En Harta, la potente película de Netflix, Taraji P. Henson se mete en la piel de Janiyah, una madre soltera que sobrevive a base de fuerza de voluntad. Con dos empleos mal pagados, una hija enferma y un sistema que parece más interesado en castigarla que en ayudarla, Janiyah se convierte en un retrato brutalmente realista de la mujer que lo da todo... hasta que ya no le queda nada más que perder.
Su hija Aria sufre convulsiones, requiere atención constante y cuidados médicos que no están al alcance de una madre que apenas puede pagar la renta o la comida escolar. La tensión se dispara cuando una maestra —con más prejuicio que empatía— denuncia a Janiyah por supuestos malos tratos, y los servicios de protección infantil intervienen.
El punto de quiebre
Después de perder temporalmente la custodia de su hija, la vida de Janiyah se desmorona. La acusan injustamente de participar en un robo en su trabajo, dispara a su jefe en medio del caos, y, presa del pánico y la frustración, intenta asaltar un banco para cobrar un cheque que podría cambiar su suerte. Lo que lleva en la mochila —el proyecto escolar de su hija con una luz roja— es confundido con una bomba, lo que convierte la escena en una crisis de rehenes a gran escala.
Lo que podría haber sido un caso cerrado de violencia se complica emocionalmente cuando entra en juego la detective Kay Raymond (Teyana Taylor), quien escarba en la historia personal de Janiyah y entiende que está frente a una madre rota, no a una delincuente.
¿Qué pasó con Aria?
En medio del enfrentamiento con la policía, Janiyah logra negociar una llamada a su madre para saber qué ocurre con Aria. La respuesta la destruye por completo: su hija ha muerto producto de una nueva convulsión mientras estaba bajo custodia estatal. Esa noticia dinamita cualquier propósito que la sostenía.
Sumida en una angustia que raya en el deseo de morir, Janiyah considera dejarse abatir por la policía. Pero en ese momento aparece Nicole, una empleada del banco que, viendo la dimensión humana detrás del caos, la acompaña en el proceso de rendirse sin violencia.
Un cierre devastador
Janiyah sale del banco con las manos en alto, esposada y sin su hija. Lo que comenzó como un drama social termina como una tragedia moderna. Janiyah enfrenta una larga condena, no solo en la cárcel, sino en su propia mente, en un mundo en el que las madres como ella —pobres, solas, negras— tienen que luchar cada día por demostrar que su amor no debería necesitar pruebas.
Harta es una crítica feroz al abandono institucional, al clasismo disfrazado de burocracia y al agotamiento silencioso de millones de madres que luchan solas. Janiyah no quería ser una heroína ni una villana, solo quería salvar a su hija. El precio fue demasiado alto.