Cada otoño, un fenómeno silencioso y majestuoso vuelve a pintar de naranja y negro los cielos de México. Son las mariposas monarca, viajeras incansables que recorren más de 4,000 kilómetros desde Canadá y Estados Unidos hasta los bosques de oyamel en Michoacán y el Estado de México. Su llegada anuncia el fin del calor, el inicio del descanso y una lección natural sobre resistencia y belleza.
Verlas es una experiencia que trasciende lo turístico. Es un encuentro con el milagro del vuelo, un recordatorio de que aún existen maravillas que solo ocurren si la naturaleza sigue respirando.
La ruta del viajero alado
Cada año, entre finales de octubre y principios de noviembre, millones de mariposas monarca emprenden un viaje épico hacia el sur, huyendo del frío norteamericano. Su destino: los bosques templados de Michoacán, donde encuentran el microclima perfecto para pasar el invierno.
Ahí, se agrupan por miles en los árboles de oyamel, cubriéndolos por completo hasta convertirlos en cascadas vivas de color ámbar. Cuando los rayos del sol las despiertan, levantan el vuelo todas al mismo tiempo, llenando el aire con un sonido casi imperceptible pero hipnótico.
Este 2025, los santuarios de la mariposa monarca abrirán al público el 15 de noviembre, marcando el inicio de la temporada ideal para visitarlas. Permanecerán en México hasta marzo, cuando la primavera las llame de nuevo al norte para reiniciar el ciclo.
Por qué se llaman “Monarca”
El nombre tiene su toque de realeza. Según la Monarch Butterfly Biosphere Reserve, la palabra proviene del griego monárchēs, que significa “gobernante” o “rey”. Y tiene sentido: pocas criaturas merecen más ese título que una mariposa capaz de cruzar un continente guiada solo por el sol y el instinto.
También se le conoce como mariposa algodoncillo, por su relación con la planta asclepias (o algodoncillo), de la que se alimentan las orugas y de donde obtienen su característico sabor amargo, su mejor defensa ante los depredadores.
Dónde y cómo verlas
Los principales santuarios de la mariposa monarca en México se ubican en la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO. Los más visitados son:
- El Rosario (Ocampo, Michoacán)
- Sierra Chincua (Angangueo, Michoacán)
- Piedra Herrada (Valle de Bravo, Estado de México)
- La Mesa y El Capulín (Donato Guerra, Estado de México)
Cada uno ofrece una experiencia distinta, pero todos comparten un mismo encanto: la sensación de estar en un santuario vivo, donde la naturaleza dicta el ritmo y el silencio se vuelve sagrado.
Recomendaciones para una visita responsable
Ver a las monarcas es un privilegio, y con él viene la responsabilidad de protegerlas. Toma en cuenta estos consejos antes de planear tu visita:
Sigue las reglas del santuario. Están ahí para preservar el entorno. No toques a las mariposas ni te salgas de los senderos marcados.
Vístete adecuadamente. Los bosques se ubican en zonas altas y frescas; lleva abrigo, calzado cómodo y agua.
No bloquees el sol. Las monarcas necesitan la luz solar para calentarse y volar. Mantente a distancia prudente.
Fotografía con respeto. Evita el flash y los ruidos fuertes. Deja que la luz natural haga el trabajo.
Planea tu horario. Los santuarios suelen abrir desde las 9:00 a.m. hasta las 5:00 p.m. Llegar temprano te permitirá disfrutar la calma de la mañana y el espectáculo de su despertar.
Una especie en riesgo
La mariposa monarca está en peligro de extinción, y su población se ha reducido drásticamente en las últimas décadas. El cambio climático, la deforestación y el uso de pesticidas en su ruta migratoria amenazan su supervivencia.
Cada visitante consciente ayuda: al seguir las normas, apoyar el ecoturismo responsable y difundir su historia, contribuyes a mantener viva una de las migraciones más asombrosas del planeta.
Presenciar el arribo de la mariposa monarca es algo que todos deberíamos experimentar al menos una vez. Además de un paseo memorable es una lección de humildad, de conexión y de respeto por lo efímero.