Una noche tibia en la Toscana. Una pareja busca intimidad en el silencio del campo. De pronto, dos disparos quiebran la calma. Luego, el cuchillo. Después, la mutilación. Lo que parecía un crimen pasional se convirtió en el inicio de una pesadilla que se prolongó casi veinte años. Dieciséis víctimas, un asesino que jamás fue identificado y un país entero sumido en el miedo.
Netflix revive esta historia en El Monstruo de Florencia, una miniserie que reconstruye uno de los casos más perturbadores en la historia criminal italiana.
Un asesino que convirtió el amor en su escenario de caza
El Monstruo de Florencia no es ficción. Entre 1968 y 1985, una serie de homicidios sacudió a la región toscana. El patrón era tan macabro como consistente: parejas jóvenes atacadas en autos, en caminos solitarios, durante la noche. Primero los disparos, luego las puñaladas. Y finalmente, la mutilación de los cuerpos, especialmente los femeninos.
La investigación reveló un detalle escalofriante: la misma pistola Beretta calibre .22 fue usada en cada crimen. El arma nunca fue encontrada, pero se convirtió en el hilo conductor de un misterio que aún hoy atormenta a Italia.
1968: el origen del horror
El primer ataque ocurrió el 21 de agosto de 1968 en Signa, un pequeño pueblo cerca de Florencia. Bárbara Locci y su amante fueron hallados sin vida dentro de un coche. En el asiento trasero dormía Natalino, el hijo de seis años de Locci, quien despertó entre los cadáveres.
El padrastro del niño confesó el crimen movido por celos, y el caso fue cerrado. Nadie imaginó que catorce años después, los asesinatos regresarían con la misma arma, la misma brutalidad… y la misma firma invisible.
Toscana en vilo: el miedo se apodera del campo
Entre 1974 y 1985, el asesino volvió a actuar al menos siete veces más. Cada ataque seguía el mismo ritual. Cada pareja parecía elegida al azar. La prensa italiana bautizó al responsable como Il Mostro di Firenze.
La gente dejó de frecuentar los caminos rurales. Las parejas ya no se atrevían a buscar privacidad. El romance se volvió un riesgo mortal. El miedo caló tan hondo que transformó la vida cotidiana: los titulares de los periódicos se mezclaban con rumores, supersticiones y teorías de conspiración.
Sospechosos, teorías y una justicia que nunca llegó
La investigación fue un laberinto sin salida. Más de 100 mil personas fueron interrogadas. Se detuvo a campesinos, inmigrantes sardos y hasta un poeta.
En los años 90, el nombre de Pietro Pacciani, un agricultor con antecedentes violentos, acaparó la atención. Fue condenado a catorce cadenas perpetuas, pero dos años después fue absuelto por falta de pruebas. Su caso inspiró libros, documentales y debates.
Posteriormente, dos supuestos cómplices —Mario Vanni y Giancarlo Lotti— fueron encarcelados, aunque sus confesiones resultaron contradictorias. La pistola nunca apareció, y las pruebas de ADN no vincularon a nadie. El expediente, oficialmente, sigue abierto.
Netflix reabre el expediente
Con la dirección de Stefano Sollima, conocido por Gomorra y Suburra, Netflix promete un viaje tenso y atmosférico al corazón de la Toscana de los años setenta y ochenta. La serie, dividida en cuatro episodios, mezcla drama, investigación y horror psicológico.
Filmada en locaciones reales, El Monstruo de Florencia reproduce fielmente la sensación de paranoia que dominó aquella época. “Queríamos que el espectador sintiera lo que sintió la gente de entonces: que el monstruo podía estar en cualquier parte”, ha declarado Sollima.
Entre realidad y leyenda
Más que resolver un caso, la serie busca explorar la obsesión de una sociedad por comprender el mal. ¿Era el monstruo un individuo solitario? ¿Un grupo secreto? ¿Una mente enferma dentro de la policía misma? La narrativa de El Monstruo de Florencia salta entre décadas y sospechosos, sin ofrecer respuestas definitivas, porque en la vida real nunca las hubo.
El elenco —encabezado por Marco Bullitta, Valentino Mannias y Francesca Olia— da vida a personajes que representan tanto a las víctimas como a los investigadores y periodistas que, durante años, intentaron descifrar el misterio.
El verdadero terror: no saber quién fue
Han pasado más de cuarenta años desde el último crimen, y aún hoy, el nombre del asesino sigue siendo un vacío. Algunos creen que murió sin ser descubierto; otros aseguran que sigue vivo, oculto entre los viñedos de la Toscana.
Lo cierto es que El Monstruo de Florencia no sólo habla de asesinatos: habla del miedo colectivo, del morbo mediático y de la fragilidad de la verdad cuando se enfrenta al horror.
Netflix, con esta producción, no busca cerrar el caso, sino recordarnos algo más inquietante: a veces, el verdadero monstruo no está allá afuera… sino entre nosotros.