Guillermo del Toro nunca ha ocultado su fascinación por los monstruos. En su filmografía, desde El espinazo del diablo hasta La forma del agua, lo inhumano siempre ha servido como espejo de lo humano. Por eso, que haya decidido llevar al cine Frankenstein no solo era cuestión de tiempo, sino de destino.
Tras años de espera y rumores, Frankenstein finalmente llega a Netflix el próximo 7 de noviembre, consolidándose como uno de los estrenos más anticipados del año y como la pieza más íntima y ambiciosa del director mexicano. La cinta, que ya recorrió festivales internacionales y cosechó ovaciones, promete convertirse en un referente moderno del cine gótico.
Una historia que Del Toro llevaba en la sangre
El cineasta tapatío ha confesado en varias ocasiones que la novela de Mary Shelley marcó su vida desde la adolescencia. En Frankenstein, del Toro encontró el eco de sus propios temas: la soledad, la culpa, la búsqueda del amor y la necesidad de crear belleza dentro del horror.
Su versión cinematográfica no es solo una adaptación literaria, sino una relectura emocional, en la que la criatura deja de ser un simple experimento fallido para convertirse en símbolo de abandono y anhelo. “No es una historia sobre el miedo a la muerte”, ha dicho del Toro, “sino sobre el miedo a no ser amado”.
Un elenco que encarna la tragedia
El filme cuenta con un reparto impecable encabezado por Oscar Isaac como Victor Frankenstein, Jacob Elordi como la criatura y Mia Goth en el papel de Elizabeth. Completan el elenco Christoph Waltz y Felix Kammerer, aportando profundidad y tensión a una historia que se desarrolla entre laboratorios sombríos, mansiones húmedas y paisajes que parecen surgir de un sueño febril.
La película —de 2 horas y 3 minutos de duración— está narrada desde dos perspectivas complementarias: la del creador y la de su creación, en un diálogo visual y emocional que solo alguien como del Toro podía orquestar.
Oscuridad, belleza y redención
Visualmente, Frankenstein es un homenaje al cine gótico clásico, pero con la sensibilidad moderna que caracteriza al autor de Crimson Peak. Cada plano está diseñado como un cuadro barroco: hay texturas de piedra, niebla y sangre, pero también ternura y una luz que lucha por atravesar la oscuridad.
Detrás del horror se esconde una meditación sobre la paternidad, la pérdida y la responsabilidad de crear. Del Toro consigue que el espectador sienta compasión por el monstruo y cuestionamiento hacia su creador, en un relato que se mueve entre la ciencia ficción y la tragedia más pura.
Una obra maestra de autor
Clasificada como R por su tono sombrío y sus escenas intensas, Frankenstein no busca complacer a todos los públicos. Es una película que exige atención, que invita a reflexionar sobre el alma humana y que confirma a Guillermo del Toro como uno de los grandes narradores visuales de nuestro tiempo.
Con su estreno en Netflix, el 7 de noviembre marcará el inicio de una nueva etapa para los mitos clásicos del terror. En manos de del Toro, el monstruo vuelve a respirar, y con él, renace la promesa de que incluso en la oscuridad más profunda puede haber belleza.