John Travolta y su itinerario de vida

John Travolta en Esquire autos

En su casa de Florida nos recibió para esta sesión de fotos, exclusiva para Esquire México. Un retrato en imágenes y palabras del John Travolta de hoy. Sincero y sin restricciones.

Por Mario P. Székely Fotos: César Balcazar

Es media tarde en Florida y John Travolta tiene estacionados sus aviones. El mundo a su alrededor cambió en menos de un año. En julio del 2020, en plena pandemia, su esposa, la también actriz Kelly Preston falleció de cáncer de mama, mientras que aún en su corazón habitaba el luto por la pérdida de su hijo Jett Travolta en el 2009. Sin embargo, lejos de existir solo el silencio alrededor del actor que tomó al mundo por sorpresa con Fiebre del sábado por la noche (1977) y Vaselina (1978), el mismo mundo vio a Travolta, cuando en pleno Super Tazón –la célebre final de futbol americano de la NFL– John y su hija Ella recrearon una de sus coreografías más famosas de los 60 en un comercial que saturó de likes el internet. Bailando como siempre, John sale de su cueva. Su llamada por teléfono llega a mi celular en California. Es tiempo de platicar con un hombre cuya pose, con su dedo derecho apuntando al cielo con los pies sobre la pista de una disco de luces de colores, marcó el sentir de la niñez y la adolescencia de más de una generación. Es imposible no reconocer su voz y su calidez, que contrasta con esos primeros parlamentos en tono neoyorquino de la primera escena de Fiebre del sábado por la noche, caminando con sus botas escarlatas como Tony Manero, siempre firmes y seguro de a dónde iba, hasta que una falda de Brooklyn lo distrajera y tornara en actitud de cacería. Travolta ha sido generoso con Esquire México. Abrió espacio generoso de su agenda, incluso las puertas de sus hangares, para ser fotografiado. Es su santuario. Catapulta al cielo y ¿por qué no? A hablar de su pasado. Uno donde sus ojos voltearon por primera vez al firmamento con ilusión. Así que pregunto: ¿por qué la pasión por coleccionar aviones? «Todo comenzó cuando tenía entre 4 y 5 años. Las líneas de aviones que salían del aeropuerto de LaGuardia en Nueva York, pasaban volando a muy baja altura cerca de mi casa en Nueva Jersey. El avión cruzaba exactamente sobre mi casa, así que ciertamente me enamoré con esas bellezas. Digamos que a 600 metros arriba, para mí prácticamente rozaban mi casa. Siempre me preguntaba: ¿a dónde irán y quiénes estarán a abordo?, ¿qué comerán? Si era de noche, ¿cómo dormirán? Todo eso me fascinaba», recuerda. «No mucho tiempo después, mi hermana, Ellen Travolta, se matriculó en la universidad y la llevamos al aeropuerto, y luego cuando ella misma comenzó a meterse al mundo del espectáculo (y continuábamos llevándola al aeropuerto, porque se tenía que ir a hacer teatro o espectáculos de night clubs), comencé a ver con emoción al espectáculo con la aviación. Mezclé a los dos en mi mente para volverlos algo mágico. ¡Así como comenzó todo!», dice el actor de 67 años, como presumiendo su primer juguete.

John Travolta en Esquire aviones

Foto: César Balcazar para Esquire

Travolta no solo creció rápido para ser el mejor actor pagado de los años 70, sino que adquirió su propia flota de aviones de distintos tamaños, listos para ser piloteados por él. Dueño de un Boeing 707, desde el 2002, bautizado como Jett Clipper Ella, en honor a sus dos primeros hijos, recién adquirió un Falcon Jet, su consentido. «Cada uno es especial, según la ocasión», describe el actor, hablando de naves como si fueran trajes. Con los aviones estacionados, los itinerarios parecen ser cosa del pasado de un mundo en el que Travolta ha sabido volar entre sus casas en Florida y Los Ángeles, y cuyas rutas se han forjando década tras década por sus películas, coreografías y momentos de vida. La ocasión se presta para sacar del armario esa cartografía de vida y averiguar qué lecciones dejaron esas misiones de Hollywood. Mario P. Székely: Para 1976 ya eras famoso en televisión con invitaciones a varias series populares, como Emergencia; pero fue en Welcome back, Kotter donde tu personaje regular de “Vinnnie” Barbarino, llamó la atención por combinar rebeldía y desparpajo. Así, cuando tuviste el papel estelar en la película para televisión El niño en la burbuja de plástico, los ratings subieron al cielo. ¿Recuerdas esa experiencia de estar encerrado en una habitación a la manera de incubadora gigante –incluso tu personaje de Tod Lubitch tuvo clases por televisión– como una forma de aprender vivir en estos tiempos de pandemia desde el 2020? John Travolta: Más que esa película, es la fama la que me entrenó para el 2020. Cuando eres celebridad, de todas formas vives en una especie de burbuja de plástico, no pudiendo abandonarla mucho si deseas salir un día normal a explorar la vida. Parte de mí ya estaba familiarizado con este tipo de vida, enclaustrado, llevando una vida como ostra. La misma fama es la que me ha hecho sentirme más sintonizado o preparado con estos tiempos inusuales que vivimos.

John Travolta en Esquire aprendizajes

Foto: César Balcazar para Esquire

MPS: En Carrie, que se estrenó ese 1976, Brian de Palma te dio ese papel debut, trayendo la picardía a tu personaje de Billy Nolan, pero en esta ocasión para ser odiado por la protagonista de poderes telequinéticos, protagonizada por Sissy Spacek. ¿Cuál era tu sentir al ser parte de esa nueva corriente de directores de cine con jeans y tenis, que estaban experimentando con el cine como los europeos lo hacían? JT: De Palma y Scorsese en Estados Unidos y en Europa, lo que había sido la Nueva Ola Francesa y directores como el italiano Bertolucci, estaban haciendo estas películas que a mí me gustaban. En esas eras le llamaban cine de arte, ahora tal vez cine independiente. No me sorprende que haya terminado yo apoyando a realizadores como Brian y John Badham en Fiebre del sábado por la noche. Ellos fueron los primeros en traerme esta sensación de haber encontrado a mi gente, a mi tribu, porque ya sea como público o actor, su visión y manera de ver al mundo me atrapaba.

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