Hace muchos años fui a Finlandia a pasar dos semanas en una reserva natural. El país europeo me sorprendió por sus encantadores lagos, sus salvajes bosques, su orden al vivir y el carácter pacífico y amable de sus habitantes. Una noche, platicando con un finés llamado Anti, le pregunté sobre la vida en su país natal. Me dijo que, como toda nación, tiene sus grandes retos, pero que en términos generales era un país con una alta calidad de vida. Y felicidad. Anti pronunció una palabra que jamás olvidaré. Fluxing.
Desentrañando el significado del fluxing
Anti me dijo que él y su familia vivían con la certeza de que la vida no es rígida, sino que es flexible y que los seres humanos nos tenemos que abrir a los cambios. Anti afirma que en Finlandia existe la idea de que hay cosas que se salen de nuestro dominio. “En ese momento, hay que dejar que la corriente siga su curso, soltar lo que ya no aporta”, me dice con una sonrisa.
Cuando le pregunté a Anti por otros términos que se refieren al bienestar individual y social, me habló del Sisu, un término que se refiere a guardar resiliencia y sentir valentía para seguir adelante. Es algo muy próximo al estoicismo.
“En las peores circunstancias, el sisu está aquí para recordarnos la valentía en nosotros”, dice Anti.
Una nación que aboga por el bienestar
Algo que llamó mi atención de Finlandia, además de la limpieza de su capital, Helsinki, los altos índices de lectura de sus habitantes, y la paz con que viven, es la importancia que le dan al tiempo libre y al entorno natural, algo que en muchos países de América Latina no se tiene o no se practica en demasía.
Los fineses gozan de las caminatas al aire libre, el esparcimiento, la convivencia familiar y el entorno natural. Claro, hay que tomar en cuenta que es una sociedad donde sus habitantes ganan lo justo, tienen una calidad de vida muy alta y tienen los medios para gozar de su esparcimiento.
El fluxing ha quedado grabado en mi memoria y la he aplicado en diversas situaciones de la vida. Me recuerda a esa palabra tan común en nuestro vocabulario: fluir, o sea, dejar que todo se acomode como debe ser, sin arrepentimientos, sin culpas, pensando siempre en perseverar. Cuando dejas que las cosas sigan su curso y afrontas las complejidades con valentía es más sencillo que la felicidad llegue a tu vida y que las situaciones no te lastimen a profundidad.
