La segunda temporada de The Last of Us entra en su recta final —solo quedan dos episodios— y el capítulo 5 nos lanza de cabeza a un infierno emocional, físico y moral. Ellie y Dina siguen en la selva de concreto que es Seattle, rodeadas de enemigos visibles, amenazas invisibles… y heridas que nunca cierran.
Este episodio no solo nos regala una de las secuencias más oscuras y devastadoras hasta ahora; también redefine lo que sabíamos sobre el Cordyceps y marca un punto de no retorno para la protagonista.
El hospital de las esporas: un nuevo nivel de horror
Lo que parecía una jugada estratégica —entrar por un hospital abandonado que los Lobos evitan— se convierte en una pesadilla biológica. Ellie y Dina descubren que ese edificio es mucho más que ruinas: es una incubadora viva de un nuevo tipo de infección.
Durante una patrulla, el grupo de la Sargento Park (incluyendo a su hijo Leo) encuentra algo terrorífico: esporas que se esparcen por el aire y convierten a los infectados en emisores perpetuos del hongo. No hablamos de simples clickers: aquí los cuerpos están absorbidos por las venas del Cordyceps, en un estado de sufrimiento continuo. El virus ya no necesita mordidas… solo que respires cerca.
Este giro cambia las reglas del juego. Si esta cepa se propaga más allá del hospital, la inmunidad de Ellie podría ser la única esperanza, pero también su condena.
Los Scars ya no piden perdón
Hasta ahora, los Serafitas (o Scars) habían sido presentados como víctimas religiosas perseguidas por los Lobos. Este capítulo cambia esa narrativa por completo.
La facción liderada por las enseñanzas distorsionadas de su Profeta muestra su verdadera cara: fanáticos que ejecutan a todo Lobo que encuentran, sin opción de redención. Ya no son solo mártires en túnicas, sino cazadores implacables. Y como queda claro en una escena brutal, su fe es tan peligrosa como cualquier arma.
Nora: el eco oscuro del pasado
En uno de los enfrentamientos más tensos y cargados de la serie, Ellie da con Nora —una vieja conocida del grupo de Abby— en medio del hospital contaminado. Lo que sigue es una persecución claustrofóbica que desemboca en el infierno: el nivel B2, epicentro del nuevo brote.
Nora, al respirar las esporas, entiende que está condenada… pero también descubre algo imposible: Ellie no se infecta. “Tú eres ella… la niña inmune”. Esa revelación marca el inicio del verdadero descenso.
Desesperada por encontrar a Abby, Ellie toma una tubería y golpea a Nora con la misma violencia con la que Abby mató a Joel. El círculo se cierra, pero no es justicia: es venganza cruda, cargada de furia, trauma y culpa. Ellie ya no es una sobreviviente. Es una vengadora que se descompone emocionalmente a cada paso.
Joel nunca se fue
Cuando pensamos que no volveríamos a verlo realmente, The Last of Us nos recuerda que Joel sigue siendo parte integral del viaje. Después del acto violento contra Nora, Ellie sueña (o recuerda) una mañana cualquiera: él en la cocina, ella despertando, la distancia entre ambos aún no irreversible.
Este regreso no es solo un fanservice. Es la semilla de una historia paralela que se desplegará en los próximos episodios: los recuerdos fragmentados de Ellie con Joel, las decisiones que los alejaron, y el dolor que aún la consume desde su muerte.
¿Y ahora qué?
El capítulo 5 eleva las apuestas, no solo con acción e infección, sino con dilemas morales cada vez más complejos. Ellie se convierte lentamente en aquello que odia, mientras el mundo se deshace por nuevas cepas, fanatismos descontrolados y recuerdos imposibles de enterrar.