Hay noticias que pesan más que otras. No porque sorprendan, sino porque confirman lo inevitable. El posible final de los Rolling Stones en 2026 no es solo un asunto de agenda o de salud: es un golpe directo al corazón del rock. Hablar de su disolución definitiva equivale a hablar del cierre simbólico de una era que comenzó a principios de los sesenta y que, contra todo pronóstico, ha sobrevivido más de seis décadas.
Los problemas de salud de Keith Richards, que han obligado a cancelar la esperada gira europea de 2026, han abierto una pregunta incómoda que muchos fans preferían no formular: ¿y si esta vez sí es el final?
Los Rolling Stones: el alma es Jagger–Richards
Que los Rolling Stones hayan llegado hasta 2025 ya es, en sí mismo, un pequeño milagro de la historia cultural contemporánea. Desde 1962, la banda ha atravesado cambios sociales, musicales, tecnológicos y personales que habrían acabado con cualquier otro grupo mucho antes.
Aunque su formación ha sido todo menos estable —Brian Jones, Mick Taylor, Ronnie Wood, Bill Wyman, Charlie Watts—, hay un núcleo que siempre ha sostenido el edificio: Mick Jagger y Keith Richards. Más que compañeros, son una fuerza creativa indivisible. Sin Richards, no hay riffs. Sin riffs, no hay Stones.
La artritis que hoy afecta al guitarrista no es un detalle menor. No se trata solo de tocar bien o mal, sino de asumir el nivel de exigencia física y mental que implica una gira mundial. Si Richards se ve obligado a colgar definitivamente la guitarra, estaríamos ante uno de los momentos más importantes —y dolorosos— de la historia del rock.
Queda la incógnita del estudio. En los últimos años, la banda ha trabajado en nuevo material. Si ese álbum llega a publicarse, podría convertirse en un testamento sonoro, un último capítulo firmado por los grandes supervivientes del rock & roll.
The Who: cuando el desgaste ya no es solo físico
Otra banda británica que parece caminar sobre terreno resbaladizo es The Who. Fundados en 1964, han logrado estirar su legado durante décadas, pero 2025 fue especialmente turbulento.
El conflicto público entre Roger Daltrey y el baterista Zak Starkey —con reproches lanzados en pleno concierto— dejó algo más que un mal momento: evidenció una fractura interna difícil de reparar. El posterior despido de Starkey, los intentos fallidos de reconciliación y la sensación de agotamiento creativo han disparado los rumores de separación definitiva.
The Who ya no viven de promesas, sino de un repertorio histórico que se ha tocado hasta el límite. 2026 podría ser el año en que se acepte oficialmente lo que muchos ya sospechan.
Jane’s Addiction: la pausa que suena a despedida
En Estados Unidos, el caso de Jane’s Addiction es distinto, pero igual de inquietante. La banda regresó a los escenarios rodeada de expectativas, pero la inestabilidad emocional de Perry Farrell volvió a convertirse en un factor decisivo.
El episodio de septiembre de 2024, cuando Farrell agredió en pleno escenario a Dave Navarro sin provocación aparente, marcó un antes y un después. Desde entonces, se habla de “pausa indefinida”, una expresión prudente que suele traducirse, con el tiempo, en ruptura definitiva.
Nada es oficial aún, pero el historial de la banda y la gravedad del incidente apuntan a que 2026 podría traer el anuncio final.
AC/DC: resistencia absoluta… con fecha de caducidad
Si hay una banda que ha hecho del concepto de supervivencia una marca registrada, esa es AC/DC. Fundados en 1973, los australianos han atravesado tragedias, cambios de vocalista, problemas legales y de salud que habrían terminado con cualquier otra agrupación. Sin embargo, 2026 podría marcar el punto final incluso para uno de los nombres más indestructibles del hard rock.
El principal factor es, una vez más, el tiempo. Angus Young, único miembro fundador en activo, supera ya los setenta años y carga sobre sus hombros no solo la guitarra solista, sino el peso simbólico de mantener vivo el espíritu de la banda. A esto se suma el estado de salud de Brian Johnson, cuyo histórico problema de audición ya lo obligó a abandonar una gira en 2016 y que, aunque ha regresado, sigue siendo una amenaza constante para cualquier planificación a largo plazo.
AC/DC ha demostrado que puede seguir adelante incluso cuando todo parece indicar lo contrario, pero también ha sido una banda pragmática. No suelen dramatizar ni estirar artificialmente sus despedidas. Si 2026 se convierte en el año de su retirada definitiva, es probable que ocurra sin grandes comunicados ni giras de despedida interminables, fieles a una filosofía directa: mientras haya energía, se toca; cuando ya no, se para.
De confirmarse ese escenario, AC/DC no se disolvería como una banda rota, sino como una institución que decidió bajarse del escenario antes de traicionar su propio legado.
Oasis: el eterno signo de interrogación
Y luego están ellos. Oasis. La banda que convirtió el conflicto fraternal en combustible creativo y que se separó en 2009 de la manera más explosiva posible: una pelea entre los hermanos Gallagher en París.
Hoy, contra todo pronóstico, están de vuelta. Hay gira, hay planes y hasta se habla de nuevo material. Pero si algo ha enseñado la historia de Oasis es que la estabilidad nunca ha sido su fuerte. Cada concierto es también una apuesta.
¿Será 2026 el año de la consolidación definitiva… o el de una nueva ruptura histórica? Con Oasis, nadie se atreve a asegurarlo.
El fin de una era que se resiste a morir
Si algo une a todas estas bandas no es solo su edad o su legado, sino el hecho de haber empujado el rock más allá de sus propios límites temporales. Que algunas de ellas puedan desaparecer definitivamente en 2026 no significa que el rock muera, pero sí que cambia de piel.
Los Rolling Stones, The Who, Jane’s Addiction, AC/DC y Oasis no son solo nombres en un cartel: son capítulos vivos de la historia cultural del último siglo. Si el telón cae, lo hará entre aplausos, nostalgia y una certeza incómoda: no volveremos a ver algo igual.