El DeLorean de ‘Regreso al Futuro': el ícono sobre ruedas que desafió al tiempo

El DeLorean de ‘Regreso al Futuro’ es una cápsula cultural que mezcla nostalgia, diseño audaz y pura magia del cine.

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GETTY IMAGES

Para los amantes del cine y los fanáticos de los autos clásicos, hay un modelo que trasciende la velocidad, el diseño y la historia misma: el DeLorean DMC-12 de Regreso al Futuro. No importa si sabes o no cómo funciona un condensador de flujo: si viste a Marty McFly viajar al pasado con este coupé de alas de gaviota, ya sabes que estás ante la máquina del tiempo más cool que ha visto Hollywood.

Pero lo que muchos no saben es que detrás del acero inoxidable brillante y los 142 km/h de ficción, hay una historia real repleta de escándalos, fracasos empresariales, decisiones creativas geniales y un culto que sigue vivo hasta hoy.

¿Una marca real o un mito hollywoodense?

Primero, pongamos las cosas claras: DeLorean existió de verdad, aunque no por mucho tiempo. Fue creada por John Z. DeLorean, un ex alto mando de General Motors que soñaba con fabricar un deportivo asequible. El resultado fue el DMC-12, un coche tan futurista como problemático. Mal desempeño, alto costo de producción y un escándalo de cocaína que salpicaría al propio John lo llevaron a la quiebra... justo antes de que el cine lo hiciera leyenda.

Y aunque fue absuelto, el daño ya estaba hecho. Irónicamente, fue esa reputación contracultural la que hizo que los creadores de Back to the Future dijeran: “Perfecto, esto es exactamente lo que Doc Brown manejaría”.

El diseño: una obra de arte Frankenstein

La versión cinematográfica del DeLorean no es un simple coche con efectos especiales. Es una auténtica criatura ensamblada con piezas tan dispares como tapacubos de un Dodge Polara, partes de un helicóptero, limpiadores de batería y hasta un velocímetro falso, porque el original no pasaba de 137 km/h. En otras palabras, no solo viajaba en el tiempo… también burlaba la física automotriz.

El resultado fue tan impresionante que aún hoy se sigue replicando en juguetes, videojuegos, y hasta en coleccionistas que buscan armar su propia máquina del tiempo en el garage de casa.

Tres coches, una leyenda

Durante el rodaje se usaron tres DeLoreans distintos: el A-car para tomas de primer plano, el B-car para escenas de acción y el C-car, que fue brutalmente mutilado para permitir que las cámaras filmaran el interior. Solo uno sobrevivió intacto: el A-car, que hoy puede verse en el Museo Automotriz Petersen de Los Ángeles tras una meticulosa restauración narrada en el documental OUTATIME.

Los otros no corrieron con la misma suerte. El coche B fue destrozado por un tren al final de Volver al Futuro III y el C terminó como un Frankenstein de piezas usadas.

¿Un Mustang como máquina del tiempo? ¡Ni de chiste!

Ford quiso meter su Mustang en la película y ofreció 75 mil dólares a Universal para lograrlo. La respuesta del guionista Bob Gale es ya parte de la historia del cine: “Doc Brown no conduce un puto Mustang”. Porque sí, el DeLorean no solo lucía futurista… tenía alma.

¿Quieres uno? Vas a necesitar más que plutonio

La mala noticia es que no puedes tener el DeLorean original (a menos que trabajes en el Museo Petersen). La buena es que puedes comprar una réplica funcional desde 130 mil dólares, o incluso construir la tuya con ayuda de una comunidad global de fanáticos que intercambian planos, piezas y tips como si fueran mecánicos del espacio-tiempo.

Y si solo quieres ver el coche de cerca, date una vuelta por L.A., donde el A-car está en exhibición permanente. Créenos: estar frente a él es como encontrarte cara a cara con la historia.

Más que un auto, una máquina para soñar

El DeLorean de Regreso al Futuro es algo más que una máquina del tiempo, o un auto clásico más. Es una cápsula cultural que mezcla nostalgia, diseño audaz y pura magia del cine. Puede que no fuera el más veloz, ni el más potente, ni el más práctico… pero sí es, sin duda, el más inolvidable.

Y tú, ¿qué harías si tuvieras un DeLorean con condensador de flujo? Porque recuerda: donde vamos… no necesitamos carreteras.

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