Cuando los créditos suben y el cine se va vaciando, hay quienes corren al baño y quienes se quedan, esperando que pase algo más. Y esta vez, los que se quedaron hicieron bien. Porque Cómo entrenar a tu dragón, la nueva versión live action del clásico animado, trae consigo una escena postcréditos que no solo cierra el telón con elegancia, sino que también deja la puerta abierta a lo que podría venir.
La escena es breve. Nada de fuegos artificiales ni rugidos épicos. Hipo, el protagonista que ya conocemos pero ahora en carne y hueso, aparece frente a un libro. Se abre en una página en blanco. Un espacio vacío, como si aún no se hubiera escrito la última palabra sobre los dragones. En ese silencio de papel, Hipo coloca su propio cuaderno, con un dibujo del Furia Nocturna: Chimuelo. El gesto es simple, pero poderoso. Es una firma. Una declaración. O quizás una semilla para algo más.
Una hoja en blanco, muchas posibilidades
¿Qué significa todo esto? Por un lado, puede leerse como un cierre elegante. Hipo entrega su versión, su historia, su memoria. Pero también puede interpretarse como el inicio de un nuevo capítulo. Hay rumores —sin confirmar, pero con fuerza— que hablan de una secuela programada para junio de 2027. Y esta escena bien podría ser el anzuelo lanzado a una audiencia que ha respondido con entusiasmo a esta reinvención de Berk.
Porque sí, Cómo entrenar a tu dragón ha sido bien recibida. Quizá porque no se ha tratado de rehacer lo que ya funcionaba, sino de transformarlo sin perder la esencia. El director Dean DeBlois repite en la silla de mando, y Gerard Butler vuelve a imponerse como Estoico el Vasto. Pero donde más brilla esta versión live action es en los matices: los enfrentamientos entre Hipo y su padre, que ahora se sienten más reales, más tensos, más humanos. La diversidad del elenco, que renueva los rostros sin alterar el espíritu. Y ese tono más maduro, sin dejar de ser mágico.
El rugido sigue vivo
En 2010, la historia de un muchacho que domesticaba a un dragón cautivó al mundo. Fue el inicio de una trilogía animada que supo crecer con su público. Pero esta nueva entrega live action no es una continuación directa. Es más bien una relectura, una segunda mirada. Y como tal, sabe que una buena historia no termina de contarse del todo.
La hoja en blanco de la escena final es justo eso: una oportunidad. Una promesa silenciosa de que aún quedan historias por escribir entre vikingos y dragones. Si te quedaste en la sala, lo viste. Si no, ya tienes una razón para volver.
Mientras tanto, Cómo entrenar a tu dragón sigue en cartelera, con funciones IMAX y 4DX en toda la República Mexicana. Porque hay películas que no solo se ven. Se viven. Y algunas, como esta, dejan la sensación de que lo mejor está por venir.