En Quebec, una de las provincias canadienses con mayor tradición culinaria, el buen comer es cosa de todos los días. Custodiadas las montañas Laurentinas, las regiones de Charlevoix y Saguenay seducen a los comensales con productos tan ricos como orgullosos de su tierra.
Luego de un par de años con presencia en Toronto y Vancouver, la guía Michelin ha llegado a Quebec. Las estrellas y recomendaciones están concentradas en las grandes ciudades de la provincia, pero no se quedan ahí. En Montreal y en la Ciudad de Quebec se come divinamente, pero esa afirmación se extiende también a varias comunidades rurales.
A orillas del río San Lorenzo, producir comida es una forma de subsistencia. La región de Charlevoix, unos 100 kilómetros al norte de la Ciudad de Quebec, es ejemplar en ese sentido. Desde hace ya varias generaciones, diferentes emprendimientos familiares trabajan con el terruño para producir productos como queso, mermelada, cerveza y sidra.
Más lejos de los centros urbanos, en un lugar famoso por una geografía imponente y un fiordo en el que se dejan ver belugas, la región de Saguenay también se prueba devota del campo. Especialmente de las moras azules, su producto estrella. No en vano a los habitantes de Saguenay-Lac-Saint-Jean se les apoda bluets, la palabra francocanadiense para este fruto.
Con la combinación justa de tradición, novedad y desarrollo sostenible, Cidrerie et Vergers Pedneault y Famille Migneron ponen en lo más alto el nombre de Charlevoix. Por su lado, La Chasse-Pinte hace lo suyo en Saguenay. Con paisajes memorables todo el año, estos rincones de Quebec entran por los ojos. Y sí, también por la boca.
Cidrerie et Vergers Pedneault: la tentación reinventada
Hace ya más de un siglo que la familia Pedneault aprovecha el microclima de la isla Coudres para cultivar fruta en su huerto, el más grande de la región. Peras, ciruelas, cerezas, moras y más de 35 cultivares de manzana son los protagonistas del negocio, especialmente conocido por la elaboración de sidra.
Pedneault produce mermeladas, vinagres, jarabes y jugos preparados con su propia materia prima. Con más de 20 etiquetas, la lista de bebidas con alcohol incluye sidra de manzana con denominación de origen, sidra espumante y sidra de hielo, elaborada con manzanas que se cosechan ya entrado el invierno.
En la isla Coudres, Cidrerie et Vergers Pedneault cuenta con un restaurante, una panadería y una tienda en la que se pueden degustar y comprar sus productos. En Baie-Saint-Paul, uno de los pueblos que sirven como base para explorar Charlevoix, los Pedneault tienen una tienda en la que también se venden otros productos culinarios de la región.
Famille Migneron: queso, vino y otros placeres calóricos
En Quebec, Famille Migneron es sinónimo de terruño e innovación. El nombre de esta compañía puede hacernos pensar en un apellido, pero se trata de un queso artesanal. Ese que desde 1994 produce la familia de Maurice Dufour, el hombre que encontró en los lácteos el pretexto para ganarse la vida en su natal Charlevoix.
Además de migneron, reconocido en 2002 como el mejor queso canadiense, este emprendimiento agroturístico produce 5 variedades de queso adicionales. La lista incluye tomme, azul y una adaptación de la torta del Casar, un queso español con denominación de origen. Los quesos de Famille Migneron se elaboran con leche de Charlevoix.
En manos de la segunda generación, esta compañía produce también vino. Comprometidos con una visión que contempla innovación y sostenibilidad, Alex y Madeleine continúan la visión de sus padres. Eso explica por qué este negocio en Baie-Saint-Paul elabora bebidas con sus propios subproductos. Contra todo prejuicio, las espirituosas de suero de leche y orujo saben a gloria.
La Chasse-Pinte: la mora azul va con todo
Ubicada 250 kilómetros al norte de la Ciudad de Quebec, L’Anse-Saint-Jean es una localidad de la región de Saguenay-Lac-Saint-Jean. Más que con manjares culinarios, la fama de este lugar tiene que ver con riqueza natural. Gracias a su cercanía con el parque nacional Fiordo de Saguenay, L’Anse-Saint-Jean es un paraíso para los amantes de las actividades al aire libre.
Bicicletas, remos y senderos suelen acaparar la atención de las visitas en este rincón de Quebec, pero no están solos. Como suele suceder a orillas del fiordo de Saguenay, las moras azules se hacen presentes. Un recorrido por las tiendas y los restaurantes en L’Anse-Saint-Jean basta para encontrar muffins, mermeladas, pasas, jugos y vinos, todos elaborados con bluets.
Una de las cocinas más famosas en L’Anse-Saint-Jean es La Chasse Pinte. El negocio, que funciona como cooperativa, es parte restaurante, parte tienda y parte cervecería artesanal. Sus cervezas, orgánicas, se distinguen por incorporar ingredientes comestibles del bosque boreal. Moras, por supuesto, pero también abeto balsámico, té de Labrador, pícea y bayas de haskap.
Marck Guttman es fotógrafo, escritor y partidario del turismo sostenible y la conservación. Dirige el blog Don Viajes y ha publicado más de mil historias en medios como El Financiero y Esquire. Las montañas son su lugar feliz y el pan dulce su primer amor.
