Para algunos, el performative reading es un medio útil en el camino a cierto éxito social; para otros, una falta de respeto al lector auténtico.
La intelectualidad, muchas veces vista como parte del combo de la inteligencia, tiene en definitiva buena reputación. Por ejemplo, tal vez has escuchado hablar de la sapiosexualidad, que es la atracción emocional, romántica, y hasta sexual, por una persona cuyo intelecto e inteligencia te resultan dotes dignos del “me gusta”. Teniendo información como esta circulando por los saberes de la actualidad, era cosa de tiempo para que algo como el “performative reading” surgiera.
¿Qué es el performative reading?
El performative reading tiene sus variedades, pero todas señalan hacia la lectura por pose y no por genuino gusto. Básicamente eso es este fenómeno: aparentar una pasión literaria con la intención de resultar atractivo o interesante para otras personas.
Pensando en que esto es un ejercicio que se práctica en razón de los demás, el performative reading viene acompañado de la necesidad de realizarse en lugares donde la gente que nos interesa pueda vernos.
Las variedades del performative reading llegan entonces divididas por el a quién queremos impresionar. Puede ser a los compañeros de trabajo, de clase, a la mujer que nos llama la atención o a quienes se nos ocurran.
Hay libros más efectivos que otros
Sí, ya entrados en pretensiones, el performative reading, cuando se pone más ambicioso, no se satisface tomando un libro al azar. Pensando en las miradas capturadas, los que han investigado esta tendencia dicen que la balanza se inclina hacia libros clásicos.
Claramente hay lecturas más complejas de otras, más cargadas de respeto y alabanzas. Si te sorprenden con una de esas en las manos, qué tanto mejor, ¿o no?
Performative reading, un tema cuestionable
Otra variedad del performative reading es esa de formar comunidades en redes sociales que sigan nuestro progreso de lecturas. En varias de esas plataformas la admiración está en cuántos libros se leen en determinado tiempo, y no en el verdadero disfrute de la experiencia o en las reflexiones y aprendizajes obtenidos.
De modo que estamos ante algo polémico, algo que se incentiva por un consumismo, trasladado a esta área, y por la creencia de que practicar esto, aun cuando no tengamos una conexión real con el mencionado pasatiempo, nos hará caer en la gracia de quien queremos.
Puedes suponer que a varios lectores no les agrade mucho este fenómeno creciente. ¿Tú qué opinas?