Jurassic World: Rebirth – Final explicado y el futuro de la saga

Un nuevo rugido en la saga jurásica con un final que deja muchas puertas abiertas.

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Treinta años después de que Alan Grant y Ellie Sattler pusieran un pie en Isla Nublar, los dinosaurios están, otra vez, al borde de la extinción. Pero Jurassic World: El Renacer (Jurassic World: Rebirth) no es simplemente otra cinta de acción prehistórica: es una actualización genética de la franquicia que combina ciencia, suspense y monstruos que parecen salidos de tus peores pesadillas. Esta nueva entrega le da un giro a la fórmula al mostrarnos un mundo que ya no idolatra a los dinosaurios… pero que aún no ha aprendido a dejarlos en paz.

El final de El Renacer no solo abre la puerta a más secuelas, también reconfigura la brújula moral de la saga. Y si saliste del cine preguntándote qué diablos pasó con Zora, Henry, el ADN, el D-Rex o la isla maldita, aquí te lo explicamos.

La isla de los horrores: mucho más que un zoológico fallido

Lo que parecía una simple expedición científica se convierte rápidamente en una pesadilla darwinista. Zora, Henry y su equipo descubren que la isla ecuatorial no era un santuario natural, sino un laboratorio secreto donde se crearon criaturas deformes y peligrosas, combinando ADN de dinosaurios con modificaciones genéticas que rayan en lo monstruoso.

Y sí, eso incluye al D-Rex, una criatura aterradora que parece la unión impía entre un T-Rex y un Xenomorfo. Esta bestia no solo lidera la cadena alimenticia local, sino que se convierte en el verdadero villano del clímax, dejando claro que los errores del pasado siguen multiplicándose… solo que ahora con más dientes.

Muerte, traición y justicia jurásica

No todos logran salir con vida. El grupo comandado por Zora es diezmado uno por uno. Bobby se convierte en sushi para un dinosaurio marino, otros caen apenas pisan tierra firme y Martin Krebs, el millonario detrás de la expedición, recibe una lección que ni Spielberg se hubiera atrevido a escribir: devorado por sus propias ambiciones (y por un dinosaurio también).

Martin prometía salvar vidas con una vacuna hecha a partir del ADN recolectado… pero en realidad buscaba llenarse los bolsillos. Su desaparición le da a Zora y Henry la oportunidad de reformular sus intenciones. Lo que empieza como una misión con fines económicos, termina con un giro altruista que le da cierta redención a los protagonistas sobrevivientes.

ADN, vacunas y redención jurásica

Tras escapar de la isla con vida (gracias a un acto heroico de Duncan Kincaid, quien se sacrifica para distraer al D-Rex), Zora y Henry deciden no vender el ADN ni patentar la vacuna, sino compartirla abiertamente para que todos puedan beneficiarse de ella. Un cierre que rompe con la lógica corporativa que ha impulsado la saga desde sus inicios y que, por primera vez, deja una pequeña esperanza en medio de tanto caos evolutivo.

Este gesto es un intento por romper el ciclo de explotación que ha marcado cada película desde 1993. En lugar de usar el ADN como una nueva oportunidad de control, lo convierten en un acto de liberación científica.

Dolores, la dino mini, y el regreso a casa

Rubén, su hija Isabella y su familia también logran sobrevivir al infierno jurásico. Pero se llevan algo más que el trauma: Dolores, una pequeña dinosaurio que desarrolla un vínculo con la niña, se convierte en el símbolo más entrañable del filme. Una criatura nacida del horror genético que, sin embargo, representa la posibilidad de una coexistencia más sana… o por lo menos más tierna.

¿Y ahora qué? El parque no está cerrado

La película cierra sin cerrar. La isla sigue existiendo, el laboratorio aún funciona y el D-Rex no ha dicho su última palabra. Aunque no hay confirmación oficial de una secuela, el terreno está más que fértil para continuar. Ya sea con Zora y Henry explorando las implicaciones de su descubrimiento, o con otro grupo que intente apagar lo que queda del infierno en la isla, El Renacer deja claro que la franquicia no ha terminado su ciclo.

Pero quizás, solo quizás, esta vez podamos imaginar un futuro donde los humanos finalmente dejen en paz a los dinosaurios… aunque todos sabemos que eso no va a pasar.

Jurassic World: El Renacer es un capítulo salvaje y frenético que mezcla crítica, aventura y espectáculo genético. Su final nos deja con más preguntas que respuestas, pero con la certeza de que la saga sigue evolucionando.

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