía Práctica
¿Cómo llegar?
Buenos Aires cuenta con dos aeropuertos internacionales. Ezeiza (EZE) es el más grande de ellos y el que recibe los vuelos de larga distancia, pero también es el más lejos del centro de la ciudad. Llegar toma alrededor de una hora en coche, pero puede ser mucho más si hay tráfico.
El aeroparque Jorge Newbery (AEP), conocido simplemente como aeroparque, es de donde salen muchos de los vuelos domésticos y algunos internacionales de corta distancia. Está a unos 15 o 20 minutos en coche de barrios como Palermo, Puerto Madero y Recoleta.
¿Dónde dormir?
Hay pocas escenas más porteñas que el cruce de las calles Corrientes, la de los teatros, y 9 de julio, la avenida que se jura la más ancha del mundo. Justo ahí se encuentra el Marriott Buenos Aires, un hotel que presume habitaciones recién remodeladas, ubicación privilegiada y una alberca que, desde el piso 23, ofrece vistas inmejorables del Obelisco.
Marriott Bonvoy, el programa de lealtad de la cadena, ofrece puntos por cada estancia. A la posibilidad de redimir noches gratis se suman los Marriott Bonvoy Moments, una selección curada de experiencias. En Buenos Aires, por ejemplo, los puntos pueden ser la entrada al IEB+ Argentina Open, uno de los torneos de tenis más importantes de Sudamérica.
Marck Guttman es fotógrafo, escritor y partidario del turismo sostenible y la conservación. Dirige el blog Don Viajes y ha publicado más de mil historias en medios como Esquire y National Geographic. Las montañas son su lugar feliz y el pan dulce su primer amor.