‘A British Horror Story’: la historia real de los asesinos Fred y Rose West

Una pareja común, una casa común… un horror sin precedentes.

a-british-horror-story-la-historia-real-de-los-asesinos-fred-y-rose-west.jpg

NETFLIX

Durante más de dos décadas, Fred y Rose West vivieron como cualquier otra pareja de clase trabajadora. Él, obrero de la construcción. Ella, ama de casa, madre de cinco hijos y —como luego se descubriría— prostituta en su propio hogar. A los ojos del vecindario, eran una familia ruidosa pero inofensiva, si acaso un poco excéntrica. Nadie podía imaginar lo que ocurría puertas adentro.

El crimen, sin embargo, había comenzado mucho antes de mudarse a Cromwell Street.

Fred West, nacido en 1941, creció en una familia rural con antecedentes de abuso. A los 17 años sufrió una lesión cerebral en un accidente de motocicleta, hecho que muchos expertos consideran crucial en su posterior comportamiento criminal. Ya en su juventud acumulaba antecedentes por robo, agresión y un trágico accidente vial en el que murió un niño. Su relación con la violencia era temprana, y su vínculo con la muerte, inquietantemente familiar.

En 1969 conoció a Rose Letts, de apenas 15 años. La diferencia de edad no fue obstáculo para iniciar una relación marcada desde el inicio por el abuso físico y psicológico. Para Rose, el pasado criminal de Fred era parte de su atractivo. Lo que comenzó como una unión disfuncional pronto se transformó en una sociedad delictiva de dimensiones escalofriantes.

El primer crimen juntos

En 1972, la pareja cometió su primer asesinato en conjunto: Rena Costello, la exesposa de Fred, y su hija Charmaine —a quienes veían como estorbos— desaparecieron sin dejar rastro. Para los West, era el inicio de una serie de crímenes que combinarían abuso sexual, tortura, asesinato y ocultamiento.

Poco después, se mudaron al infame número 25 de Cromwell Street, que con los años sería conocido por la prensa como la Casa de los Horrores. Allí, criaron a su creciente familia mientras llevaban a cabo sus crímenes con un método tan meticuloso como sádico: secuestraban a jóvenes —muchas veces menores, frecuentemente sin redes familiares—, las encerraban en el sótano, las violaban, torturaban, y eventualmente las asesinaban. Luego, enterraban los cuerpos bajo la casa. A veces, bajo las habitaciones donde dormían sus propios hijos.

Fred documentaba los abusos con grabaciones. Rose, lejos de ser víctima o testigo pasiva, participaba activamente y, según declaraciones judiciales, llegó incluso a obligar a sus propias hijas a prostituirse.

historia-real-de-los-asesinos-fred-y-rose-west.jpg

La “broma” que destapó el horror

Durante años, las desapariciones de chicas jóvenes pasaron desapercibidas. Algunas nunca fueron reportadas. El hogar de los West parecía, desde fuera, uno más en la apacible Gloucester. Hasta que, en 1994, un comentario casual cambió todo.

Uno de los hijos de la pareja mencionó que, si se portaba mal, terminaría “como Heather, enterrado en el jardín”. Las autoridades, alertadas por el testimonio y por denuncias de abuso sexual de una de las hijas, comenzaron una investigación que destapó un caso sin precedentes en el Reino Unido.

El 25 de febrero de 1994, la policía inició la excavación del jardín en Cromwell Street. Lo que encontraron superó cualquier pesadilla: no solo estaba allí el cuerpo de Heather, sino los de ocho víctimas más, todas jóvenes mujeres, asesinadas entre 1973 y 1987. Algunas habían sido desmembradas, otras mostraban signos claros de tortura sexual.

Las pruebas eran abrumadoras. En la vivienda se hallaron restos humanos, diarios de Fred, material audiovisual perturbador y, sobre todo, el testimonio desgarrador de los hijos que habían vivido en medio de ese infierno.

Juicio, suicidio y condena

Fred West fue arrestado junto con su esposa. Mientras avanzaba el proceso judicial, quedó claro que su responsabilidad abarcaba al menos doce asesinatos. Sin embargo, el 1 de enero de 1995, Fred se suicidó en su celda con una sábana, evitando así la condena formal de la justicia.

Rose West fue llevada a juicio por diez cargos de asesinato. El proceso fue seguido con morbo y asombro por toda la nación. En noviembre de 1995, fue hallada culpable y sentenciada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Hasta hoy, permanece encarcelada y ha mantenido su inocencia.

El legado del horror

El número 25 de Cromwell Street fue demolido en 1996. Las autoridades decidieron que ninguna familia debería vivir jamás en ese lugar, y mucho menos ver convertido en atracción turística un sitio que albergó tanto sufrimiento.

El caso de los West reconfiguró la manera en que el Reino Unido entendía la maldad. No venía disfrazada de monstruo. No gritaba ni sangraba en público. Tenía la forma de una familia ordinaria, con niños, horarios escolares, tareas domésticas y vecinos que saludaban al pasar.

El documental de Netflix ‘A British Horror Story’ no solo revive el caso con precisión y respeto por las víctimas, sino que nos recuerda algo esencial: los horrores más profundos no siempre son visibles. A veces, viven justo al lado. Silenciosos. Educados. Invisibles.

Existe también un libro que documenta con precisión el caso: Felices como asesinos, del investigador y escritor Gordon Burn, quien detalla la historia de esta pareja de asesinos.

Te interesará
La guía definitiva para enfrentarte cara a cara con la muerte (y pasarla bien en el intento).
Una historia tan oscura que ni los Warren pudieron sellarla...
Si creías que lo más duro ya había pasado, prepárate. Esto apenas comienza.
Más allá del desfile de nombres y vestidos, Cannes 2025 será, como cada año, un acto de fe en el cine como lenguaje universal, espacio de resistencia y territorio de belleza.
Estas madres son prueba de que la maternidad en el cine es cualquier cosa menos aburrida.
La nueva temporada de la serie que documenta su nuevo viaje en moto por Europa, y su amistad, se estrena en Apple TV+