Hoy nos centramos en Sandra Echeverría. En la amante de la vida, de su trabajo y cada cosa que rodea su forma de ser y descubrimos que, para enamorarnos de ella, no hace falta nada más que escucharla. Por eso, Sandra es una mujer que amamos.
Por: José Alejandro Antunes
Fotos: Rodrigo Palma
Styling: Fernando Fernández
No he encontrado algo que supere una tarde completa con Sandra Echeverría en la Ciudad de México. Ni las vistas panorámicas que tenemos, ni el sonido de la nada a nuestro alrededor. Después de una gran —y sexy— sesión de fotos, nos sentamos con nuestra actriz mexicana favorita en la terraza de la locación secreta… solos, para tener esa intimidad en la plática que sólo se logra en ese momento. Y yo, no puedo pe- dir nada más, Sandra sentada junto a mí en privacidad completa, para abordar temas sobre la vida. Sobre su carrera. Sobre lo que le gusta.
Siempre he admirado cómo las personas se compro- meten a su trabajo. Porque sin eso, la verdad es que no le encuentro razón alguna de quien sea que sea, haga lo que haga. Y después de conocer más sobre cómo es Sandra, mi admiración por ella, se ha convertido en algo muy especial. Primero, eso, su compromiso con todo lo que hace. A ella no le importa estar en medio del rodaje de una película… logró agendarnos toda una mañana para platicar sobre su trabajo que tanto le divierte. “A mí me aburre mucho la rutina. Gran parte de mi trabajo es estar conociendo gente nueva, hacer proyectos y personajes distintos. Todo esto me mantiene motivada e inspirada a buscar siempre retos nuevos”, nos comenta la actriz. “Lo importante es tener un balance entre tu vida personal y profesional”.
Y si algo me quedó muy claro, es que hoy en día, su papel más importante está dentro de lo personal. Es una mujer enamorada de su familia, en cada momento, en cada respuesta es pensar en lo que su esposo, el músico Leo de Lozanne, opine sobre lo que estamos haciendo (en el buen sentido, claro), o hasta lo que su pequeño bebé de dos años pueda pensar en un futuro de sus proyectos, entonces, así es cómo cada decisión laboral va ligada con esto. “Soy muy selectiva al es- coger un proyecto. Para mí es muy importante tener tiempo para estar con mi hijo, y si no puedo tenerlo conmigo en set, prefiero no tomar el proyecto. Hoy trato de encontrar una forma, junto con mi equipo, de manejar mis horarios para estar con él”, dice sobre su mejor faceta hoy: ser madre.
Entonces algo nos asegura por completo, ella (y sólo ella) tiene el poder sobre la selección de los proyectos, siempre involucrada y siempre motivada. “Que sea una historia que te prenda, que empiece a leerla y me pique, que sea un personaje divertido”, y claro, que cada uno de ellos involucra un nuevo reto, smash.
Todo eso de tener el tiempo a favor puede ser un poco complicado en esta industria del entretenimiento. Solamente siendo tan buena como lo es ella en es- to, puede tener esa flexibilidad que ahora le permite llegar a ese 50/50 que todos anhelamos, y no sólo eso, posee la determinación de querer tener ese balance entre ambas, porque al final del día, las dos son par- tes importantes que crean su vida. Pero esa decisión selectiva de papeles no interfiere en lo más mínimo de lo que le gusta interpretar. Sandra pasa de un género a otro, y parece que no le causa ni más mínimo temor.
“La verdad es que no estoy encerrada en ningún género. Me relacionan mucho con el drama e historias intensas. A mí me gusta mucho hacer comedia, me encanta hacer cosas muy simples y ahí es cuando se logra. Entonces, me gusta estar brincando de un género al otro, para no encasillarme en uno”, nos comenta feliz de tener esa libertad.
