Francis Ford Coppola, el hombre que cambió la historia del cine con El Padrino y Apocalypse Now, está a punto de escribir otro capítulo, pero esta vez no en la pantalla grande, sino en el mundo de la relojería. Después de invertir más de 100 millones de dólares en Megalópolis (una apuesta épica que apenas recuperó una fracción de su costo), el legendario director de 86 años ha decidido desprenderse de algunas de sus más preciadas joyas: siete relojes de lujo que reflejan su obsesión por el tiempo, la creación y la perfección técnica.
Los días 6 y 7 de diciembre, durante la subasta The New York Watch Auction: XIII organizada por Phillips, los coleccionistas más exigentes del planeta podrán pujar por piezas que van mucho más allá de su valor material. Estos relojes han sido compañeros de un genio del cine, testigos de su proceso creativo y símbolos de una mente que siempre entendió que el tiempo se puede manipular, ralentizar o acelerar.
El Santo Grial: F.P. Journe FCC Prototype
Entre todos los lotes, hay uno que ya está generando murmullos entre coleccionistas y aficionados: el F.P. Journe FCC Prototype, una creación tan inusual que parece salida de un guion de Coppola.
La historia comenzó en 2012, en la bodega Inglenook del cineasta en Napa Valley, donde durante una conversación con François-Paul Journe, Coppola lanzó una idea provocadora:
“¿Alguna vez se ha creado un reloj que use una mano humana para indicar la hora?”
La pregunta encendió la chispa creativa del maestro relojero. Siete años más tarde, nació el FCC Prototype, un reloj basado en una prótesis del siglo XVI que utiliza una mano articulada en el centro de la esfera para marcar las horas. Journe adaptó su calibre Octa 1300.3 con un mecanismo de fuerza constante (remontoir d’egalité), dando vida a un prototipo completamente funcional que desafía las reglas de la relojería moderna.
Solo existen dos piezas de este modelo: una grabada con el nombre de Coppola y otra en posesión del propio Journe. Su precio estimado ronda el millón de dólares, pero su verdadero valor radica en su historia: la unión entre un visionario del cine y un genio de la alta relojería.
El Chronomètre à Résonance: el regalo que cambió una amistad
El vínculo entre Coppola y Journe comenzó en 2009, cuando la esposa del director le regaló un Chronomètre à Résonance en platino con esfera de oro blanco. Este modelo, estimado entre 120.000 y 240.000 dólares, se basa en un principio físico casi poético: dos osciladores que laten al unísono mediante resonancia, lo que mejora la estabilidad y precisión del reloj.
Fue precisamente este regalo el que abrió las puertas a una amistad creativa entre ambos hombres —una conexión donde el arte, la técnica y la obsesión por el detalle encontraron un punto en común.
Los otros tesoros del tiempo
No todo en la subasta está reservado para millonarios. El resto del lote de Coppola incluye piezas más “terrenales”, pero igualmente elegantes y con un aura de leyenda cinematográfica:
Patek Philippe Calatrava Ref. 3919 —estimado entre 6.000 y 12.000 dólares. Un clásico absoluto, discreto y atemporal.
IWC Portugieser Cronógrafo —entre 3.000 y 6.000 dólares, ideal para quienes aprecian la precisión alemana con alma marinera.
Breguet Classique Ref. 5140 —entre 4.000 y 8.000 dólares, un tributo a la relojería tradicional con su icónica esfera esmaltada.
Cada uno de estos relojes lleva consigo la huella invisible de un creador que siempre ha entendido que el tiempo es tanto enemigo como aliado.
Más que relojes, fragmentos de una vida
Adquirir uno de estos relojes no es solo hacerse con un objeto de lujo. Es, en cierto modo, poseer una pieza de historia del cine. Porque cada tic-tac acompañó a Francis Ford Coppola en su búsqueda de la perfección, en sus guiones escritos de madrugada y en sus largas esperas entre rodajes.
En diciembre, cuando el martillo de Phillips caiga sobre el lote final, no solo se estarán subastando relojes, sino también el tiempo íntimo de un genio que marcó generaciones.
Y quizás, en ese instante, alguien compre no solo un instrumento de precisión, sino un símbolo del mismo impulso creativo que alguna vez dio vida a El Padrino.