En pleno 2025, nuestras redes sociales son más que un álbum de fotos o una colección de selfies: son diarios públicos, líneas del tiempo emocionales y hasta vitrinas profesionales. Facebook guarda nuestras vacaciones, Instagram nuestras celebraciones, y LinkedIn nuestros logros laborales. Pero ¿alguna vez te has preguntado qué pasa con todo eso cuando alguien muere?
Aunque la pregunta puede parecer sombría, es profundamente relevante. En la era digital, la muerte no detiene las notificaciones, los recuerdos automáticos ni las etiquetas. ¿Quién se encarga entonces de apagar el interruptor o, mejor aún, de encender una vela virtual? Aquí te lo contamos todo —sin rodeos, con claridad, y con ese toque que hace que esta nota no la olvides.
El perfil que sobrevive: cuando la vida sigue… en línea
Cuando alguien fallece, sus redes sociales no se esfuman. De hecho, muchas veces siguen funcionando como si nada hubiese pasado. Amigos reciben notificaciones de cumpleaños, recuerdos de hace años aparecen en los feeds, e incluso mensajes automáticos podrían seguir llegando.
Esto puede resultar desconcertante para familiares y amigos, sobre todo cuando el duelo aún está fresco. Las redes, entonces, se convierten en un terreno delicado: mitad santuario digital, mitad recordatorio constante del vacío que dejó esa persona.
Facebook e Instagram: del perfil a la memoria
Meta (el gigante dueño de Facebook e Instagram) ha desarrollado mecanismos para enfrentar este tema con un poco de humanidad digital.
En Facebook, existen dos opciones:
Convertir la cuenta en conmemorativa: Esto la bloquea ante nuevos inicios de sesión, pero la mantiene visible para que otros dejen mensajes. Puedes designar en vida a un “contacto de legado” que podrá moderar tributos, aceptar solicitudes de amistad póstumas y actualizar la foto de perfil.
Eliminarla definitivamente: Si la familia así lo prefiere, puede solicitar su eliminación aportando la documentación adecuada (como un acta de defunción).
Instagram, al estar bajo el mismo paraguas, ofrece un modelo parecido. Aunque no tiene contacto de legado, sí permite convertir una cuenta en conmemorativa o eliminarla por completo.
LinkedIn: el adiós profesional
LinkedIn es, por naturaleza, un espacio más laboral. Y cuando alguien muere, la plataforma no permite la conmemoración. En su lugar, los familiares o conocidos deben llenar un formulario para solicitar la baja definitiva del perfil.
El proceso es claro, pero también impersonal. No hay espacio para tributos, sólo para cerrar el ciclo profesional de la persona. Tal vez por eso, muchos prefieren despedirse en otras plataformas.
¿Y ahora qué? El dilema para los que se quedan
Manejar la “herencia digital” de un ser querido no es tarea fácil. Requiere más que saber contraseñas. Requiere sensibilidad, respeto y una buena dosis de tacto. Hay diversas recomendaciones que se deben considerar como no tomar decisiones impulsivas, es decir, que las emociones se asienten antes de convertir, eliminar o transformar perfiles.
Asimismo es importante consultar si hubo instrucciones previas, pues algunas personas ya han designado contactos de legado o dejado pedidos expresos sobre sus redes.
En medio del dolor, muchos comparten demasiado. Recuerda que una red social sigue siendo un espacio público (o al menos, semipúblico).
Usa las redes como un altar de recuerdos: Muchos hallan consuelo compartiendo fotos, anécdotas y mensajes en cuentas conmemorativas. Las redes pueden ser una red emocional de apoyo.
Tu vida digital también merece un testamento
Así como decides qué hacer con tus bienes materiales, ¿por qué no prever qué sucederá con tu identidad en línea? Hoy es posible dejar instrucciones claras, designar contactos de legado y hasta escribir tu último posteo.
Porque, seamos sinceros: si nuestras redes cuentan nuestras historias, ¿no vale la pena decidir cómo termina ese relato?
La muerte digital es tan real como la física. Y aunque las plataformas ofrecen opciones para gestionar los perfiles de los fallecidos, la responsabilidad —y la humanidad— está en nosotros. Pensar en esto no es morboso, es necesario. Porque, al final del día, nuestras redes son un espejo de quienes fuimos… y de cómo queremos ser recordados.