Justo, este verano, estrena una película de su género favorito. Una comedia llamada Más sabe el diablo por viejo, algo que le da mucha apertura a lo que le gusta, “yo disfruto mucho hacer personajes iluminados, alegres, que saquen sonrisas y carcajadas. Hoy está comprobado que el cine es para ir a divertirse. Y esta es una historia muy blanca, para toda la familia, y me gusta que mi hijo pueda ver estas películas y se ría de su madre”, nos habla sobre su último proyecto, o bueno, hasta nuestra conversación… porque Sandra Echeverría se ve imparable este 2018. Una película en la que comparte cámara con grandes actores como Ignacio López Tarso y Osvaldo Benavides, que en palabras de la actriz, la producción es “una mezcla de dos generaciones muy interesante”, y no tenemos la menor duda.
En esta última, ella es una mujer altruista, “mi personaje tiene amor hacia la gente de la tercera edad, y es gente que algunas veces olvidamos y de cómo eso los hace perder ganas de hacer planes. Ella trabaja en un asilo de ancianos, donde lo que quiere es activarlos y motivarlos para estar contentos. Y Osvaldo les inyecta de su energía millennial, y es muy divertido. Mi personaje tiene mucho corazón, y nada de ambición personal”, nos comenta sobre su papel tan humano y prometí estar en el estreno.

Si algo está claro es que no to- do depende del género, de hecho, no mucho recae en él… creo que ser actriz debe de estar más relacionado a una aportación personal para el papel. Independientemente de ser comedia, drama, o lo que sea. Es esa fuerza propia que le inyecta cada quien a su persona- je, que lo hace suyo y que lo hace inidentificable hacia nosotros. Y tenemos la ligera sospecha de que Sandra Echeverría, comparte nuestra opinión. “A mí me gusta hacer personajes de mujeres fuertes, firmes, que te dejen algo. Yo creo que cuando el público se refleja con tu personaje… ahí, es cuando logras algo. Me han escrito para decirme que mi personaje ha logrado inspirarlos, a motivarse, me ha escrito gente que sufrió de depresión o que estuvo en el hospital y de repente el personaje les dio fuerza”, dice Sandra con ganas de nunca querer dejar de hacer lo que hace.
En todo sentido, tiene razón. Lograr eso con tu audiencia es hacer un check laboral. Es llegar a una meta que debe de fijarse desde el día uno que se lee el guion.
“Totalmente es un check. Sí, para mí es eso un triunfo, una victoria, el poder interpretar algo que toque a la gente. Inclusive que los haga sentir, llorar, gritar… porque eso significa que lograste moverlos por dentro. Yo me encargo de crear emociones en la gente, de eso se trata”, explica la actriz ante lo que le comentamos que sentimos.
Esa fuerza ante la cámara la muestra también en la nueva serie llama Bandidas, donde veremos a una Sandra única, una Sandra Echeverría que está en su máximo fulgor, cantando rancheras, boleros y bueno, quién mejor que ella para ese personaje “¡Es la primera vez que me toca cantar en una serie! La historia es muy dramática, tuve que crear mis elementos, como una voz más grave para llegar a la edad de ella. Fue muy emocionante porque trata de una mujer muy fuerte, que hizo muchos movimientos sociales y políticos. Tuvo que hacer cosas ilegales para sobrevivir… tuvo un prostíbulo y ella era como su madre. Pueden pensar que es una mujer mala, pero no, es una gran mujer, con pasión y corazón”, nos platicó sobre los matices que hizo para caracterizar a esta mujer. “Ella al final se enferma de cáncer y tuve que aprender cómo es ese momento de decadencia y del momento en el que te das cuenta de todo lo que hiciste bien y mal. Está muy bien hecha la historia, la producción, el reto del fotógrafo con la iluminación, y va a es- tar en cuatro televisoras grandes”, como lo dije, va de un extremo a otro en cuanto a personajes, y parece no costarle lo más mínimo entrar en cada uno de ellos. Ahora vemos cómo explora nuevas facetas y géneros que hacen a Sandra Echeverría, la actriz que es.

