Anatomía de Frankenstein, la criatura de Guillermo del Toro

El realizador mexicano y sus colaboradores hilvanaron escenarios, rostros, melodías y emociones para dar forma a un ‘monstruo’ profundamente humano.

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En la vasta galería de criaturas del cine, pocas han sido reinterpretada tantas veces y con tanto peso simbólico como Frankenstein. Más que un monstruo hecho de retazos, la obra de Mary Shelley dio vida a una metáfora sobre la soledad, la pérdida y la paternidad fallida. Ahora, casi dos siglos después, Guillermo del Toro retoma esa herencia para transformarla en la película más personal de su carrera: un relato donde el horror gótico se entrelaza con la ternura y la memoria de un hijo que, con los años, aprendió también a ser padre.

Ese anhelo de reinterpretar la historia acompañó al director desde hace décadas, y aunque el personaje ha tenido múltiples aproximaciones desde la publicación de la novela de Shelley en el siglo XIX, Del Toro soñaba con crear una versión propia, convencido de que, en el fondo, se trataba de una narración íntima entre un padre y un hijo.

“Con los años, me di cuenta, frustrado, de que esta película sería muy difícil de hacer, y seguí y seguí, pensando: ¿por qué no se está haciendo ahora? Quería tanto que fuera una historia sobre un padre y un hijo, sobre mi padre y yo. Quería hacer eso. Y con el paso de los años, entendí por qué. Porque tuve que darme cuenta de que, además de hijo, también me convertí en padre. Y entonces también se trató de mí como padre, y de la posibilidad de fracasar de la misma manera que mi padre me había fallado a mí. Y ese dolor y esa belleza es lo que acompaña a la poesía del terror. Podemos hablar de cosas delicadas, emotivas y personales para ti y para quienes ven tus películas. Yo llevo 30 años haciéndolo”, compartió el director durante la premiere de la película en el Toronto International Film Festival (TIFF).

Como siguiente paso, para dar forma a las ‘piezas’ de este monstruo, Del Toro reunió a un equipo de colaboradores con quienes ya había trabajado en distintos proyectos, consolidando un grupo creativo de toda su confianza.

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DISEÑO DE PRODUCCIÓN: El laboratorio del mundo

Esta historia transcurre entre bosques, castillos y paisajes nevados, por lo que Del Toro y su equipo exploraron locaciones en distintos continentes.

“Viajamos juntos con Tamara Deverell (Diseñadora de Producción) y Guy Davis (artista conceptual), mi mano derecha en el ámbito conceptual, y recorrimos la antigua Escocia y el Reino Unido, y exploramos todo Canadá. Estábamos improvisando. Hay un momento en el que profundizamos en las formas y los colores, pues todo tenía que tener un significado”, rememoró el director.

La producción terminó eligiendo locaciones en Inglaterra, Escocia y Toronto, una ciudad particularmente especial para el director, quien ha trabajado ahí de manera constante desde hace más de dos décadas.

“Vienes a Toronto no por el estímulo fiscal, sino por la excelente, absoluta y magnífica artesanía, la dedicación artística y la inteligencia de todos los equipos que han trabajado conmigo desde 1996. Esta es una industria que, si respetas y amas, te respetará y te amará de vuelta”, agradeció ante una emocionada ovación de los locales que acudieron a la proyección.

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CASTING: Los rostros detrás del mito

Si bien los aspectos técnicos de Frankenstein están cuidados a la perfección, el elenco representa el alma visible de la historia. Para darle vida, Del Toro confió en la Directora de Casting Robin D. Cook, su cómplice desde hace una década.

“Guillermo ve todo, conoce a todos. Siempre tiene una visión muy clara, y mi trabajo es encontrar a las personas que encajen en ella”, detalló Cook. “Jacob (Elordi), estaba destinado. Cuando supimos que estaba disponible, no lo dudamos. Y con actores como Oscar Isaac, Mia Goth y Jacob, teníamos al elenco perfecto.”

Para Elordi, encarnar a la criatura implicó un proceso riguroso al que se entregó desde el inicio.

“Mike Hill (quien diseño a la criatura) lo fue todo. No podría haber interpretado al personaje sin él. El proceso, como me lo describió Guillermo desde nuestra primera conversación, era como tomar un sacramento: debía ser bíblico y provenir del alma. Así que, desde el momento en que me sentaba con el equipo por la mañana, ese ritual de 10 horas de transformación era necesario para entrar en ese mundo. Pero todo habría sido imposible sin el trabajo de Michael”, remarcó el también actor de Euphoria y Cumbres Borrascosas.

De la mano, Mia Goth da vida a Elisabeth, un personaje que conecta profundamente con la criatura.

“Creo que Jacob tiene una gran bondad, y sin importar todas las prótesis que llevaba encima, su humanidad y esa bondad simplemente traspasaban a través de ellas. Eso hizo que mi tarea de ser su defensora, su protectora, fuera muy sencilla. Fue un entorno muy constructivo”, comentó la actriz de MaXXXine y Suspiria.

Por su parte, Oscar Isaac abordó su papel desde una reflexión más íntima sobre la paternidad y la herencia emocional.

“Tuvimos muchas conversaciones. Así fue como llegamos juntos a este punto, sincronizados, hablando de nuestras propias experiencias. Y creo que, como padre, siempre está ese miedo inevitable de que tu hijo se convierta en una extensión de ti, ya sea en el fracaso o en el triunfo. La humillación o el orgullo que surge de tratar a un hijo como un objeto. Y eso es una gran diferencia con respecto al libro, donde Víctor tiene un padre muy afectuoso. Este padre no ve a la criatura como su hijo, sino como una extensión de su éxito o de su fracaso. Eso le permite tratarlo con tanta crueldad, porque en el fondo se está tratando a sí mismo de esa manera”, consideró.

Fotos: Cortesía Netflix y TIFF

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