Uno de los elementos que hace que funcione el “Ciclo vital” de El Rey León, es su ensamble: actores que interpretan una variedad de personajes y que acompañan a los protagonistas con canto y baile. Entre ellos, destaca Gonzalo Aburto, quien soñaba con hacer teatro musical y luego de formarse en Estados Unidos, hoy es parte del musical más grande del país.
“De chiquito era súper hiperactivo y me metieron al teatro musical porque era algo que me podía quitar la energía y aparte me estimulaba mentalmente. Fue el lugar en el que me sentía seguro, entendido, comprendido, acompañado, y luego se convirtió en lo que más pasión me daba. Y de ahí no lo he soltado; lo traté de soltar varias veces: intenté meterme en arquitectura, gastronomía, pero no me soltó y aquí estamos”, comparte Gonzalo en entrevista.
Entre México, audiciones y sueños internacionales
Aunque su intención inicial era abrirse camino en Estados Unidos, país donde estudió en University of Oklahoma Weitzenhoffer School of Musical Theatre, el destino lo llevó de regreso a México.
“La verdad yo estaba aplicando para la visa de trabajo allá, había tenido un permiso de trabajo de un año y en cuanto me la negaron, no tuve opción. Pero la verdad es que yo no conocía la industria aquí… Una vez que me regresé, y entendí la cantidad de industria que tenemos, empecé a audicionar en varias partes”, recuerda.
De este modo, el actor se quedó como el protagonista del musical Préndeme, que se presenta los lunes por la noche en el teatro Teatro Sogem Wilberto Cantón, y donde alterna créditos con actores como Peter Álvarez y Nelson Carreras.
Y si bien hoy forma parte de El Rey León cinco días a la semana en el Teatro Telcel, su mirada sigue abierta a nuevos retos.
“Eventualmente sí veo regresarme (a Estados Unidos), pero por ahora estoy en un gran proyecto que va para largo y de ahí también espero que siga saliendo mucho más trabajo. Entonces ahora sí que a donde me lleve el mundo, yo iré”, asegura.
Parte de ese futuro soñado incluye otro clásico: El fantasma de la ópera, musical para el que ya audicionó. Y aún cuando tiene una agenda repleta de funciones y compromisos, Gonzalo no ha dejado de buscar nuevas oportunidades, convencido de que cada casting lo acerca un paso más a cumplir su sueño.
“No tengo más que un día de descanso, y luego en ese día de descanso igual tengo audiciones. Sigo teniendo un equipo en Estados Unidos, entonces me llegan castings de allá, de todo el mundo. Es muy padre, pero también ha sido una carga muy pesada porque, aunque tenga tiempos libres, no son libres, sino son para hacer más trabajo, pero así es la vida de actor. Hay que tratar de descansar, tomar vitaminas y organizar los tiempos”, recomienda.
El legado de los ancestros y la fuerza del ensamble
La experiencia de ser parte del ensamble de El Rey León, además del cover de Scar, le ha dejado un aprendizaje sobre el trabajo colectivo.
“Es una obra que junta a gente de todo el mundo. Entonces cada quien viene con una preparación diferente, una cultura diferente. Dentro de eso también ha sido una experiencia muy enriquecedora, muy bonita, porque justo conoces a gente de tantas culturas y aprendes mucho de cada persona individualmente; desde lo que hacen en el escenario hasta cómo son como personas”, reflexiona.
Más allá del escenario, la historia de este musical que se estrenó en Broadway en 1997 bajo la dirección de Julie Taymor y se convirtió en una de las producciones más exitosas de todos los tiempos, ha tenido un eco personal en su vida.
“Durante el proceso entre audiciones y ensayos, justo perdí a mi abuelita y algo que habla no es que los ancestros siempre están ahí para cuidarnos. La primera vez que hicimos la aparición fue un momento muy emotivo porque yo imaginé a mi abuelita y a todos mis seres queridos viéndome. Creo que ese es uno de los mensajes más importantes: que la gente siempre está ahí cuidándonos y también que todo vive en un balance perfecto”, remarca.
Al final, su deseo es que el público salga del teatro Telcel con un recordatorio que resume no solo su experiencia en El Rey León, sino también su filosofía de vida.
“Cada quien es importante en el ciclo… Además, la paciencia y la armonía son fundamentales dentro de la sociedad y creo que cada vez es más complicado encontrarlas, porque vivimos en un mundo muy rápido, muy desesperado. Hay que recordar que todo es bello, todo es armonioso, si lo dejamos ser”, concluye.