Sin Pánico

ataques de pánico

He tenido dos crisis epilépticas en mi vida, por las cuales estuve en tratamiento durante más de 20 años. La primera fue de adolescente, me internaron en un hospital hasta que dieron con el diagnóstico. La segunda crisis fue como universitario. Ambas me provocaron ansiedad y miedo que nunca supe tratar sino hasta que los ataques de pánico se convirtieron en una constante. De repente, de la nada, me empezó a invadir un sentimiento de que algo terrible estaba por pasar, de que estaba sufriendo un ataque cardiaco o de que tendría una muerte súbita. Esos sentimientos se apoderan de la mente, se manifiestan en manos sudorosas, entumecimiento de las manos y obsesión.


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Por Genaro Lozano Las primeras veces que padecí los ataques de pánico, de adolescente, fueron realmente intimidantes. Con el tiempo, el pánico se presentó de manera más frecuente y decidí buscar ayuda médica. Pasé por todo tipo de psicólogos y psiquiatras. Desde los que me recomendaron lecturas como El caballero de la armadura oxidada, un bestseller que no recomiendo, hasta quienes me mandaron a probar técnicas nuevas como la Estimulación Magnética Transcraneal, lo que más me ha funcionado en la vida para controlar este padecimiento. Hoy en día, afortunadamente, tengo las herramientas para enfrentar estos ataques, que ahora aparecen muy de vez en cuando y ya no me obsesionan. Sin embargo, me parece fundamental hablar de salud mental y hacerlo −especialmente− en un país como México. Una encuesta de INEGI muestra cómo los suicidios van al alza en nuestra República. Mientras que en 1994 solo se registran 2603 suicidios, para 2021 el número estaba en 8447 al año. La misma encuesta muestra que en 2017 más del 32 % de los habitantes de los hogares mexicanos con más de 12 años “se han sentido deprimidos” alguna vez y de ese número muchos reportan sentirse deprimidos diaria, semanal o mensualmente. Es decir, tenemos un problema de salud mental en México y le prestamos muy poca atención.

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Recientemente, estuve en la nueva edición de la Feria Internacional del Libro de Monterrey, en una conversación con Siri Hustvedt, ganadora del Premio Príncipe de Asturias, ensayista y novelista estadounidense. El tema central de nuestra plática fue la salud mental. Hustvedt tiene un muy documentado y detallado ensayo sobre este tema. La escritora acababa de perder a su padre y durante la lectura de una elegía, su cuerpo empezó a temblar de manera incontrolable y este síntoma se repitió en repetidas ocasiones. Hustvedt se obsesionó con el malestar, acudió a múltiples médicos especialistas, leyó toda la literatura científica a su alcance y como resultado publicó La mujer temblorosa. Una historia de mis nervios. Tras la publicación del libro, en 2008, la autora dedicó múltiples conversaciones a la salud mental y su interés se reavivó con la Covid-19 y los problemas generado tras la fuerte pandemia. El aislamiento, el miedo al contagio, la falta de contacto humano, la muerte de amigos y familiares sin la posibilidad de un funeral, los duelos privados, entre otros, causaron lo que Hustvedt ha llamado un “trauma colectivo” que no hemos superado a pesar de que México quitó recientemente la obligatoriedad del uso del cubrebocas. Hustvedt no es la única escritora que ha reflexionado sobre los efectos de la pandemia de Covid-19 en la salud mental. El italiano Paolo Giordano fue tal vez el primer escritor en reflexionar sobre ella en un ensayo titulado En el contagio, y que se lee a modo de diario con la ansiedad que le causaba ver el avance de la pandemia en Italia, el sonido constante de las ambulancias, los anuncios diarios de contagios y defunciones y, por supuesto, el no poder salir a la calle, la reclusión en los hogares y la ansiedad que ello sembró en millones de personas en el mundo. Las redes sociales están llenas de influencers que confiesan sus retos diarios con trastornos obsesivos compulsivos, miedo al abandono, síndrome del impostor, ansiedad, depresión y otros males. Esto es muy positivo. Si no hablamos de estos temas, si no encontramos la empatía entre quienes tenemos algún padecimiento así, si no armamos grupos de ayuda o exigimos políticas públicas que atiendan la problemática, el reto será mayor. Gabriel Boric, actual presidente chileno, nunca ha ocultado que padece de trastorno obsesivo compulsivo (TOC) y que ha sido internado en alguna institución médica por algunos días para atenderlo. El exlíder estudiantil ha hecho de la salud mental un tema clave de su gobierno, aumentado el presupuesto público destinado al tema, convirtiéndose en un activista en la materia. Nadie debe avergonzarse de sufrir algún padecimiento de salud mental. La pandemia de Covid-19, la ansiedad que también provocan las redes sociales, el estrés diario, la falta de atención, de insumos y herramientas para atenderla, provocan un sentimiento mayor de aislamiento. Hay que hablar de la salud mental, hay que hacerlo siempre que se pueda, sin miedos, sin estigmas y en primera persona.

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