Desde las brumas del lago de Pátzcuaro, en el estado mexicano de Michoacán, emerge una figura femenina vestida de blanco, silenciosa y letal. Se trata de la Miringua, un espíritu ancestral que castiga a los pescadores que se desvían del buen camino. Según la leyenda, la Miringua arrastra a los pecadores a las profundidades del agua, condenándolos al olvido eterno.
Pero este espectro no solo vive en los susurros del viento o en el reflejo de la luna sobre el lago: ahora ha cobrado forma en la pantalla grande con la película Un cuento de pescadores: la leyenda de la Miringua, dirigida por el cineasta mexicano Edgar Nito.
Una de las cualidades más siniestras de la Miringua es que se dice que tiene la facultad de robar la memoria de quienes se encuentran con ella. Este ser lograba que las personas perdieran la noción del tiempo y el lugar, lo que provocaba que las personas se desorientaran y perdieran en el bosque. Miringua es ‘la que te hace perder la memoria’.
El cine como portal: una leyenda rescatada
El director Edgar Nito da nueva vida a este mito purépecha con una visión sombría y socialmente crítica. “La palabra Miringua viene del purépecha y significa olvido. Esta es una historia sobre personajes olvidados”, comenta Nito, dejando claro que su cinta va más allá del susto fácil: es una reflexión sobre el abandono, la culpa y las consecuencias.
La Miringua, ese ente sin rostro definido en la tradición oral, encuentra cuerpo y rostro en la modelo albina Ruby Vizcarra, cuya etérea apariencia inspiró al director desde el inicio. Vizcarra transformó una infancia marcada por el acoso en un acto de reivindicación cultural y personal.
Bajo las aguas: más allá del terror sobrenatural
La película no se detiene en el espectro fantasmal. El verdadero terror también habita en la realidad: la soledad de los pescadores, el peso de los pecados, la sed del alcohol y la culpa que se arrastra como una red invisible. La Miringua es más que un espíritu: es el reflejo de un alma descompuesta.
Tradición en resistencia: la cultura purépecha vive
En este relato oscuro, también brilla la luz de una cultura milenaria. La cinta incorpora costumbres purépechas como la pesca tradicional, la lengua indígena, y la emblemática Danza de los Viejitos, con sus máscaras y pasos rituales, como un homenaje a un México profundo que resiste a la occidentalización.
Esta producción mexicana de terror, que tuvo paso en festivales como Sitges, hace que la leyenda de la Miringua no se pierda entre los pliegues del olvido, sino que se siga contando bajo la luna, en las islas del lago, o en la oscuridad de una sala de cine. Porque toda leyenda vive mientras haya quien la escuche… o quien la tema. ¿Te atreverías a mirar al agua cuando la Miringua podría estar esperando?