El inminente estreno de Frankenstein, la nueva película de Guillermo del Toro para Netflix, ha devuelto al monstruo más trágico de la literatura al centro de la conversación. Sin embargo, antes de que esta nueva versión conquiste la pantalla, vale la pena recordar una interpretación que marcó una época: la de Rory Kinnear en la serie Penny Dreadful.
Estrenada hace más de una década, la producción creada por John Logan redefinió el horror gótico para la televisión moderna. En ella, el monstruo de Frankenstein —rebautizado como Caliban— se convirtió en un símbolo de lo que significa ser humano en un mundo que castiga la diferencia.
El laboratorio victoriano donde nació un clásico moderno
Penny Dreadful fue un experimento narrativo único. La serie reunió a figuras icónicas de la literatura del siglo XIX —como Dorian Gray, Victor Frankenstein y el hombre lobo Ethan Chandler— en una Londres oscura y sobrenatural. Pero entre ellos, Caliban brilló con luz propia.
Kinnear dio vida a un ser tan monstruoso como sensible: un hombre reconstruido con piezas de cadáveres, condenado a existir sin haberlo pedido. Su dolor, su furia y su ternura se mezclan en un retrato que va más allá del simple horror.
Un monstruo que anhela amar
A diferencia de muchas adaptaciones, Penny Dreadful se atreve a explorar la vida emocional del monstruo. Caliban no solo busca venganza; busca amor, comprensión y un lugar en el mundo. Su intento de tener una compañera, Lily, termina siendo un cruel recordatorio de que incluso entre los muertos, el rechazo duele.
Lily —interpretada por Billie Piper— elige abrazar su oscuridad, mientras que Caliban lucha por conservar algo de humanidad. Esa tensión moral se convierte en el eje de su tragedia.
Vanessa Ives y la redención a través del alma
El vínculo entre Caliban y Vanessa Ives (Eva Green) ofrece algunos de los momentos más conmovedores de la serie. Ambos son criaturas marcadas por el destino, atrapadas entre la luz y la sombra. Su conexión, más espiritual que romántica, demuestra que incluso las almas más atormentadas pueden reconocerse en medio del horror.
El monstruo que aprendió a ser humano
En las últimas etapas de su historia, Caliban enfrenta su pasado y comprende que la redención no se encuentra en el perdón de los demás, sino en el propio. Renuncia a la violencia, acepta su soledad y, con ello, se libera.
El arco de su personaje no solo cierra de forma poética, sino que lo convierte en una de las representaciones más profundas del mito de Frankenstein: un monstruo que aprende, a través del dolor, lo que significa vivir.
Un legado que trasciende la serie
Aunque Penny Dreadful terminó prematuramente, su visión del monstruo perdura. Kinnear ofreció una interpretación que combina brutalidad y ternura, resignación y esperanza. En su mirada se resume el verdadero espíritu del relato de Mary Shelley: el miedo no proviene del monstruo, sino del rechazo de la humanidad.