‘El juego del calamar 3’: los nuevos juegos mortales de la serie más brutal de Netflix

En el universo oscuro de las series surcoreanas, pocas producciones han logrado marcar a una generación como El juego del calamar.

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NETFLIX

Desde su estreno en 2021, El juego del calamar se convirtió en un fenómeno global que conjugó la crítica al sistema capitalista con una estética inquietante y un despliegue brutal de juegos infantiles convertidos en trampas letales. Ahora, con el estreno de su tercera y última temporada el pasado viernes 27 de junio, Netflix despide con sangre, tensión y traición uno de los mayores éxitos de la era del streaming.

El juego del calamar 3 retoma la historia justo donde la dejó la segunda temporada: con los sobrevivientes del escuadrón rebelde encabezado por el jugador 456 en plena confrontación contra los organizadores. Pero la rebelión no triunfa. Al contrario, se convierte en la excusa perfecta para aumentar el sadismo de los nuevos desafíos. Porque aquí, como siempre, el espectáculo debe continuar… y los ricos siguen mirando.

La crueldad como castigo

Esta temporada no se trata de introducir nuevos jugadores ni de revivir los clásicos. El foco está en castigar, en someter, en humillar. La narrativa se vuelve aún más introspectiva y brutal. Ya no hay máscaras que oculten la desesperación. Los sobrevivientes no compiten por dinero; ahora luchan por una especie de redención imposible, arrastrados por una mecánica de juegos aún más despiadada.

Con un total de tres nuevas rondas de eliminación, la serie propone escenarios que elevan la tensión a un nuevo nivel. Cada juego revela no solo una mecánica letal, sino también dilemas morales que desnudan lo más oscuro del alma humana. Te los explicamos a continuación.

1. Llaves y cuchillos: estrategia, sangre y traición

En este primer reto, los jugadores son divididos en dos equipos: azules y rojos. Los primeros deben esconderse; los segundos, cazar. El escenario: un set cerrado con múltiples habitaciones, escaleras y puertas secretas. Los azules reciben una llave con una forma geométrica (círculo, triángulo o cuadrado), mientras que los rojos, simplemente, un cuchillo.

Pero aquí está el giro: sólo podrán escapar si tres jugadores con llaves distintas cooperan para abrir las puertas correctas. ¿El problema? Los rojos deben matar sí o sí a un azul para no ser eliminados. Esta dinámica obliga a los jugadores a negociar, traicionar, y elegir entre confiar o apuñalar por la espalda, todo bajo un límite de 30 minutos. Es escondidas en su versión más sádica y paranoica.

2. Saltar la cuerda: equilibrio entre el miedo y el vacío

El segundo juego es visualmente espectacular y físicamente exigente. Los jugadores deben cruzar un puente suspendido a gran altura mientras saltan una cuerda giratoria, operada por dos muñecos mecánicos de dimensiones aterradoras. Pero eso no es todo: en medio del puente hay un hueco gigante que también deben superar.

El escenario recuerda a las Piedras de cristal de la primera temporada, pero aquí la combinación de altura, tiempo limitado (20 minutos) y la exigencia de coordinación lo convierte en un ejercicio extremo de resistencia mental y física. Un mal salto no sólo significa caer… sino volar hacia una muerte segura mientras el público millonario aplaude en las sombras.

3. El juego del calamar en altura: poder o caída libre

Para cerrar con broche rojo, el tercer juego es una reinterpretación macabra del clásico juego final de la primera temporada, pero ahora llevado al límite. Los jugadores deben ascender tres torres con forma de las icónicas figuras del programa: cuadrado, triángulo y círculo.

En cada torre, para poder avanzar, deben tirar al vacío a otro jugador. Matar ya no es una posibilidad: es una condición. Cada torre ofrece apenas 15 minutos para decidir quién vive y quién muere. Y para pasar a la siguiente estructura, hay que cruzar un puente que sólo existe durante cinco minutos. Un retraso, una duda, un momento de humanidad… y se acabó.

Un cierre a la altura de una distopía sin redención

El juego del calamar 3 no es sólo una acumulación de muertes estilizadas. Es el reflejo cruel de un sistema que transforma la vida humana en entretenimiento. Si la primera temporada planteaba preguntas filosóficas sobre la desesperación económica, y la segunda abría la puerta al colapso moral del sistema de juego, la tercera entrega se siente como una sentencia final. Aquí no hay escapatoria, ni esperanza, ni redención posible.

En esta última vuelta de tuerca, la serie hace honor a su legado: elevar el género del survival horror con una estética impecable, personajes complejos y un ritmo narrativo que te deja sin aliento. El juego del calamar termina como empezó: mostrando que, en un mundo podrido por el poder y la avaricia, lo más peligroso no son las reglas… sino quienes las observan con una sonrisa.

¿Vale la pena verla?

Si llegaste hasta aquí, la respuesta es un sí rotundo. El juego del calamar 3 es una clase magistral de tensión narrativa y comentario social en clave de serie. No es para estómagos débiles, pero sí para mentes despiertas. Un final que no busca complacer, sino incomodar. Y en estos tiempos, eso se agradece.

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