“Frankenstein” de Guillermo del Toro está siendo un éxito. El final de la película nos deja una valiosa reflexión.
Este fin de semana Netflix recibió uno de sus estrenos más esperados: “Frankenstein” de Guillermo del Toro. La película ya había sido vista por varios en funciones especiales, pero este fue el lanzamiento de mayor alcance para la más reciente obra cinematográfica del director mexicano.
Como era de suponerse, la película ha estado entre lo más visto en su primer fin de semana en la plataforma. Toda la emoción por ver un nuevo trabajo de Guillermo del Toro se hizo patente y la promoción no fue en vano.
En caso de que te hayas quedado con algunas dudas sobre el final de la película, aquí te contamos lo que la obra audiovisual nos dejó como reflexión.
¿Qué podemos entender sobre el final de “Frankenstein” de Guillermo del Toro?
Simplificando la narrativa de la película, podemos decir que esta se divide en el relato de Victor Frankenstein y en el de la criatura. Cada uno de estos nos ofrece una visión distinta de los acontecimientos, lo que nos facilita comprender las razones y el sentir de los dos protagonistas.
Al final de la película, vemos a Victor gravemente herido por haberse enfrentado a lo que él mismo creó. En primer lugar parece que la furia de este último personaje no tiene motivo, que es la característica propia del “monstruo”. Pero basta con escuchar su historia, para ver de forma diferente lo que mueve a este ser.
Luego de comprender la crisis existencial de un individuo abandonado, despreciado, traído irresponsablemente a la vida y que, aparte, se sabe condenado a la inmortalidad, el espectador tiene nuevos elementos para juzgar al “experimento” de Victor Frankenstein. Este también contempla de una forma distinta lo que hizo, cosa que lo lleva a un sincero arrepentimiento.
En su lecho de muerte, Victor Frankenstein le pide a su creación que lo perdone y la insta a vivir, a pesar de todo. Esta se rinde ante la petición del hombre que le dio vida y acepta sus disculpas.
Al final, el perdón es lo que resalta entre los elementos finales, pues es gracias a este que la paz acoge a Frankenstein en sus últimos minutos y que la criatura logra irse también sin resentimientos, dispuesta a aceptarse y a vivir.