Luis Gerardo Méndez: Ibrahime y la máquina de abrazos. Sueños de personas refugiadas en Tijuana

Tengo la fortuna de ser Embajador de Buena Voluntad de ACNUR, y quiero compartirles este relato que une varias experiencias que he tenido, al conocer a personas refugiadas en Tijuana, México, y sobre todo una linda reflexión sobre el significado de un abrazo

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Una máquina de abrazos, por Luis Gerardo Méndez

TOYA SARNO JORDAN

Quizás una de las cosas más difíciles de la pandemia fue dejar de abrazarnos. Abrazar a alguien suponía un riesgo de contagio de una enfermedad que apenas conocíamos y que nos obligó a practicar un distanciamiento forzado. Por varios meses, esa extraña e injusta sensación de no poder estar con nuestros seres queridos y abrazarlos, fue compartida prácticamente en todo el planeta. Éste es el punto de partida para hablar de mi experiencia con las personas refugiadas, para quienes la sensación de no poder abrazar a sus seres queridos, por algún tiempo, forma parte de su cotidianidad.

Historias de abrazos perdidos: La realidad de personas refugiadas

Hace poco más de un año fui nombrado Embajador de Buena Voluntad de ACNUR, la Agencia de la ONU para las y los Refugiados. Hoy en el mundo existen más de 110 millones de personas desplazadas por la fuerza. En 2022, México se ubicó en el cuarto lugar, junto con España, en recibir más personas solicitantes de asilo, con más de 118,000, siendo Honduras, Cuba, Haití, Venezuela y Nicaragua las principales nacionalidades de origen. Este año, se espera que el número sea mucho mayor.

Es importante entender la diferencia entre una persona refugiada y una persona migrante

Las personas refugiadas salen de su país porque su vida y su seguridad están en riesgo, ellas buscan protección internacional. Personas amenazadas de muerte por pandillas, víctimas de violencia de género o de la persecución. En contraste, las personas migrantes salen de sus países en busca de mejores oportunidades de vida, buscan mejorar el ingreso familiar o salir de la pobreza. Una persona refugiada no puede ser devuelta a su país de origen porque su vida estaría en riesgo, ellas ya no cuentan con la protección de su gobierno. Los Estados receptores están obligados a protegerlos.

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La búsqueda de un abrazo, las historias inspiradoras de personas refugiadas

TOYA SARNO JORDAN

Trato de ser lo más serio posible con las causas con las que me comprometo, y desde que soy Embajador de ACNUR, tomé la decisión de viajar una vez al año a lugares donde pueda conocer de primera mano las historias de las personas refugiadas y la labor que realiza ACNUR y todo el sector humanitario. Recientemente visité Tijuana, donde reafirmé la importancia de un abrazo.

Las lágrimas y el valor: Un encuentro con personas refugiadas en Tijuana

A todas las personas refugiadas que conocí, les pregunté qué se llevaron de su país de origen al momento de decidir huir y salvar sus vidas. Casi todos se llevaron lo básico: un par de camisas, unos pantalones, una mochila y los papeles que pudieron. Hay algunos que se llevaron una especie de amuleto, como una virgencita o alguna imagen en la cartera.

José Orellana, salvadoreño naturalizado mexicano y que reside en Tijuana, me contó que su amuleto, su protección, era el abrazo que le dio su madre cuando dejó su país huyendo de las amenazas de las maras. Lo común es pensar que todas las personas extranjeras que están en la frontera norte de México van hacia Estados Unidos, en mi viaje pude percatarme que no, hay quienes buscan protección en México. José, quien me regaló un llavero que trae en relieve un platillo típico salvadoreño, las pupusas, es el más claro ejemplo de una persona refugiada que ha podido recomenzar su vida en México. Con una fuerza inspiradora y con una mirada que lo ha visto todo, me cuenta su viaje, una odisea digna de la película más conmovedora que has visto, su mayor orgullo es haber podido traer a su madre a Tijuana, también como refugiada. Le pregunté que, si su vida fuera esta película que ya corría en mi cabeza, cuál sería la escena final. Su madre abrazando a su nieto, contestó. Ahora trabaja en una empresa de paquetería y me sonríe mientras se toma su café y me presume orgulloso su pasaporte mexicano.

