Entre matcha y labubus, los hombres performativos buscan robar las miradas y el corazón de las mujeres.
Cuando se encienden las discusiones en internet sobre temas de género, a veces nos encontramos con una mujer que toma parte del lado de los hombres, defendiendo las razones de ellos y hasta siendo empática con su sentir. Sus congéneres suelen señalarla diciendo que solo se trata de una persona que está buscando aprobación masculina. Bueno, irremediablemente, esta situación, pero al revés, nos hizo pensar mucho en los hombres performativos, una nueva tendencia que, algunos dicen, está reescribiendo la masculinidad.
¿Quiénes son los hombres performativos?
De acuerdo con el diario estadounidense, The New York Times, el arquetipo de los hombres performativos viene a hacerse espacio en un momento en que la propia masculinidad, y ciertos rincones de internet codificados como masculinos, son un foco de atención política.
De forma breve, pero acertada, Guinevere Unterbrink, profesora de arte, dijo al medio citado que los hombres performativos son aquellos que “intentan adaptarse a lo que creen que les gusta a las mujeres feministas”.
En definitiva esta nueva forma de representarse a sí mismo está causando un revuelo en redes, sobre todo inspirando burlas y críticas de otros hombres. Y es que para varios esto no tiene nada de genuino.
Como bien dicen quienes han analizado el arquetipo, al cuidar su estética y calibrarse según el gusto de la mujer progresista, los hombres performativos buscan ser la antítesis del tóxico.
¿Cómo es esta nueva masculinidad?
Simple y sencillamente, los hombres performativos hacen un esfuerzo por agradar, y esto implica cargar con algún libro como La campana de cristal de Sylvia Plath, llevar labubus colgando del cinturón o la mochila o, incluso, traer artículos de higiene femenina, para socorrer a alguna mujer que se cruce en su camino.
“Un hombre performativo se preocupa menos por quién es una persona y más por cómo selecciona y proyecta su masculinidad en público, generalmente en línea. Es alguien plenamente consciente de que la masculinidad está siendo observada, evaluada y consumida, y por eso la escenifica”, dice a The Guardian, J’Nae Phillips, pronosticadora de tendencias.