En un universo tan estricto y perfeccionista como el de la relojería suiza, hay historias que suenan a broma… hasta que descubres que son completamente reales. Una de las más deliciosamente improbables —y, curiosamente, más queridas entre ciertos coleccionistas— es la del Rolex Air-King cofirmado con el logotipo de Domino’s Pizza. Sí, ese Domino’s: masa, queso y pepperoni. Y sí, ese Rolex: precisión, prestigio y acero suizo.
Si esto te suena a parodia de mal gusto, no te culpo. Pero la historia del Rolex de Domino’s es un testimonio fascinante de cómo el lujo y lo cotidiano pueden colisionar de forma gloriosa, convirtiéndose en una leyenda que tiene 45 años de historia.
De Michigan a Ginebra: Cómo comenzó la fusión más insólita del mundo relojero
Todo arranca en los años 70, cuando Tom Monaghan —fundador de Domino’s y genio del marketing— decide motivar a sus franquiciados premiando su desempeño con relojes personalizados. Primero fueron Bulova, luego Seiko... hasta que en 1980 entró Rolex a escena. ¿El premio? Un Air-King con el logo de Domino’s a las seis en punto. Para ganarlo había que lograr ventas semanales que rozaban lo épico.
El resultado fue un objeto único: un reloj de lujo con un diseño gráfico que parecía sacado de una caja de pizza. Con su logo inclinado a 45 grados y sus colores chillones, el Domino’s Rolex parecía más una broma interna que una pieza de alta relojería. Pero, como todo buen reloj, lo que marcaba era algo más que la hora: contaba una historia.
¿Kitsch? ¿Icono? ¿Ambos?
Para algunos puristas, estos relojes eran aberraciones. De hecho, muchos fueron modificados: se les cambiaba la esfera, se pulía el fondo grabado con las iniciales “TSM” (Tom Stephen Monaghan), o se intentaba borrar cualquier rastro de su origen corporativo. Pero mientras tanto, coleccionistas con más sensibilidad pop —especialmente japoneses en los 90— empezaron a apreciarlos por lo que eran: cápsulas culturales del American Dream.
Eric Ku, uno de los expertos más influyentes del mundo vintage, lo dice sin rodeos: “No me gusta usar la palabra ‘raro’, pero esto lo es. Y eso lo hace irresistible”.
De regalo por vender pizzas a tesoro de subasta
Hoy, un Rolex Domino’s Air-King puede venderse por más de 20.000 dólares. Pero no es solo por el nombre suizo en la esfera. Es por lo que representa: la colisión entre el marketing agresivo y la artesanía centenaria; entre la pizza y el prestigio. En palabras de Christy Davis, cofundadora del marketplace Subdial: “Los relojes son sobre historias humanas. Y esta es una de las mejores”.
Desde entonces, la estética ha cambiado: el logo ha ido encogiéndose, desplazándose, y hasta desapareciendo por completo, relegado al primer eslabón del brazalete o al fondo de caja. Hoy en día, Domino’s aún regala Rolex a sus empleados estrella, pero Rolex ya no permite que toquen la esfera.
El futuro de los relojes cofirmados: del kitsch al culto
En esta historia, la ironía es evidente: lo que antes se veía como impuro, hoy es cool. Lo “raro” es lo deseado. Lo inesperado, lo más cotizado.
En plena era de los memes, del coleccionismo con sentido del humor, y del amor por lo retro con un giro, el Rolex de Domino’s Pizza se ha ganado su lugar en el Olimpo de los relojes curiosos. No solo por lo que mide… sino por lo que dice de quien lo lleva.
Porque al final del día, ¿qué podría ser más icónico que ganar un Rolex por vender pizza?
¿Vale la pena comprar uno?
Con precios entre los 11.700 y 17.600 euros, es una inversión menos arriesgada de lo que parece, especialmente si te interesa lo excéntrico y lo coleccionable. Es el tipo de pieza que no solo te da la hora… te da una historia que contar.