Y dejamos aun lado su empowerment como mujer, qué va, ¡es mexicana! Doble razón para estar más enamorado de cada palabra que nos dice. “Como mexicana es también el ser una mujer independiente y segura. Ser trabajadora, tener sueños y metas, ser mexicana equivale a conseguir lo que queramos”, cuenta Sandra sobre el poder de ser una mujer que amamos en Esquire. “Creo que las mexicanas somos un tanto conservadoras, nos cuesta trabajo sacar nuestra sensualidad mostrando piel… a mí me costó, pero ya tengo un poquito más de confianza. Aún así, me gustaría tener esa seguridad de salir a cualquier lado en ropa interior o lo que sea y sentirme bien y libre”, mientras me cuenta, me sonrojo, como todo un profesional.
Y sí, todo esto nos enamora poco a poco más de ella, de su mente, de su talento. Pero, ¿qué sabemos nosotros de conquistar a una mujer como Sandra Echeverría? Probablemente nada. Por eso es que no dejamos a un lado la plática obligada para lograr enamorarla. Y sabe que estar con ella, es como estar en un cierto trance hipnótico, es algo que tiene que ver con su naturaleza femenina de ser ella misma que nos encanta. “A ver, si tratas de ser muy sexy, se puede ver forzado y a ellos no les gusta mucho eso. Hay que ser quien eres. Creo que a los hombres les gusta mucho la naturalidad de la mujer. Entre más natural, entre me- nos te maquilles, entre menos te produzcas, más les gusta. El tema es ser tú misma”, dice, mientras me deja pensando en cada palabra llena de verdad que salió de su boca (y me vuelvo a sonrojar). Su manera de seducir a la cámara, que según ella “es difícil”, nos tiene ano- nadados. “No es un proceso de seducción, más bien me visualizo en cada pose, pienso en cómo se verá el cuadro para lograr lo que el fotógrafo, y yo, queremos”, nos platica mientras se mueve lado a lado para darle énfasis a sus declaraciones, y segura de que cada parte de ella es justo eso, ella. ¿Qué es lo que la hace sexy? Volvemos a su ser natural.
“Mi parte más sexy… pues eso, no tener sobreproducción u operaciones. Ser muy yo, y que no esté consciente de que me siento sexy. Eso sí, ¿lo que más me chulean?… las piernas, supongo. Sí me pasa que con algún personaje tengo que usar una mini falda, cosa que fuera de él jamás uso, y me ha pasado que me chulean y digo ‘wow, ¡tal vez debería usarlas más!’. Y ese tipo de cosas me gusta porque no las tengo conscientes”, como si los espejos nos fueran suficiente evidencia, y su charm, y su actitud, y su simpatía.
Yo siento una química rara entre nosotros, no sé ella, pero yo estoy muy intrigado con todo lo que me dice, todo me tiene con la boca abierta. Y yo sé que es obvio pensar en lo que enamoró a su esposo, Leo de Lozanne, pero estoy seguro de que hay más que lo obvio al ojo humano, ella dice que “haciéndolo reír. La verdad es que si hay esa química de poder platicar, hablar, jugar y reírse, pues ahí es donde puede empezar a haber realmente algo”, pero queremos saber más. Y descubrimos que ambos, son amantes de lo mismo.
“Algo que nunca me falló fue la música. Creo que también me iba muy bien con la composición de canciones, entonces como que eso le llamaba la atención de mí. Agarraba mi guitarra y empezaba a cantar mis canciones (yo canto rancheras desde que tengo nueve años), así que esa parte de mí era interesante porque la gente no me ve mucho cantando, no conoce esa parte”, y poco a poco voy tratando de no caer en todo eso que me enamora, siendo un profesional como lo soy la mayoría del tiempo.

Parece que sabemos ya todo sobre su carrera, sobre lo que le gusta y lo que le gusta aún más frente a la cámara, sobre esa Sandra que vive en su momento de ser la mejor para Andrés (su bebé). Hoy, de verdad que nos centramos en ella.
Entonces no pude dejar a un lado hacer una pregunta sobre algo que nadie sabe de ella, algo que sólo Sandra sabe que pasa detrás de las puertas que dicen “privacidad” en la entrada. Eso que crea una conexión única con ella y conmigo (en la plática), y que quedará por siempre en las páginas de esta edición y en la cabeza de cada uno de los que lean este espacio. Hablamos de una manía que tiene ella.
