Danny y Michael Philippou, los hermanos australianos que revolucionaron el cine de terror con Talk to Me (2022), están de regreso. Pero esta vez han dejado atrás los sustos rápidos y el humor negro para adentrarse en una historia mucho más oscura, emocional y dolorosa. Bring Her Back es su segunda película, una obra incómoda y devastadora que demuestra que el miedo más profundo no viene de los fantasmas, sino del vacío que dejan quienes ya no están.
El horror del duelo: más allá de la muerte
Desde los primeros minutos, Bring Her Back deja claro que aquí no hay espacio para la esperanza. Dos hermanos, Andy (Billy Barratt) y Piper (Sora Wong), encuentran el cuerpo sin vida de su padre y son enviados a vivir con Laura (Sally Hawkins), una mujer tan rota como ellos. Lo que podría haber sido una nueva oportunidad, se convierte rápidamente en una pesadilla emocional. La tristeza lo empapa todo. El terror, esta vez, no viene de lo externo, sino de lo interno.
Los Philippou se atreven a explorar un territorio difícil: el sufrimiento humano como puerta hacia lo sobrenatural. Pero no en el sentido tradicional. Aquí no hay apariciones espectaculares ni demonios que se manifiestan con violencia. Lo que hay es dolor, y ese dolor se transforma en una presencia invisible que lo contamina todo.
Stephen King aprueba: “Terrorífica a más no poder”
Cuando el maestro del horror moderno habla, hay que escuchar. Stephen King vio Bring Her Back y quedó impresionado: “Esta tarde he visto una película de terror maravillosamente truculenta llamada BRING HER BACK. Reflexiva, texturizada y terrorífica a más no poder”, escribió en sus redes. Y no es para menos. Esta cinta no solo asusta, sino que remueve.
Los Philippou ya habían demostrado talento y osadía con Talk to Me, pero con esta nueva obra dan un salto de madurez. Renuncian al ritmo frenético y se sumergen en un relato donde lo verdaderamente aterrador es el amor cuando se deforma, cuando se convierte en una obsesión sin límites.
Un elenco que rompe el alma
La interpretación de Sally Hawkins como Laura es el corazón sangrante de la película. Mezcla dulzura y desequilibrio con una precisión escalofriante. Su personaje, una mujer marcada por la pérdida, trata de construir una nueva familia con Andy y Piper, pero poco a poco va cayendo en un espiral de rituales, silencios y comportamientos perturbadores. La casa donde viven se convierte en una extensión de su dolor.
También destaca Johan Wren Phillips como Oliver, un niño silencioso que añade una capa de tensión constante. En este mundo no hay monstruos con colmillos, sino relaciones humanas que se quiebran. El terror está en lo que no se dice, en lo que se oculta detrás de cada gesto, cada mirada, cada silencio.
Terror psicológico: el espectador nunca tiene el control
Una de las apuestas más inteligentes de Bring Her Back es su ambigüedad narrativa. Nunca queda claro qué es real y qué no. Las escenas se fragmentan como recuerdos borrosos, como delirios sin resolver. Laura realiza extraños rituales que jamás se explican del todo, y el espectador queda atrapado en esa incertidumbre constante. Es un juego mental donde cada imagen parece cargar con un doble significado.
Este enfoque convierte la experiencia en algo profundamente inquietante. No hay sustos fáciles, solo la sensación constante de que algo anda mal y que, en cualquier momento, todo puede desmoronarse.
El amor como maldición
Bring Her Back no ofrece villanos clásicos. No hay un ente maligno que perseguir ni un monstruo que eliminar. Lo que hay son personas rotas intentando llenar sus vacíos con lo que tienen a mano. Laura quiere volver a tener lo que perdió, aunque eso implique cruzar todos los límites. Andy quiere proteger a su hermana, pero no tiene las herramientas emocionales para hacerlo. Piper apenas puede entender lo que está pasando.
Y así, el amor —normalmente refugio— se transforma en amenaza. Es una fuerza tan poderosa como peligrosa, que empuja a los personajes hacia decisiones devastadoras. En este universo, amar demasiado puede destruir.
Una película que no se ve: se sobrevive
Bring Her Back no es entretenimiento. Es una experiencia emocional exigente, incómoda, pero profundamente honesta. El horror, aquí, no es un truco de cámara ni un grito repentino. Es el dolor humano, crudo, sin adornos. Los Philippou confirman que su cine no está hecho para asustar superficialmente, sino para confrontar lo más oscuro de nosotros mismos.
Si Talk to Me fue una revelación, Bring Her Back es una confirmación. Estamos ante una nueva generación de autores del terror que entienden que lo realmente espeluznante no está en el más allá, sino en lo que llevamos dentro. Esta película no te va a dejar dormir… pero no porque algo te persiga, sino porque te va a hacer pensar en todo lo que has perdido. Y en todo lo que harías por recuperarlo.