Así fue el amor incondicional del Papa Francisco por el fútbol

El mundo despide a un Papa que fue mucho más que el líder de la Iglesia Católica: fue un seguidor apasionado del balompié.

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El Vaticano confirmó este lunes la muerte del Papa Francisco, a los 88 años, debido a complicaciones de salud. Líder espiritual de millones, el argentino Jorge Mario Bergoglio también será recordado por una faceta muy terrenal: su amor incondicional por el fútbol.

“Pata dura”, pero feliz: sus primeros pasos en el fútbol

En su autobiografía Esperanza, publicada este mismo 2025, el Papa comparte con honestidad y ternura:

“Siempre me gustó jugar al fútbol, daba igual que no fuera muy bueno. En Buenos Aires, a los que eran como yo los llamaban ‘pata dura'… pero jugaba”.

Ese amor, nacido en los potreros porteños y alimentado por los domingos con su padre y hermanos viendo a San Lorenzo en el Viejo Gasómetro, no lo abandonó jamás.

Cuervo de corazón

La afición al Ciclón no fue pasajera. Desde niño hasta sus últimos días, el Papa Francisco apoyó a San Lorenzo con pasión. Incluso ya como sumo pontífice, celebró sus triunfos, como la histórica Copa Libertadores de 2014. Y no solo eso: desde 2008, nunca dejó de pagar su cuota como socio del club.

El club argentino, al anunciar su fallecimiento, publicó un sentido mensaje:

“Nunca fue uno más y siempre fue uno de los nuestros. Cuervo de niño y de hombre... Cuervo como sacerdote y Cardenal... Cuervo también como Papa”.

Portero del alma

No era un crack, pero encontraba sabiduría espiritual en el deporte. En Esperanza recuerda:

“A menudo hacía de portero, una buena posición que le entrena a uno a encarar la realidad... puede que no sepas de dónde viene la pelota, pero eso no importa, tienes que tratar de detenerla. Como en la vida”.

Para él, el fútbol era una metáfora de la vida, un espacio para la alegría, la humildad y el crecimiento personal.

Fútbol y fe: una pasión que lo acercó al mundo

Francisco I jamás escondió su pasión por el balompié. Al contrario, usó el deporte como canal para enviar mensajes de paz, esperanza y unidad. Recibió en el Vaticano a selecciones nacionales como la argentina, la italiana y la croata, y también a leyendas como Messi, Maradona, Buffon y muchos más.

Y como buen aficionado, apreciaba los regalos más simples: playeras de fútbol de todo el mundo. Se sabe que tenía camisetas de clubes mexicanos como Cruz Azul, Santos, Atlas, Pumas, Tigres, Monterrey y, recientemente, Chivas.

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¿Messi, Maradona o Pelé?

En una entrevista con la televisión italiana en 2023, tras el octavo Balón de Oro de Messi, le preguntaron a quién prefería entre los dos ídolos argentinos. Su respuesta fue directa:

“Yo agregaría un tercero: Pelé... Para mí de estos tres, el gran señor es Pelé. Un hombre de una humanidad tan grande”.

Y aunque no restó mérito a Maradona o Messi, su visión iba más allá de lo futbolístico. Para él, la grandeza incluía la calidad humana.

Jugar como símbolo de libertad

En su papado, Francisco reivindicó el deporte como vehículo de valores. En sus palabras:

“Jugar hace feliz, porque a través del juego puede expresarse la propia libertad, competir de manera divertida o, simplemente, vivir la afición… porque puede perseguirse un sueño sin que uno deba convertirse forzosamente en campeón”.

Con esta filosofía, logró que el fútbol trascendiera el campo de juego para convertirse en una enseñanza de vida.

Legado eterno

Hoy, el mundo despide a un Papa que fue mucho más que el líder de la Iglesia Católica. Fue un hincha apasionado, un predicador de la paz con botines en el corazón, y un hombre que encontró en el fútbol una forma de conectar con millones.

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