Franco Colapinto no llegó por casualidad a las puertas de la Fórmula 1. Detrás del reciente anuncio de su incorporación como piloto de reserva de Alpine, luego de su paso por Williams, se esconde una historia de superación, disciplina y un acompañamiento invisible pero esencial: el de su psicólogo deportivo, Gustavo Ruiz.
Para los fanáticos del automovilismo y las historias de atletas que construyen su destino con perseverancia, el caso de Colapinto es un ejemplo inspirador. Desde que tenía apenas 12 años y daba sus primeras vueltas en karting, Franco trabajó codo a codo con Ruiz, un especialista en alto rendimiento mental. Juntos iniciaron un proceso que no solo moldeó al piloto, sino también a la persona que hoy desafía los límites en el competitivo mundo del motorsport.
El valor de la mente en el automovilismo
La Fórmula 1 es un escenario donde el talento es solo una parte de la ecuación. La otra —menos visible pero igual de decisiva— está en la mente. Así lo entiende Gustavo Ruiz, quien lleva casi una década acompañando a Colapinto en su crecimiento personal y profesional.
“Empecé a trabajar con él cuando tenía 12 años. Fue todo un proceso”, recuerda el psicólogo, que tuvo un rol crucial cuando, a los 14 años, Franco tomó una de las decisiones más difíciles de su vida: dejar Argentina para instalarse en Europa, sin su familia, sin conocer el idioma y con la presión de sostener su carrera con recursos limitados.
Lo que siguió fue un proceso de maduración acelerada. “Franco fue madurando mucho más rápido que cualquier chico de su edad. Trabajó mucho su inteligencia emocional y su enfoque dentro de la pista. Aprendió cuándo ser consistente, cuándo arriesgar, cuándo ir por todo”, explica Ruiz.
Profesionalismo, enfoque y resiliencia
En un deporte donde cada milésima de segundo puede marcar la diferencia, la fortaleza mental es fundamental. Ruiz destaca que Franco ha aprendido a “endurecerse” ante las adversidades, algo imprescindible para un joven que sabía que cada carrera era una oportunidad que no podía dejar pasar.
“La presión no es algo que manejamos tanto como el profesionalismo. Trabajamos en que mantenga los pies sobre la tierra y el foco en su objetivo. El embudo para llegar a la F1 se achica cada vez más, y eso requiere una mentalidad muy clara”, dice Ruiz.
El secreto mejor guardado de Colapinto
El trabajo entre Franco y Gustavo no se limita a sesiones aisladas. Se trata de una relación constante, en la que buscan mantener al piloto centrado en lo que realmente importa: el rendimiento en la pista. “Lo que buscamos es que esté en control de su mente y enfocado en la carrera”, señala el especialista.
Ese estado de concentración plena es lo que, según Ruiz, libera todo el potencial del argentino. “Cuando está en foco, su talento fluye. Se hace uno con el auto. Y ahí es cuando se ve la verdadera calidad de piloto que es”, asegura.
Desde su título en el karting argentino hasta sus pasos por la Fórmula 4 Española y la Fórmula Renault Europea, Colapinto ha demostrado una y otra vez que su mayor fortaleza no es solo su habilidad al volante, sino su capacidad de mantener la calma, el enfoque y la determinación.
Hoy, en la antesala de su gran oportunidad en la Fórmula 1, esa receta silenciosa —hecha de trabajo mental, sacrificio y un vínculo de confianza con su mentor— sigue siendo su motor más poderoso.
Para quienes siguen el automovilismo no solo por la velocidad, sino por las historias humanas que hay detrás de cada piloto, la de Franco Colapinto es una lección de cómo se forjan los verdaderos campeones.