Aunque la nueva entrega de Long Way Home se centra en Europa, México sigue muy presente en las memorias de Ewan McGregor y Charley Boorman.
“Siempre nos quedó la espinita de que el último episodio de Long Way Up dio la impresión errónea de que era peligroso viajar a México y que nuestros amigos mexicanos pensaran que pintamos una mala imagen del país, pero no. Nos cautivó viajar a Oaxaca y otras partes del sur. ¡Dios mío!, era tan hermoso el mercado al que fuimos; compramos pescado fresco, y un hombre fue a cocinarlo y nos preparó una comida deliciosa en su pueblo. No recuerdo el nombre, pero fue un verdadero placer estar allí”, recordó McGregor en la conferencia de prensa global.
En la serie, una escena que incluía un autobús se editó con un dramatismo tal, que no reflejaba su verdadera intención.
“Había la presión de editar el episodio de cierta manera... la idea de tener un autobús para poder subir nuestras motocicletas surgió porque se nos acababa el tiempo. Se acercaba la Navidad y necesitábamos completar la última etapa del viaje. Y lo editaron -un poco fuera de nuestro control-, de manera que parecía que era peligroso y que por eso tuvimos que tomar el autobús, lo cual no era nuestra intención. Siempre nos ha dolido que nuestros amigos en México pensaran que nos quedamos con una mala imagen del país, porque nos encanta México”, enfatizó McGregor.
Más que un viaje en moto, Long Way Home es un nuevo homenaje a la amistad, la resiliencia y a ese acto tan humano —y a veces tan necesario— de perderse para encontrarse.
Un nuevo destino: Europa
El viaje de Long Way Home partió de Escocia, recorrió el corazón escandinavo y los Balcanes, y culminó en Inglaterra. Pero no solo fue una ruta, sino también un regreso: simbólicamente, de Ewan a Charley y luego de regreso a sí mismo.
La idea surgió cuando rodaban Long Way Up en los terrenos complicados de Bolivia, y la dupla comenzó a soñar con su siguiente destino.
“Fue durante un tramo particularmente difícil en Bolivia cuando empezamos a hablar de Escandinavia. Pensamos: nunca hemos estado en Dinamarca, ni en Finlandia, ni en Estonia... y comenzamos a soñar con un nuevo viaje”, rememoró McGregor.
Esa conversación, entre baches y arena, dio forma a una ruta que abarcó 17 países del continente europeo; de la casa de McGregor, a la de Boorman, en Inglaterra; de ahí el título de la serie.
“Pensábamos ir hasta el norte de Noruega, y luego dijimos: no tiene sentido regresar por el mismo camino. Entonces este bucle empezó a aparecer… y una vez que pensábamos en algo que queríamos hacer en Noruega, o en Finlandia, íbamos armando la ruta”, complementó Boorman.
Las motos como forma de vida
Para McGregor, viajar en motocicleta es mucho más que un pasatiempo: es una forma de reconectar consigo mismo en un mundo donde el caos de los sets de filmación y las agendas apretadas lo mantienen a veces en piloto automático.
“Hacer películas es como una máquina, como un ejercicio militar; hay catering, maquillaje, luces, un set... Te dicen cuándo hay que moverte... Es un proceso logístico. Y es asombroso que todo se concrete, pero eso nos afecta a nosotros, los actores. Todo está bastante reglamentado: te recogen a esta hora... tienes escenas que hacer por la mañana, puedes comer estas cosas para almorzar, rodar estas escenas por la tarde. Es bastante estructurado”, consideró McGregor.
Esa necesidad de romper con lo establecido lo llevó, hace más de dos décadas, a buscar libertad sobre dos ruedas. Un viaje improvisado que terminó marcando su vida.
“Después de Big Fish en 2003, compré una motocicleta en Alabama y decidí regresar así a Los Ángeles; cruzar el país sin planes, sin reservas, simplemente dejándome llevar. Desde entonces, esa libertad se volvió esencial”, reflexionó McGregor.
Esa travesía que se prolongó cuatro días, fue la semilla que germinó en el primer proyecto junto a su amigo Charley: Long Way Round, a quien conoció en el set de The Serpent’s Kiss.
