Hay fechas que uno se aprende casi por reflejo: 10 de mayo, Día de las Madres; 14 de febrero, Día de San Valentín; 25 de diciembre, Navidad. Claras, fijas, inamovibles. Pero llega junio y muchos hombres —posiblemente tú incluido— entran en modo detective: “¿cuándo cae el Día del Padre este año?”. Y ahí estás, revisando el calendario, preguntando en el grupo familiar o esperando a que Google te lo recuerde.
Y es que, por alguna razón misteriosa, esta celebración no tiene una fecha fija: siempre cae el tercer domingo de junio.
¿Por qué? ¿A quién se le ocurrió? ¿No era más fácil elegir un número y ya?
La respuesta está lejos de ser casual. De hecho, es una historia que mezcla tragedias reales, una hija que rompió moldes y una lenta aceptación nacional que tardó más de medio siglo en consolidarse.
Una explosión que lo cambió todo (pero casi nadie recuerda)
Para encontrar el primer antecedente del Día del Padre hay que viajar a 1907, a un pequeño pueblo minero en West Virginia llamado Monongah.
Una explosión masiva en una mina de carbón cobró la vida de más de 350 trabajadores. Cálculos no oficiales dicen que pudieron ser más de 500, si se incluyen empleados no registrados: migrantes, afroamericanos, trabajadores indígenas. La cifra de niños que perdieron a sus padres supera el millar.
Fue un evento devastador, al que siguió una misa conmemorativa en julio de 1908. Aquella ceremonia fue, técnicamente, el primer Día del Padre. Pero quedó como un gesto local, sin resonancia nacional ni intención de repetirse más allá de la comunidad.
La mujer que lo cambió todo
El impulso definitivo llegó un año después, desde otro punto del mapa: Spokane, Washington.
Sonora Smart Dodd, hija de un veterano de guerra llamado William Jackson Smart, se sentó un domingo en una iglesia, escuchando un sermón del recién instaurado Día de las Madres.
Mientras muchos celebraban a sus madres, ella pensó en su padre. Un hombre que, tras enviudar, había criado solo a seis hijos. Nada mal para los estándares de principios del siglo XX.
Movida por la admiración, Dodd se acercó a un grupo de pastores y propuso crear un día para honrar también a los padres. Sugirió el 5 de junio —cumpleaños de su padre—, pero por temas de logística, se pospuso. Así nació la idea de hacerlo el tercer domingo de junio. Y así, en 1910, se celebró por primera vez el Día del Padre en Spokane.
¿Religioso? Sí. ¿Pequeño? También. ¿Revolucionario? Totalmente.
¿Por qué domingo? ¿Y por qué junio?
La elección del domingo tiene una explicación simple: era el día de culto, de familia y descanso. Era, además, el espacio natural para una celebración con origen religioso.
¿Y junio? Bueno, ahí fue pura coincidencia: era el mes del cumpleaños del padre de Sonora Smart Dodd.
Nada que ver con un calendario cósmico, ni con el fin del ciclo escolar, ni con los descuentos de temporada.
Del escepticismo al sello oficial
Como pasa con muchas buenas ideas, el Día del Padre no se volvió popular de inmediato. Incluso cuando en 1916 el presidente Woodrow Wilson lo elogió públicamente, muchos lo veían con recelo.
¿La razón? El viejo y conocido cinismo: parecía más una excusa para vender cosas —corbatas, carteras, pipas— que una verdadera celebración familiar.
Pasaron más de cinco décadas con festejos dispersos, discretos. Fue hasta 1966 que Lyndon B. Johnson, entonces presidente de Estados Unidos, firmó una proclama presidencial dándole reconocimiento formal. En 1972, el Congreso lo volvió ley.
Y sí: para entonces, Sonora Smart Dodd todavía vivía. Tenía más de 90 años y pudo ver cómo su gesto personal se convertía en tradición nacional.
México lo adoptó con todo y el domingo
Como muchas otras costumbres norteamericanas, el Día del Padre cruzó la frontera y se volvió parte de la cultura mexicana. Sin discusión, sin modificaciones. Se eligió la misma fecha: el tercer domingo de junio.
Aquí, sin embargo, la celebración ha tenido un carácter más discreto. No hay filas en las florerías ni mariachis cantando bajo el sol, pero sí promociones en restaurantes, asadores en rebaja y una que otra taza con la leyenda “El mejor papá del mundo”.
Un día móvil con raíces firmes
Hoy el Día del Padre se mueve cada año en el calendario, pero tiene una base firme: no nació por presión comercial ni por una estrategia publicitaria. Nació del respeto profundo de una hija hacia su padre.
La próxima vez que tengas que preguntar “¿cuándo es el Día del Padre?”, recuerda: la fecha puede cambiar, pero la historia no. Y en medio del ruido cotidiano, vale la pena hacer una pausa, no solo para festejar con una comida o un regalo, sino para recordar el origen de una celebración que empezó de manera sencilla y con un acto de amor genuino.
Y hablando del Día del Padre, nuestros amigos de Cocina Fácil te invitan a conocer su edición especial para todos los papás carnívoros de México...