Luis Estrada lo volvió a hacer. Las muertas, la serie de Netflix que retrata con agudo filo el caso real de las Poquianchis, está a la altura de lo mejor de su filmografía. La serie es un drama combinado con suspenso y comedia que nos deja un final esclarecido, pero lleno de símbolos a los que hay que prestar atención para cerrar el círculo del relato.
El final de la serie transcurre en un tribunal caótico que es poco menos que un circo. El relato se arma con testimonios contradictorios y relatos que se entretejen a conveniencia de unos cuantos: Eustiquio “Ticho” niega y luego admite órdenes, asimismo confirma enterramientos por instrucciones de una de las hermanas; por su cuenta, el capitán Bedoya justifica castigos “ejemplares”, lo que es un retrato más de la corrupción histórica que la serie retrata sobre el país.
¿Qué significa el final de ‘Las Muertas’?
El desenlace retrata la caída de las protagonistas, las hermanas Baladro, pero también expone la corrupción, impunidad, discriminación, las diferencias sociales y la violencia de género que existe en México desde tiempos muy anteriores.
Luis Estrada hace eco de lo escrito por Jorge Ibargüengoitia en su novela original para hacer una crítica mordaz de la sociedad mexicana de mediados del siglo XX, la cual ha cambiado poco o nada en los tiempos actuales.
En el último episodio de la serie vemos cómo la justicia manda a la cárcel a todos los miembros del grupo criminal de las hermanas Baladro. Bedoya recibe 25 años de prisión, pero fiel a su estilo, continúa siendo un hombre corrupto: dentro de la penitenciaría acaba siendo uno de los más temidos tanto por los presos como por los guardias.
A él se siguen Teófilo y Eulalia, quienes reciben una condena de 20 y 15 años respectivamente, aunque esta última salió antes. Ticho recibie 12 años mientras que Juana Cornejo es condenada a pasar 10 años en prisión.
Los que salen mejor parados son “El escalera”, Nicolás y Simón, quienes reciben tan solo seis años y, al salir, retoman sus vidas como si nada en oficios sin peligro para la ley.
¿Qué pasa con Las Baladro?
Las Baladro reciben un castigo de 35 años sin posibilidad de fianza, pero ese mismo tiempo es el que dedican a construir otro imperio tras de las rejas, acumulando dinero gracias a los negocios que lograrían gracias a la corrupción de la penitenciaría. Asimismo reciben dinero por parte de algunos de sus antiguos cómplices como el Escalera. Como vemos, el ciclo de delito y corrupción no frena: solo cambia de maneras para seguir operando.
Las jóvenes supervivientes que fueron obligadas a ejercer la prostitución recibieron una compensación económica del Estado, pero nunca más se supo de ellas. Al final de cuentas, ellas representan el rostro olvidado de la sociedad.
Luis Estrada no se olvida de hacer un homenaje al hombre que hizo posible el relato de esta historia: Jorge Ibargüengoitia (cuyo personaje aparece al final escribiendo el libro).
El monólogo del periodista
Recordemos que uno de los periodistas que cubrieron el caso, lleva a cabo un monólogo en el cual reflexiona sobre el quehacer periodístico y el poder de los medios para contar una historia y exagerarla si es preciso: afirma que sí exageraron “de a dos y hasta cientos”, pero que “era necesario” para concientizar sobre la prostitución infantil, la trata y la corrupción. Y remata: “Y no nos gusta darnos baños con agua de rosas ni tampoco estamos en los elogios mutos. Pero sí creo que nuestro trabajo cambió para siempre la manera de hacer periodismo en México y desde entonces todos los medios, incluyendo la radio y la televisión, han tratado de imitarnos”.
Recordemos que el caso fue seguido de manera muy cercana (en la vida real) por el periódico sensacionalista ¡Alarma!, el cual se encargó de crear todo un mito alrededor de las hermanas y sus delitos.