La Tercera Guerra Mundial es ese fantasma que nunca termina de desaparecer. Ha cambiado de forma —del campo de batalla convencional a las guerras híbridas, los ciberataques o el temido botón rojo nuclear—, pero su presencia se siente cada vez que los noticieros abren con palabras como “escalada”, “misiles” o “conflicto”. En ese contexto, el cine se ha convertido en una herramienta brutalmente honesta para imaginar lo que podría pasar si la humanidad decide, otra vez, autodestruirse. Lo fascinante (y aterrador) es cómo cada película sobre el fin del mundo no solo entretiene, sino que también sirve como advertencia.
Desde relatos crudos y realistas hasta sátiras tan hilarantes como perturbadoras, estas películas no solo hablan del “qué pasaría si”, sino también del “por qué llegamos hasta aquí”. El cine no tiene miedo de mirar al abismo, y por eso te presentamos una selección de filmes que —sin necesidad de efectos especiales deslumbrantes— nos enfrentan cara a cara con el posible desenlace de nuestras propias decisiones políticas, tecnológicas y emocionales. Aquí van seis cintas esenciales para entender, sentir y temer lo que podría significar una Tercera Guerra Mundial.
The Day After (1983)
Olvídate de explosiones glorificadas o héroes de acción: The Day After es una de las representaciones más desgarradoras y verosímiles de lo que pasaría si las superpotencias decidieran apretar el botón nuclear. Ambientada en Kansas, esta película para televisión —que dejó una marca imborrable en toda una generación— muestra, sin rodeos, cómo la vida desaparece en segundos y la civilización se convierte en polvo. La crudeza de sus imágenes hizo que incluso Ronald Reagan dijera haber sido profundamente afectado. Más que una película, fue un llamado de atención al mundo entero.
World War III (1982)
¿Y si todo comenzara con un malentendido? World War III nos pone justo en ese punto de quiebre, donde una invasión encubierta en Alaska y una cadena de decisiones erróneas amenazan con detonar un conflicto nuclear. Esta cinta, también pensada para televisión, sorprende por su tensión política y militar. El mensaje es claro: la guerra total puede comenzar no por maldad, sino por desinformación, orgullo o simple desconfianza. En un mundo donde los dedos tiemblan sobre botones rojos, esta historia suena más real de lo que quisiéramos admitir.
On the Beach (1959)
En lugar de mostrar la explosión, On the Beach nos enseña lo que queda después: silencio, resignación y una cuenta regresiva que no perdona. Esta joya del cine clásico nos traslada a Australia, el último refugio humano tras una guerra nuclear global. Lo que hace estremecedora a esta cinta es su tono sobrio y su reflexión filosófica sobre la muerte anunciada. No hay enemigos visibles, ni esperanza, solo una certeza: cuando el polvo radioactivo llegue, todos caeremos. Es la poesía más amarga que ha dejado el apocalipsis cinematográfico.
When the Wind Blows (1986)
En un mundo donde los adultos suelen ser los más cínicos, When the Wind Blows apuesta por dos ancianos británicos que confían ciegamente en las instrucciones del gobierno para sobrevivir a una guerra nuclear. Lo que sigue es una lenta y desgarradora lección sobre cómo la fe en el sistema no siempre salva. Esta película animada (pero no por eso menos cruel) es una obra maestra de la tristeza, la ironía y la impotencia. La música de Roger Waters y David Bowie le da una capa emocional adicional. Si después de verla no sientes un nudo en la garganta, probablemente ya estás muerto por dentro.
Dr. Strangelove (1964)
Stanley Kubrick no necesitó explosiones para mostrarnos el fin del mundo, solo un cuarto lleno de hombres ridículos con demasiado poder. Dr. Strangelove or: How I Learned to Stop Worrying and Love the Bomb es la sátira definitiva sobre la lógica absurda de la guerra fría. Peter Sellers brilla en tres papeles distintos, mientras el espectador se debate entre la risa y el horror. La película es tan vigente hoy como en los años 60: basta un general paranoico, un protocolo mal diseñado o un líder ególatra para llevarnos al abismo. Y lo peor es que lo sabemos… pero igual seguimos jugando.
Don’t Look Up (2021)
Sí, esta película va de un cometa, pero en realidad trata de nosotros, de cómo lidiamos —o no— con las amenazas existenciales. Don’t Look Up expone de forma magistral la apatía mediática, la desinformación y la politización de las crisis globales. Sustituye el cometa por una guerra mundial, y el mensaje sigue siendo igual de válido: mientras los líderes juegan al espectáculo y las redes sociales se saturan de memes, el tiempo se agota. Es una radiografía contemporánea del colapso, donde la indiferencia pesa tanto como las bombas.
Si algo nos enseñan estas películas es que la Tercera Guerra Mundial podría no llegar como un trueno repentino, sino como una tormenta que ignoramos hasta que es demasiado tarde. El cine, con todas sus licencias creativas, nos recuerda que el apocalipsis rara vez se ve como lo esperamos. A veces, todo comienza con un error. O con una carcajada. O con una simple notificación en el celular que decidimos no abrir.
Y tú, ¿ya sabes qué harías si suena la alarma? Porque mientras Hollywood proyecta el desastre en la pantalla, la historia nos observa con el dedo en el gatillo.