Los tiempos que corren son poco menos que caóticos: juntas de última hora, tareas que entregara contrarreloj, tráfico interminable, y una necesidad urgente de que todo ocurra rápido. En esta marea de tensiones surge una filosofía de vida que aboga por tomarse un respiro y dejar de lado la inmediatez: el slow living.
A pesar de que la sociedad actual tiene todas las facilidades para vivir rápido y consumir en grandes cantidades (coches, aplicaciones, servicios de streaming, internet en todos lados), lo cierto es que eso no asegura un bienestar mental ni físico. A veces ocurre todo lo contrario: las urgencias y la sobreexposición a la información nos agobia y nos hace creer que debemos ser súper productivos.
Por fortuna, hay formas de vida como el slow living que nos hacen reflexionar sobre la necesidad de hacer menos y sin prisas, gozar el proceso y darnos cuenta de que menos a veces es más, sobre todo para la salud mental. Hay una frase que resume muy bien este concepto: vivir el presente sin pensar en lo que ya fue y en lo que debe ser.
Muchas veces no somos capaces de sobrellevar nuestras obligaciones y cumplir nuestros objetivos debido a que no sabemos priorizar. Esto nos lleva a una sobrecarga de trabajo, estrés y la sensación de que todo está mal.
El slow living nos dice que es posible llevar todo a cabo si sabemos definir qué es lo más importante, qué es lo que puede esperar y qué es lo que quizás debamos eliminar de nuestra vida. Piensa en los momentos en que saturaste tu agenda de compromisos por no saber qué era importante y lo que no.
Cómo llevar a cabo el slow living
El hecho de que en los tiempos actuales vivamos contrarreloj no significa que no podamos encontrar espacios para llevar a cabo esta práctica. Puedes comenzar por pequeñas acciones que a la larga se traducen en buenas enseñanzas para vivir más consciente del tiempo presente.
Por ejemplo, cuando camines, comas, o haces ejercicio, sé consciente de lo que haces y no lo veas como parte de una rutina sin sabor: eres una entidad que vive, piensa y respira, pero que también siente. Tómate unos instantes para disfrutar del entono; saborea los alimentos en lugar de solo consumirlos; al practicar tu deporte favorito, siente el esfuerzo e tu cuerpo, los latidos de tu corazón la habilidad y fuerza que tienes para llevarlo a cabo.
El slow living es la filosofía de experimentar lo que haces de manera más vívida, más consciente y con mayor atención en los detalles “mínimos”. Recuerda que a pesar de que la sociedad espera que seamos capaces de hacer bien cinco cosas a la vez, hay momentos en que el cuerpo y la mente requieren de un merecido respiro.