‘La muerte de un unicornio': este es el final explicado de la película de Jenna Ortega

La muerte de un unicornio no entrega un final redondo ni satisfactorio en el sentido tradicional, pero eso es precisamente lo que la convierte en una película tan potente.

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GETTY IMAGES

A24 lo ha vuelto a hacer. Con La muerte de un unicornio, el estudio independiente más celebrado del cine contemporáneo entrega una de sus apuestas más raras, fascinantes y divisivas hasta la fecha. Dirigida por Alex Scharfman y protagonizada por Jenna Ortega, Paul Rudd y Richard E. Grant, esta fábula moderna camuflada de thriller oscuro llega para dejarte pensando mucho después de que aparecen los créditos.

Lo que empieza como una road movie familiar con tintes sobrenaturales termina convirtiéndose en una crítica salvaje a la ambición humana, al extractivismo corporativo y, de paso, en una historia sobre vínculos paternofiliales, resurrección y criaturas mágicas con una agenda propia. Pero... ¿qué significa realmente ese final tan ambiguo?

De unicornio atropellado a guerra por el poder

La trama arranca cuando Ridley (Jenna Ortega) y su padre Elliot (Paul Rudd) atropellan, sin querer, a un unicornio en medio de la carretera. Desde ese instante, las reglas del mundo cambian: Ridley tiene visiones cósmicas tras tocar el cuerno del animal, Elliot lo remata para asegurarse de que no sufra, y ambos llevan el cadáver a la casa de Leopold, el jefe de Elliot.

Es en este punto donde la película pisa el acelerador hacia lo surrealista. La familia millonaria anfitriona decide experimentar con el cuerpo del unicornio y descubre una sustancia milagrosa en su cuerno que cura el cáncer de Leopold. Lo que sigue es un viraje a la distopía: planean capturar más unicornios para comercializar sus propiedades curativas.

Pero la naturaleza responde. El unicornio herido escapa, y la cacería que organizan termina con un contraataque brutal de otros unicornios, que se defienden matando a los cazadores, incluida toda la familia de Leopold.

El clímax: sacrificios, redención y resurrección

En el clímax, Ridley es utilizada como escudo humano por Shep, el hijo de Leopold, en un intento desesperado por sobrevivir a los unicornios. Pero estos seres mágicos distinguen la bondad en las personas, y no tardan en eliminar a Shep. Elliot llega a defender a su hija, pero muere en el proceso. Justo cuando el tono parecía volverse trágico e irreversible, los unicornios hacen algo inesperado: resucitan tanto a Elliot como al unicornio atropellado al inicio.

Es un giro que mezcla fantasía pura con una fuerte carga simbólica: los unicornios no sólo curan, también eligen salvar vidas cuando lo consideran justo.

La escena final, sin embargo, vuelve a complicarlo todo. Elliot, Ridley y el mayordomo de Leopold son arrestados y transportados por la policía, hasta que los unicornios vuelven a intervenir. Atacan la patrulla, el vehículo se sale del camino, y la pantalla se funde en negro.

¿Qué significa realmente el final?

Aquí es donde la interpretación se vuelve clave. ¿Murieron Ridley y Elliot? ¿Los unicornios los salvaron de nuevo? ¿Están libres o condenados a vivir con un conocimiento que los separa para siempre del resto del mundo?

Según Jenna Ortega, la película funciona como una metáfora ecológica. En sus palabras: “Me encanta que los unicornios sean una metáfora de nuestro planeta y la forma en que lo tratamos... Me gustaría pensar que [Elliot y Ridley] se hicieron un gran favor (devolverse la vida) y luego, en silencio, acordaron no volver a hablarse ni verse jamás”. Para ella, el final no es tanto una reconciliación como un cierre melancólico, íntimo, incluso incómodo.

Por su parte, el director Alex Scharfman tiene una visión más espiritual: para él, Ridley y Elliot han quedado transformados para siempre. “Han tocado la fuente... ahora están iluminados permanentemente”, comentó a Polygon. Esta “conexión cósmica” que menciona puede entenderse como una especie de despertar, un lazo con la naturaleza que los trasciende.

Un final abierto, incómodo... y necesario

La muerte de un unicornio no entrega un final redondo ni satisfactorio en el sentido tradicional, pero eso es precisamente lo que la convierte en una película tan potente. Se arriesga a mezclar géneros (thriller, sátira social, fábula ecológica, comedia negra) y deja al espectador con preguntas en vez de respuestas.

En tiempos donde el cine muchas veces prefiere no incomodar, A24 sigue apostando por historias que no se olvidan. Y aunque el desenlace pueda parecer caótico o contradictorio, tal vez esa sea la clave: en este mundo —como en el nuestro— los unicornios no existen para complacer nuestras expectativas. Existen para recordarnos que hay cosas que no deberíamos tratar de poseer.

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