“Cuando vas en moto, tú decides todo. Y en nuestro caso, Charley y yo decidimos dónde paramos y qué vamos a ver en nuestros viajes. Obviamente, con la ayuda de nuestros productores y nuestro equipo, quienes nos dan ideas sobre cosas que podemos visitar y ver”, explicó McGregor.
Ahora, dos décadas más tarde, ambos regresan con Long Way Home, su cuarta entrega, y una declaración emocional de lo que significa vivir en movimiento.
El alma de las motos clásicas
Luego de experimentar con motocicletas eléctricas en Long Way Up, McGregor y Boorman optaron esta vez por lo clásico. Ewan montó una Moto Guzzi El Dorado de 1974 y Charley una BMW R75/5 de 1972. Transportes nobles y con mucha personalidad.
“Las motos viejas te dan un 80% de seguridad de llegar… y un 20% de incertidumbre. Pero esas fallas te llevan a conocer gente increíble”, dijo Boorman con una sonrisa.
“Además, hay algo especial en una moto con historia. Tiene alma”, añadió McGregor.
A lo largo de los 7,609 kilómetros, se enfrentaron a una serie de imprevistos mecánicos. Pero eso no fue obstáculo; fue más bien una puerta.
“Tienes tantos problemas con las viejas como con las de tecnología punta… pero esas fallas te llevan a conocer gente que quiere ayudarte”, añadió Boorman.
Anécdotas, accidentes… y donas suecas
Una de las historias más memorables de eta temporada ocurrió en Dinamarca, cuando McGregor sufrió una caída al intentar subir su moto a una banqueta.
“Había una acera con un bordillo que pensé podría subir fácilmente, pero calculé mal la curva. El bordillo estaba inclinado, y mientras intentaba subirlo para subirme a la banqueta, mi moto tuvo una idea diferente, así que luché un minuto y luego, ¡bum!, me caí. Fue muy vergonzoso, más que otra cosa. Es terrible tener la moto de lado. Sientes pena por ella. Y además no sabes si estará rota por el resto del viaje. Fue un momento terrible”, admitió el actor.
Aunque el daño fue menor, el incidente derivó en un momento entrañable al otro lado del puente de Malmö, donde un club local de motociclistas los ayudó a reparar la máquina.
“Fue hermoso. Nos regalaron gorras y nos dieron unas donas suecas deliciosas”, recordó Charley entre risas.
“También fue muy emocionantes cruzar ese puente que aparece en la serie The Bridge”, añadió McGregor.
Una amistad filmada en el tiempo
Desde que se conocieron a finales de los noventa, los actores encontraron que compartían el amor por las motocicletas, y desde entonces, han seguido hablando de ellas.
“Tenemos una relación como ninguna otra. Hemos viajado por todo el mundo en moto, en las buenas y en las malas; con altibajos, mal tiempo, terrenos difíciles, caídas, lesiones. Compartimos eso”, dijo McGregor.
Esa complicidad, lejos de agotarse, se ha documentado a lo largo de cuatro series, y se mantiene intacta.
“Es una experiencia increíble compartirla con tu mejor amigo. Y no tengo esa conexión con nadie más que contigo”, le dice Ewan a Charley en una declaración sincera que resume lo que los une.
Kilómetros de fe en la humanidad
Después de tanta distancia recorrida, y de tantos encuentros con personas en distintos rincones del mundo, ambos aseguran que sus experiencias han sido sobre todo positivas.
“En todos lados, el 90 o 95% de las personas han sido buenas, y también las experiencias que hemos tenido —incluso en los lugares más remotos—, y quizás parte de eso sea ir en moto: ir lleno de polvo, con aspecto demacrado y cansado. La gente como que te quiere cuidar; quizás tenga que ver con eso. Pero la gente siempre ha sido muy generosa, especialmente en las averías”, remarcó Charley.
“Regresas con una sensación muy cálida de cariño hacia los seres humanos y la forma en que nos cuidamos unos a otros”, concluyó McGregor.
Long Way Home se estrena el 9 de mayo en Apple TV+ con un doble episodio. Cada semana habrá nuevas entregas hasta el final de temporada el 4 de julio.