En Esquire tuvimos la oportunidad de visitar este increíble territorio canadiense, uno donde la vida salvaje y las maravillas de la naturaleza todavía reinan.
Canadá se ha ganado un lugar en el imaginario colectivo con sus paisajes, sus ciudades y su población multicultural, pero tal vez sea lo primero lo que en verdad sigue haciendo de este país algo casi único.
Sí, más allá de las cosmopolitas Toronto, Montreal y Vancouver, existen territorios de Canadá donde la vida salvaje se siente, donde la noches son un concierto de búhos, coyotes y lobos. Ese es el caso del Yukón, una entidad federal de Canadá ubicada en el extremo noroeste del país.
Hace unas semanas fuimos a conocer Yukón, y esto es lo que queremos contarte sobre esta hermosa región canadiense.
Llegando a Whitehorse
Yukón en otoño es un auténtico espectáculo de colores. Desde el avión se empiezan a divisar los árboles verdes y otro amarillos, que no dejan duda sobre en qué momento del año estamos parados.
El punto de partida hacia la aventura que ofrece Yukón es Whitehorse, capital de dicho territorio. Al llegar a ella, la tranquilidad y la paz de una ciudad ordenada son lo primero que salta a los sentidos.
Por si fuera poco, en Whitehorse, que se enmarca perfectamente entre la naturaleza de la región, uno puede vislumbrar desde diferentes puntos las cumbres nevadas de las montañas. A esto, aún hay que sumar que la localidad colinda con el río Yukón.
Aunque la ciudad tiene su oferta gastronómica (los pescados son todo un manjar) y cultural, lo cierto es que Whitehorse es apenas la puerta hacia todo lo que uno verá en Yukón. Es que hay que decirlo: este viaje es sobre todo para quienes quieren ver un territorio poco intervenido por el ser humano.
Yukón, un mosaico de naturaleza y cultura
Desde Whitehorse uno puede contratar diversos tours para ir hacia los puntos más turísticos del área, aunque, como la región es grande, es incluso recomendable pasar al menos una noche en alguna de las cabañas que estén más cerca de los sitios de interés.
Si amas el senderismo, Yukón es para ti. Un imperdible en tu visita a este territorio es el Parque nacional Kluane, hogar del monte Logan, la montaña más alta de Canadá.
En Kluane uno siente que está descubriendo el lugar, que es el primer ser humano que pisa esta tierra salvaje. En cualquier dirección, los paisajes son de postal.
Los guías, preparados para cualquier eventualidad, como el probable encuentro con un oso, te ayudarán a tener una experiencia segura y única.
Eso sí, esto es aventura en su totalidad; la advertencia de encontrarse al rey de los bosques, el oso, está latente. Por eso no se recomienda ir hacia estos parajes sin la orientación de gente que sepa cómo actuar ante un escenario de esos. Una vez con un guía, solo hay que seguir las instrucciones y dedicarse a disfrutar.
Los caminos de Yukón están principalmente trazados por la autopista Alaska. Esta carreta cubre una distancia de 2 mil 451 kilómetros. Fue construida en 1942 por ingenieros del Ejército de los Estados Unidos, para brindar una ruta de suministro terrestre a Alaska, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
A lo largo de la autopista Alaska los bosques se extienden, dando lugar a uno que otro lago. Esos cuerpos de agua ofrecen otras vistas maravillosas. Algunos de ellos presentan tonalidades esmeraldas y otros sirven de espejo al esplendor de las montañas y la vegetación circundante.
De acuerdo con datos de la Enciclopedia Británica, una cuarta parte de la población del Yukón corresponde a los pueblos originarios, que se les conoce localmente como “primeras naciones”. Igualmente, nos señala la fuente, estos grupos son responsabilidad del Gobierno federal, el cual cuida de mantener sus espacios, sus tradiciones y su cultura.
En nuestra visita conocimos a gente de las primeras naciones. Estar en contacto con ellos es ir hacia los orígenes culturales de esta parte del mundo. Te comparten su cosmovisión, en la que, claro, cabe la historia de cómo surgió todo. La armonía que impera en su relación con la flora y fauna es ejemplar.
Auroras boreales
Por supuesto, Yukón, a pesar de ser un territorio poco explorado, cuya capital incluso es desconocida por varios canadienses, se ha posicionado como uno de los mejores lugares del planeta para ver auroras boreales. Es más, expertos en el tema afirman que este es el sitio ideal para el fenómeno.
En nuestra búsqueda de auroras boreales fuimos guiados y acompañados por Sandra Peña, una mexicana originaria de Veracruz que se enamoró de este espectáculo natural y que ha dedicado años de su vida a ir tras él.
Fue en las últimas horas de la noche y las primeras de la mañana cuando nuestra cacería de auroras tuvo lugar. La idea de Sandra era ir a los lagos, pues, hallado el fenómeno, qué mejor que vivirlo duplicado por el reflejo del agua.
Lo logramos. Luego de algunas horas llegamos a un lugar donde cualquier espera vale. No hay palabras que hagan justicia a lo que es ver una aurora boreal. Es algo tan sorprendente, que personas de cualquier parte del mundo están dispuestas a ir hacia estas remotas áreas del hemisferio norte, con tal de vivir la experiencia.
Recomendaciones:
- Para tu aventura en Yukón, no olvides llevar botas de senderismo, así como capas que puedas irte quitando, o poniendo, conforme cambie la temperatura.
- Las precipitaciones son escasas, pero lo mejor es ir prevenido con ropa impermeable.
- En cuanto al clima, nosotros fuimos en otoño, por lo que no experimentamos esos −50 grados del invierno. Sin embargo, más vale ir preparados, ya que hasta en otoño los 0 grados son típicos.
- No olvides que lo mejor es recurrir a las empresas locales para tu experiencia. Ellas cuentan con los expertos y el equipo necesario.
