Tras un intenso entrenamiento en el que pusiste a prueba tus fuerzas y destreza, siempre se antoja darse una ducha para eliminar el sudor y relajarse. Algunos atletas prefieren hacerlo con agua caliente y otros con agua fría, pero ¿cuál de las dos opciones es la más adecuada?
La ciencia nos dice que la temperatura del agua influye de manera distinta en cada persona, dependiendo de lo que busca. Aunque ambas opciones tienen beneficios, la ciencia ha estudiado sus efectos en la recuperación del cuerpo tras el esfuerzo físico y estos son los resultados.
Beneficios del agua fría después del ejercicio
En primer lugar, como ya dijimos, ayuda a disminuir la inflamación y el dolor muscular, lo cual resulta muy útil luego de sesiones de entrenamiento muy intensas. Diversos estudios citados por Verywell Health demuestran que el agua fría reduce la presencia de creatina quinasa y lactato, compuestos que se acumulan en los músculos tras el ejercicio y que son los responsables del dolor muscular que aparece horas después de las sesiones del entrenamiento.
Otros beneficios potenciales de bañarse con agua fría es que hay una mejor sensibilidad a la insulina, disminución de la grasa corporal, fortalecimiento del sistema inmunológico y fortalecimiento de la salud cardiovascular.
Algunos atletas gustan de bañarse con agua fría, pues les da una sensación de energía renovada, lo cual es muy satisfactorio para cualquier persona acostumbrada a hacer ejercicio.
Una investigación publicada en Frontiers in Physiology confirma que el agua fría después del entrenamiento acelera la recuperación muscular.
Beneficios del agua caliente después de los entrenamientos
En caso de que un deportista busque mejorar su rendimiento físico, conviene que se tome una ducha con agua caliente. Esto le ayuda a incrementar el flujo sanguíneo hacia los músculos para lograr una mejor recuperación muscular y estar listo para sus siguientes entrenamientos, según diversos estudios publicados en Verywell Health.
Por otro lado, el agua caliente ayuda a relajar y dar una sensación de calma después de una sesión pesada de entrenamiento, algo que es esencial a nivel físico y emocional para un atleta.
Estudios publicados en el Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports sugiere que la combinación de ambos métodos es ideal para estimular la circulación sanguínea y la recuperación muscular.
Conviene que los atletas combinen ambos métodos además de cuidar su alimentación y dormir las horas suficientes, lo cual también ayuda a la óptima recuperación muscular y mental.