Sadismo de Estado

vacuna viruela del mono

Una enorme escuela pública en el barrio de Queens es el espacio designado por las autoridades neoyorquinas para vacunar contra la viruela del mono a las poblaciones más afectadas por este brote del virus fuera del continente africano, y que golpea –principalmente– a los hombres gays, bisexuales y a hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH). A las afueras de la escuela hay cuatro mantas grandes en inglés, español, coreano y mandarín que dicen: “Clínica de vacunación contra la viruela del mono de NYC. Solo con cita”. Recargados en la pared hay unas 50 personas, principalmente hombres. Un voluntario me pide el registro de la cita que hice por internet, me pregunta si tengo o si he tenido algún síntoma de viruela del mono, me pide una identificación y me da un papelito amarillo. Por: Genaro Lozano En la fila pocas personas usan cubrebocas. La pandemia de Covid-19 ya no es el tema. El brote de la viruela del mono es lo que ahora preocupa a la comunidad LGBT neoyorquina y la de otras ciudades del mundo, especialmente por la escasez de vacunas en Europa, Canadá y Estados Unidos, y por su ausencia en el resto del mundo. Parece que no aprendimos nada de la pandemia de Covid-19. El mundo rico acapara las vacunas y deja a los países de medianos y bajos ingresos a su suerte. Londres, Madrid, y Nueva York han sido los epicentros de este brote de la viruela del mono desde abril del 2022 y en esas ciudades la respuesta comunitaria obligó a las autoridades a movilizarse a instalar sitios de vacunación, a dar información sobre el virus y sus riesgos y a detallar la respuesta médica. Unos 20 minutos después de que el voluntario revisó mis documentos, la fila empieza a avanzar. Una voluntaria recoge el papel amarillo a la entrada de la escuela y nos pide seguir a lo largo de pasillo con círculos en el piso que recuerdan la sana distancia. Tras unos 5 minutos más llegamos al área del comedor de la escuela donde hay unas 30 mesas, con personal médico voluntario, con cubrebocas, batas desechables y guantes de látex. En cada una de estas mesas hay una hielera con las dosis de la vacuna del laboratorio danés Bavarian Nordic, que es efectiva para evitar los síntomas de la viruela del mono y para detener su avance, de acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades, los CDC. Al interior del sitio de vacunación hay muchas más mujeres que las que esperaban afuera. La edad promedio debe rondar los 35 años. La enfermera que me administra la vacuna es una mujer afroamericana de unos 50 años, me saluda muy amable, me explica claramente que voy a recibir una vacuna Jynneos, también llamada Imvamune, y que puede tener algunos efectos secundarios. Me hace firmar un consentimiento informado y me administra la dosis subcutánea de 5 ml. Al finalizar me recuerda que necesitaré una segunda dosis. Me despide con un “Cuídate mucho y gracias por vacunarte”. La ciudad de Nueva York tiene una vibrante comunidad LGBT que siempre responde a sus desafíos. Durante el inicio de la epidemia del VIH-sida, la comunidad se activó y exigió investigación, tratamientos y no discriminación. Algo similar está ocurriendo este 2022 con la viruela del mono. Dado que ha afectado principal y casi exclusivamente a poblaciones gays, bis y HSH, la respuesta global ha sido muy débil y han sido las ciudades del mundo desarrollado con movimientos LGBT fuertes las que han respondido de manera más rápida al brote de la viruela símica. La Ciudad de México tiene uno de los movimientos LGBT más fuertes del mundo, pero a pesar de las demandas del activismo de comprar vacunas, la Subsecretaría de Salud, a cargo del doctor Hugo López Gatell, no ha emitido la autorización de la compra de las vacunas, ni Cofepris ha avalado el uso de la misma. Peor aún, solo un laboratorio a nivel nacional está autorizado para procesar las muestras y dar resultados de las pruebas de viruela símica. Esto produce un subregistro en México: a mediados de septiembre “solo” hay unos 1050 casos oficiales registrados de viruela símica. La pandemia de VIH y la de Covid-19 deberían haber dejado enseñanzas globales sobre cómo evitar las futuras pandemias. Una de esas enseñanzas es que hay que realizar diagnósticos rápidos y acceso a muchas pruebas. Otro es que, si hay una vacuna disponible, esta debe adquirirse y administrarse a primero a grupos en riesgo. La viruela símica podría no convertirse en una pandemia gracias al activismo LGBT y a la respuesta de las ciudades que vivieron los primeros brotes más agresivamente. Lamentablemente, en México no habrá vacunas en lo que resta del 2022 y quién sabe que López Gatell las autorice. El doctor Jorge Saavedra, quien dirigió la respuesta del Estado mexicano al VIH-sida, dice que esta actitud es un verdadero “sadismo de Estado”, ya que la persona que contrae la viruela símica puede sufrir mucho dolor. Esta actitud gubernamental parece un “sálvese quien pueda” o un “vacúnense en Estados Unidos” y daña principalmente a la mayoría de la gente que no puede viajar para vacunarse y especialmente a las personas que viven con VIH. Genaro Lozano, politólogo e internacionalista. Profesor, activista, ciclista urbano y vegano. Lector y viajero. Ama cocinar y el buen vino.

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