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La historia de esperanza de personas refugiadas

TOYA SARNO JORDAN

Reflexiones desde Tijuana: El valor de un abrazo para personas refugiadas

En Tijuana hay 33 albergues, la mayoría operados por organizaciones de la sociedad civil, pero también hay albergues del gobierno. Visité una unidad deportiva donde había 400 personas, durmiendo en literas apiladas sobre un par de canchas de basquetbol, esperando sus citas para poder solicitar asilo en Estados Unidos. Ahí platiqué con Luisa*, una señora colombiana que salió de su país por violencia de género, su pareja la persiguió por varias ciudades de Colombia y ella no tuvo más que poner a salvo a sus tres hijas, de 24, 21 y 6 años de edad. Sus hijas lograron llegar a Estados Unidos en octubre de 2022, ella tuvo que irse después, y hoy espera, como miles, que la app del Gobierno estadounidense que tiene instalada en su teléfono le dé una cita. La separación de su niña pequeña es lo que más le duele.

Lo más difícil de la labor como Embajador de ACNUR es no soltarse a llorar frente a las personas que te cuentan sus historias, es imposible no conmoverse, pero es más importante contener las lágrimas y tratar de darles un poco de esperanza. A veces, entre una entrevista y otra, tengo que pedir unos minutos para salir, tomar aire y llorar en algún rincón sin que nadie me vea, en esos momentos me siento increíblemente afortunado y me abruma la cantidad de trabajo que tendríamos que hacer como sociedad para que nadie tuviera que vivir lo que atraviesa Luisa. Pero hay que empezar por algo, así que me limpio las lágrimas y regresó con ella. Me confiesa que nunca antes le había dado tanto valor a un abrazo: “cuando llegamos a un lugar como éste, entonces nos damos cuenta de lo ricos que somos, no materialmente, sino lo ricos que somos al contar con nuestra familia, con las personas que tenemos al lado, con un abrazo. Si tuviera dinero yo lo cambiaría todo por volver a ver a mi niña”.

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Historias inspiradoras de personas refugiadas

TOYA SARNO JORDAN

A Tijuana llegan personas de todos lados

Visité un albergue para adolescentes no acompañados, donde había unas jovencitas ucranianas, que podrían perfectamente ser mis primas o algunas amigas que tuve en la universidad, pero que perdieron todo por la guerra. Su meta ahora es hacer lo imposible por llegar a Estados Unidos y recuperar algo de la vida que tenían. También ahí estaba Ibrahime, un chico de 17 años, proveniente de Guinea Ecuatorial, un país africano dominado por un presidente y su partido desde un golpe militar en 1979. Ibrahime llegó a México como adolescente viajando solo, hoy habla perfecto español, es muy talentoso en el fútbol, y en relacionarse con la tecnología. Trabaja en un gimnasio, juega fútbol, y quiere estudiar ingeniería en sistemas. Le pregunté cuál era su sueño, qué quisiera hacer, dónde le gustaría estar en 5 años, y comenzó a explicarme: “Partiendo de que todos usamos los mensajes de WhatsApp para comunicarnos con quienes extrañamos, hacemos videollamadas. Yo quisiera crear una máquina que además de los mensajes, de la voz y el video, registrara también los movimientos, si yo hago un movimiento aquí con mi brazo, ese movimiento se replica del otro lado, así las personas pueden abrazarse: una máquina de abrazos.” Esta vez no pido un minuto para salir a buscar algún rincón, sino que le sonrío mientras empujo todas mis emociones al estómago. No le pregunté a Ibrahime exactamente a quién extrañaba, porque ya lo sabía. Antes de entrar a entrevistarlo la directora del albergue me pide que no lo pregunte que extraña de su país, pues hace unas horas acaba de recibir una llamada desde Guinea Ecuatorial avisándole que tenían varios días sin conocer el paradero de su hermana. Ibahime nunca dejó de sonreír en toda la entrevista.

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La máquina de abrazos de Ibrahime

TOYA SARNO JORDAN

Nadie elige ser una persona refugiada. Las amenazas, la violencia, la persecución, los conflictos y las guerras son circunstancias que obligan a millones de personas en el mundo a desplazarse, dentro y fuera de sus países. Situémonos en ese año 2020 cuando en el mundo estaba prohibido abrazarse, y miremos con ese lente las historias de José, de Luisa, de Ibrahime y de muchos otros quienes viven el distanciamiento de sus seres queridos para salvar la vida. Cuando miramos distinto, nuestro mundo cambia.

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