Cuando lees un libro ¿haces anotaciones en los márgenes, dibujas, e incluso resaltas frases con plumones de color? Entonces eres de los lectores que practican la marginalia. Algunos consideran este acto casi como un acto de vandalismo contra los libros, pero lo cierto es que se trata de una práctica que cada vez tiene más adeptos. Incluso la ciencia lo ve como algo positivo.
Investigaciones recientes respaldan la idea de que anotar en los libros enriquece la experiencia lectora y aporta beneficios cognitivos al cerebro y al proceso educativo, según Scientific American.
En redes sociales, decenas de book-tokers y book-fluencers muestran sus libros donde resaltan las notas escritas o pegadas en los márgenes de los libros. Incluso podemos decir que la marginalia se ha vuelto una tendencia entre algunos lectores, pues es una forma de evidenciar que el libro fue leído, analizado y gozado.
Beneficios de la marginalia
La palabra marginalia deriva del latín y significa “en los márgenes”. Se trata de un repertorio diverso de elementos escritos y, principalmente, icónicos, que se sitúan en los bordes de las páginas de los libros occidentales, especialmente durante la Baja Edad Media, encuadrando el texto, dice la Universidad Complutense Madrid.
Como podemos ver, no se trata de algo nuevo, pero en la actualidad se ha vuelto una práctica más común de lo que parece. Más allá de si se trata o no de una moda o tendencia, la ciencia respalda la marginalia como un acto de aprendizaje positivo. El acto de escribir a mano, especialmente hacer notas en los márgenes de los libros, potencia la memoria y la comprensión lectora.
Una investigación reveló que la escritura manual activa áreas cerebrales asociadas con el aprendizaje y la retención de información, según Frontiers in Psychology. Por su parte, Maryanne Wolf, directora del Centro para la Dislexia, Aprendices Diversos y Justicia Social de la Universidad de California en Los Ángeles, explicó a Scientific American que la anotación permite al lector “ir más allá de la sabiduría del autor para descubrir la propia”, citando al escritor Marcel Proust.
Demet Yayli, profesora de lenguas extranjeras en la Universidad de Pamukkale, Turquía, señaló en el Journal of Language Learning and Teaching que la marginalia resulta esencial en talleres de escritura, especialmente en la formación de escritores de ficción, pues permite a los estudiantes hacer sus propias interpretaciones y mantener un control activo sobre su proceso de aprendizaje.
Un acto personal
La marginalia permite que un libro se transforme en un objeto personal único. Podemos decir que sirve como registro de la interacción del lector con el texto. Esto facilita la revisión de ideas o el seguimiento del propio proceso de pensamiento del lector con un texto y la experiencia de leerlo.
Muchos escritores consagrados solían practicar la marginalia tanto en obras propias como en libros ajenos. Mark Twain, uno de los autores más ilustres de los Estados Unidos, leía armado con un lápiz y rellenaba los márgenes con notas, correcciones, divagaciones, apuntes o comentarios graciosos, y hasta ofensivos. Acá un ejemplo: en la primera página del volumen Vidas paralelas de Plutarco hay una nota que dice: «Traducido del griego por John Dryde y otros. Cuidadosamente revisado y corregido por completo». Twain escribió encima: «Traducido del griego a un inglés nauseabundo por John Dryde y otros. Cuidadosamente revisado y corregido por completo por un idiota».