“Me encanta bañarme con la luz apagada en la mañana, la oscuridad me relaja. Encender la luz se me hace como abrupto. Me gusta el ritual de prender un incienso, de escuchar música. Amo la música árabe. Yo creo que de otra vida soy árabe. Desde que hice un proyecto que se llama El clon me enamoré de la cultura y dije ‘yo de aquí fui’. Porque hay una cosa que me electrifica la piel cada vez que escucho música árabe o que veo cosas musulmanas o árabes. Entonces yo creo que sí, vengo de allá”, nos confiesa —sólo a nosotros— Sandra.
Y vuelvo a lo que he platicado con ella. Ca- da historia, cada interpretación, cada experiencia, va dejando algo en ella. “Totalmente. Y ese fue un papel (Jade Mebárak de El Clon), que me marcó y que me enseñó eso de mí misma, dije ‘claro, es que yo seguramente vengo de esa vida y por eso me conecto tanto con la música, el incienso y todos esos rituales espirituales’”, reflexiona sobre cómo todo tiene una conexión en su vida. Encontrar eso dentro de un personaje debe de ser algo muy importante, es tener el papel.
También hablamos sobre Time’s Up y #MeToo, esa unión que lograron las actrices norteamericanas para crear movimientos globales, ser escuchadas, ser voces de lo que pasa en la industria en cuanto a acoso sexual. “El movimiento ha tenido mucha libertad de expresión, mucho apoyo. En México es distinto porque la ley no te protege tanto como en Estados Unidos y aquí la mujer tiene miedo de ser acusada de difamación y el movimiento no puede ser tan fuerte al no poder dar nombres. Pero eso debe de ser al- go que la ley tiene que cambiar y apoyarnos más como mujeres. Así habría más apoyo hacia nosotros y un castigo digno a los culpables”, y tener una voz mexicana como la de ella, influye, ¿va a requerir tiempo? Sí, pero por algún lado tenemos que empezar a crear conciencia, a respetar el talento y el trabajo de las personas.

Ella y yo sabemos que los mejores proyectos requieren tiempo, sea cual sea, pero todo en esta vida tiene su por qué y su sentido de ser. “Estos últimos meses he aprendido a ser más paciente. Siempre fui muy impulsiva, y seguía mis instintos sin pensar en las repercusiones. Hoy pienso las cosas dos veces, las pienso mucho, me freno a mí misma y eso te lo va dando la madurez”, comenta sobre su evolución del año pasado a hoy. En octubre de 2017, se tenía programado el estreno de la película El día de la unión, una película dirigida por Kuno Becker y estelarizada por Sandra Echeverría, que trata sobre la fuerza mexicana creada por el terremoto del 19 de septiembre de 1985, y por la sensibilidad de lo ocurrido la misma fe- cha, 32 años después, tuvo que posponerse.
A finales de este año, veremos en la pantalla grande, la historia de una reportera que “está entre esa dualidad de ayudar a la gente o de pasar el reporte y comunicarle al resto del mundo lo que está sucediendo. Todos los sets son idénticos a los de los ochenta. Es la historia de lo que pasó en el terremoto del 85. Empecé a leer el guion y me brotaban lágrimas. Usé todo eso (sin esfuerzo) para crear el dramatismo necesario para las escenas, es algo que te toca mucho, es impresionante”, platica con sentimiento la actriz, mientras me imagino en eso que conlleva a dar todo de ella dentro de escena y relacionarlos con situaciones que sacudieron a un país entero.
Contar la historia es sensible, y el ángulo en el que se maneja es muy cuidado, como cada uno de los proyectos en los que vemos a Sandra, que seguro, y al igual que todos sus papeles, nos tendrá con la boca abierta. De eso, no tenemos ninguna duda.
Coordinacióm de Moda: Paola de Velasco y Constanza Alcocer / Maquillaje: Beatriz Cisneros / Peinado: Itzel Pacheco / Agradecemos a la diseñadora de interiores Olga Hanono por permitirnos hacer uso de sus instalaciones como locación en esta sesión. Conoce más sobre su trabajo: Olgahanono.Com